Cuando la tierra no tiembla en Palestina
Wahid Abdel-Méguid
Hebdo Al-Ahram
Traducido por Caty R.
12/05/08
La tregua que ha propuesto Hamás no está destinada únicamente a librar a los palestinos del embargo que los asfixia, sino que además es una oportunidad para activar la resistencia contra la ocupación. Sin embargo, se produce en un momento en el que ni el movimiento Hamás ni la mayoría de las facciones palestinas están en condiciones de revisar y evaluar el resultado de la resistencia. Máxime cuando dicha evaluación es una cuestión de vida o muerte para la causa palestina y la lucha armada, que se encuentra en un oscuro callejón sin salida, sobre todo en ausencia de cualquier lucha civil. Es posible que esta tregua sea la puerta a la reactivación de la resistencia civil después de comprobar que la acción militar no quebrantó la ocupación.
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Los incesantes gritos de venganza que llenan el discurso de la resistencia palestina desde hace 10 años, han puesto sobre la mesa la necesidad sacudirse la ocupación y hacer temblar la tierra bajo sus pies. Ese discurso de venganza está relacionado con el retroceso de la acción palestina, que simplemente se limita a reaccionar frente al terrorismo infame del Estado hebreo. La máquina opresora israelí ha conseguido inculcar en las mentes del mundo entero, en su beneficio, la confusión entre las operaciones de los comandos y la acción de la resistencia, que ha perdido la visión y vigilancia necesarias. La resistencia ha sido incapaz de convencer al mundo de que el suyo es un derecho elemental que no se puede anular en nombre de la lucha contra el terrorismo escondido detrás de nombres islamistas.
Y el resultado del que somos testigos actualmente es la transformación de la resistencia en actuaciones esporádicas y desorganizadas llevadas a cabo por grupos cerrados de combatientes desconectados del pueblo. Lo que, naturalmente, ha distanciado poco a poco a todas las facciones palestinas, incluida Hamás, de la causa noble. Uno de los testimonios más conocidos sobre este estado de los hechos es el de Ghazi Hamad, portavoz del gobierno de Hamás y uno de los próximos al presidente, Ismail Haniya, publicado en el diario palestino Al-Ayam, en la edición del 26 agosto de 2006, es decir, 10 meses antes de la escalada del conflicto militar entre su movimiento y Fatah. Hamad declaró que las facciones de la resistencia se convirtieron en simples demostraciones de fuerza de las diferentes facciones palestinas y que algunos de sus miembros se contoneaban por las calles para reafirmarlo. También dijo que las dos grandes facciones se ocuparon en matarse entre sí en vez de resistir al enemigo. Indicó que en aquel momento, los que pretendían hacer frente al enemigo se limitaban únicamente a lanzar gritos que amenazaban con hacer que temblara la tierra bajo los pies del ocupante.
Sin embargo, en la práctica, el terremoto que amenazaban con provocar se salda con frágiles acciones militantes que la gente apenas detecta. Es cierto que algunas de ellas conllevan operaciones heroicas, pero estas últimas siguen siendo muy inferiores en número, incluso raras, si se comparan con las operaciones desorganizadas que tienen lugar frecuentemente. Estas últimas actualmente se limitan al lanzamiento de misiles primitivos fabricados en pequeños talleres por primera vez en septiembre de 2001, en el marco de la militarización de la sublevación de Al-Aqsa.
Las escasas operaciones que ejecutan los fedayines o los comandos no modifican la imagen negativa estereotipada que tiene todo el mundo de la resistencia militar palestina y que considera que lleva la marca de Al Qaeda.
Los daños que causa este aspecto desorganizado de la resistencia militar durante los últimos 7 años no se limitan a lo que he mencionado anteriormente. Han ido más lejos y han llevado a Israel a construir el famoso «muro» y a aislar Jerusalén y alrededor del 10% de la superficie de Cisjordania, lo que ha supuesto la separación entre Cisjordania y Gaza, el despliegue de cientos de barreras militares y la instalación de una red de carreteras y transportes para uso exclusivo de los colonos. En otras palabras, Israel ha conseguido instaurar un sistema de apartheid.
Así, la quiebra de las facciones militares aparece en la ausencia de posibilidades de una resurrección inmediata de resistencia civil, que se basa en la participación de todas las categorías del pueblo y no únicamente de los jóvenes capaces de llevar armas o los miembros de las diferentes facciones.
La diferencia entre la resistencia armada y la civil no está únicamente en los medios utilizados, sino que se relaciona con la participación misma. La resistencia civil está abierta a todos: hombres, mujeres y niños, a todas las categorías y a todos los sectores de edad sin distinción, y no a una minoría. Por otra parte, las mujeres y los niños fueron la punta de lanza de la Intifada de 1987 que volvió a imponer con fuerza la causa palestina en la agenda internacional.
La Intifada de 1987 consiguió que la tierra temblase fuertemente bajo los pies de los israelíes como nunca antes se había hecho. Es necesario saber, sin embargo, que la tierra no tiembla como reacción a las voces vengativas que reflejan la falta de conciencia y recursos de las personas que gritan sobre la naturaleza del conflicto. Compartimos con el enemigo un largo conflicto histórico y un pleito de derecho e igualdad La causa no es una cuestión de venganza o una carrera de muertes recíprocas en la que buscamos vengar a nuestros mártires. Ya es hora de resucitar el espíritu de la Intifada de finales de los ochenta y los movimientos populares organizados. Esto requiere la formación de un mando para la resistencia civil que planee, coordine, distribuya los papeles y determine los contornos de la lucha sobre el terreno. Dicho mando debe ser capaz de volver a formular un equilibrio de las fuerzas que se han desequilibrado en beneficio de la ocupación y sus prácticas terroristas.
Esto no quiere decir arrojar las armas, sino sobre todo congelar su utilización. Ya que es posible que haya que utilizarlas en una etapa posterior. Pero actualmente no hay más alternativa que la resistencia civil si queremos salvar la causa palestina que se evapora día a día. Cuando fallan las armas para hacer que tiemble la tierra bajo los pies de la ocupación, es necesario lanzar un movimiento popular. Un movimiento que a finales de los 80 demostró que tenía capacidades de resistencia más tenaces que las armas.
Wahid Abdel Meguid, egipcio y politólogo, es el subdirector del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos de El Cairo
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.
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