España. La banca gana aunque quiebre: devuelve 20.000 euros pero exige toda la deuda

Ramón Aragonés
Invertia
03/10/08

El futuro del capitalismo, el sistema financiero y las prácticas bancarias están estos días más amenazados que nunca. Hasta los más liberales y defensores de la economía de mercado a ultranza tienen dudas sobre si el modelo que nos ha servido durante más de siglo y medio sobrevivirá después de la revolución subprime. Los estados se plantean si los depósitos de los ciudadanos están bien cubiertos. Y sin embargo, hasta en estas extremas circunstancias, la banca, como en los juegos de mesa, siempre gana.

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Como se ha debatido estos días hasta la saciedad, cuando un banco cae en bancarrota o tiene dificultades financieras el usuarío sólo tiene garantizados una parte de sus depósitos, que en el caso español es de 20.000 euros por persona y entidad. Es decir, que el cliente de esa entidad ve de repente como desaparece parte de sus ahorros realizados con todo su esfuerzo y sacrificio y tiene que recurrir a papá estado para que con tiempo y cientos de trámites le devuelva una cifra que en muchos casos representa una parte insignificante de su patrimonio.

Sin embargo, a la hora de cobrar las deudas, el rasero de estas entidades es muy distinto. Es decir, que cuando se produce la bancarrota de la entidad, el usuario no tiene obligación de devolver una cierta cantidad del dinero, sino que hay que entregar hasta el último euro que se debe. Es decir que mientras que a la hora de recuperar nuestro dinero hay un máximo establecido, en el caso de la deuda contraída con nuestra entidad mediante préstamos, hipotecas o tarjetas de crédito hay que entregar la deuda íntegra. De hecho, uno de los activos más preciados entre los bancos compradores de cualquier entidad en quiebra es su cartera de clientes así como el activo pendiente de cobro.

Y ojo porque si algún ciudadano deja de pagar amparándose en la bancarrota del banco lo único que hará es acumular intereses y aumentar aún más su deuda con el banco. Para entendernos, que cuando el Estado o el banco comprador de esos activos regularice la situación exigirá al avispado cliente los pagos pendientes y en última instancia, le amenazará con el embargo.

Quizá la revisión del modelo bancario desencadenado por las hipotecas basura sea un buen momento para acabar con estos desequilibrios que tanto perjudican al consumidor y tanto poder otorgan a la banca no sólo en momentos de bancarrota sino en su funcionamiento diario normal.

Porque cada día se producen múltiples reclamaciones contra la banca ante el Banco de España, la CNMV o las organizaciones de los consumidores por excesos, desinformación y hasta engaños en productos y materias tan diversos como las hipotecas, las comisiones, la letra pequeña de los contratos o el pago de los intereses. Muchas de estas quejas llegan a los tribunales y favorecen a los ciudadanos, pero otras caen en saco roto y engordan injustamente las arcas de los bancos.

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