Hoy el Holocausto está en Gaza

Miguel SanMiguel Valduérteles
CSCA/Palestina Libre
15/05/08

Este mes de mayo las autoridades judías conmemoran el 60 aniversario de la creación del estado de Israel: fastos, conciertos y toda la parafernalia al uso; tampoco van a faltar las visitas obligadas de legaciones al más alto nivel. Y en consonancia muchos de los medios se hacen eco de tales efemérides y, para no ensombrecer la fiesta, ponen sordina a esa catástrofe que es Palestina y sobre todo a ese holocausto que es Gaza.

Son momentos para preguntarse si los hombres de bien tienen algo que celebrar. Porque el estado de Israel, desde su origen, está ligado a la barbarie. ¿Qué otro calificativo merecen los asesinatos cotidianos, masivos y selectivos, los millones de refugiados, el apartheid, la limpieza étnica, la rapiña, los atentados permanentes contra los derechos humanos, las humillaciones, el incumplimiento de la legislación internacional?

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Otros en cambio conmemoraremos la Nakba, esto es “el desastre”, porque en 1948, cuando se creó el estado de Israel, asesinaron a 13.000 palestinos, para sembrar el terror y así forzar el exilio de 750.000, arrasar 400 pueblos y quedarse con sus tierras y viviendas. Y de paso reclamamos su derecho a un estado viable y a vivir con dignidad.

Las cifras de la ONRWA son elocuentes: 914.000 refugiados entre 1946 y 1949.

El historiador judío Ilan Pappe, expulsado de la Universidad y también forzado al exilio por los sionistas, afirma que “en Palestina se produce una Nakba continua”.

De los 10 millones de palestinos, el 60% son refugiados y la mayoría malvive en campamentos a expensas de la caridad internacional, en condiciones infames, sobre todo en Líbano, donde además miles de ellos fueron degollados bajo la supervisión de Ariel Sharon. Dos millones viven en Cisjordania en régimen de apartheid; 1 y ½ millón en Gaza, una cárcel donde se muere de disparos, hambre y enfermedades

Israel niega a los palestinos el derecho a la vida. Con la construcción de los asentamientos, del muro, de vías de comunicación, exclusivas para judíos, les van arrebatando más y más tierras. Así, de la Palestina histórica, su tierra, sólo les resta el 11%; les han quitado el 75 % del agua y les han arrancado cientos de miles de olivos.

Sin ningún reparo la ministra de exteriores israelí Tzipi Livni comunicó a su interlocutor palestino Ahmed Qureia”ocurra lo que ocurra, Israel se quedará con el valle del Jordán, Jerusalén y ámplias zonas de Cisjordania.”. Una rapiña que ya ni se molestan en ocultar.

Con la construcción del muro y los cientos de chef points están desarticulando la sociedad palestina y hacen imposible las actividades económicas y los servicios educativos y sanitarios.

Han convertido Palestina en una inmensa prisión. Hay 11.000 presos políticos, entre ellos el 40% del parlamento palestino, incluido su presidente; aunque mejor dicho toda Palestina es una cárcel, especialmente Gaza, donde en 250 kmts sobreviven al hambre y a las enfermedades 1 y ½ millón de personas que apenas reciben agua, electricidad, alimentos y medicinas, que cuando llegan están caducadas.

Sin ningún recato decía uno de los ministros israelíes. “A los palestinos les espera el holocausto”. Una afirmación que espanta, pues deja a las claras la voluntad de utilizar con los palestinos las prácticas nazis. Han tenido buenos maestros.

Para justificar la creación del estado y la ocupación han construido una gran mentira. El historiador judío, Ilan Pappe, desenmascara esa frase tan repetida por el sionismo: “Un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”.

Desde luego hay obviedades que no merecen discusión. ¿Acaso antes de la creación del estado sionista no había en Palestina decenas de ciudades como Jerusalén, Haifa, Jericó, Ramalla, Belen, etc? ¿De donde han salido los millones de refugiados, de la nada?

Y de paso que destruyen Palestina se están destruyendo moralmente a si mismos: Han conformado una sociedad en que la violencia forma parte de su modo de vida. Hace unos días aparecían en un periódico de tirada nacional las declaraciones de Yoram Kaniuk, miembro del Palmaj, unidad de élite, del ejército israelí: “Tenía 17 años y maté a personas antes de haber besado a una chica”. ¡Algo que espeluznar!

El estado de Israel, instalado en la impunidad, explota el victimismo histórico del Holocausto, para proseguir con su política expansionista y agresiva. Es un estado que se ha convertido en una pesadilla para el mundo. Un estado que además incumple por sistema las resoluciones de la UNU y la legislación internacional. Me voy a limitar a citar: la resolución 194 en el año 48 que le exige el retorno de los refugiados y su derecho a ser indemnizados, la 242 que también exige la retirada israelí de los territorios ocupados, y el auto del 9 de junio del 2004 por el que el Tribunal internacional de Justicia de la Haya declara ilegal el muro.

La pregunta del millón es: ¿se iba a consentir esto a otros países? Seguro que, en tal caso, el desembarco de tropas americanas sería inmediato. Está claro que muchos estados, lavan su mala conciencia por el holocausto, llegando hasta la tolerancia infinita.

De seguir instalados en esa impunidad, la liquidación del pueblo palestino es cuestión de tiempo. Por eso, señores que gobiernan ¿tienen acaso algo que celebrar, mejor dicho que concelebrar?

Desde el Comité de Solidaridad Con la causa Árabe pensamos que la obligación de los estados, que dicen respetar los derechos humanos es obligar al estado de Israel a cumplir y respetar la legislación internacional, los derechos humanos y por lo tanto que eliminen los tratos de favor, como los acuerdos comerciales y preferenciales, con una potencia que desde hace tiempo está poniendo en peligro la paz mundial, con sus permanentes provocaciones, sus intervenciones bélicas y con su arsenal nuclear.

Y para concluir, quiero recordar a esos historiadores, que acudirán a Jerusalén “en visita oficial” al museo del Holocausto, un museo levantado sobre tierras usurpadas a los palestinos y si quieren honrar a los judíos y demás víctimas del holocausto acudan a Mauthausen, a Auschwitz, a Buchenwal; pero que si su deseo es ver el holocausto del siglo XXI vayan a Gaza donde la gente muere por los bombardeos, el hambre y la desesperación. Pero no se preocupen que la única democracia de Oriente Medio no se lo va a permitir.

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