Blackwater y el "nuevo modelo" de ejército de ocupación mercenario
IAR Noticias
12/05/08
Tras los atentados del 11-S, y con la "guerra contraterrorista" como nueva hipótesis de conflicto internacional, Militares y políticos del Pentágono y de la Casa Blanca, siempre atentos a "los negocios de la guerra", descubrieron la nueva veta comercial que se abría con la contratación de servicios de ejércitos privados para las áreas ocupadas por el ejército de EEUU. En este nuevo escenario, Blackwater, se presenta como el ejemplo más emblemático de los "Perros de la Guerra" reciclados en fuerza privada de ocupación.
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Con las llamadas "guerras preventivas" iniciadas por los halcones tras el 11-S, no solamente se conquista militarmente sino que también se abren nuevos ciclos de expansión y ganancia capitalista con los "ejércitos privados" en los nuevos mercados sometidos con el argumento de la "guerra contraterrorista".
Como producto de la "integración bélica" de los nuevos ciclos de ganancias y expansión capitalista trasnacional, las corporaciones privadas de la guerra han pasado a ocupar un lugar clave en los nuevos planes de conquista militar del Pentágono.
En una entrevista con Europa Press, Jeremy Scahill, autor del libro: "Blackwater: El auge del ejército mercenario más peligroso del mundo", señala que la firma de seguridad privada Blackwater se ha convertido en el modelo de empresa al borde de la quiebra que "milagrosamente" ha terminado beneficiada hasta extremos inimaginables por sus directivos gracias a la guerra en Irak.
La compañía, fundada en 1997 por Erik Prince y con sede en Carolina del Norte, ha obtenido sólo este año contratos federales por valor de más de 590 millones de dólares, frente a los 800.000 obtenidos en 2001.
En la actualidad -según Jeremy Scahill- sus operativos se integran dentro de los 180.000 contratistas que se encuentran en el país árabe, dentro de una compañía "con el poder militar suficiente como para derrotar al Ejército de un país", y con completa inmunidad legal.
"Ya no tienes un sistema militar en el que se trabaja con países como España o Reino Unido para librar una guerra", afirmó Scahill en declaraciones a Europa Press, "simplemente te limitas a contratar a un Ejército privado".
Según el periodista y escritor, en el caso concreto de Irak, Blackwater redefinió completamente el sistema militar que permanecía vigente hasta 30 de marzo de 2004.
Ese día, una emboscada acabó con la vida de cuatro empleados de la compañía, cuyos cuerpos sin vida fueron posteriormente colgados de un puente sobre el río Éufrates.
Tras la emboscada, Bush empleó las muertes de los empleados de Blackwater "como justificación para arrasar Faluya, a pesar de que el Ejército estadounidense no quería entrar allí", señala Scahill.
Terminado el enfrentamiento, la empresa de Prince dejó de ser simplemente una compañía estrictamente militar. La ciudad iraquí no sólo fue el escenario de "una masacre", como la describió Scahill, sino que "impulsó el perfil de Blackwater ante el Congreso estadounidense".
En 2004, Blackwater recibió 48 millones de dólares. Tres meses después de la batalla, estos fondos se incrementaron hasta los 352 millones de dólares.
Con ese dinero, y comercialmente hablando, Blackwater expandió sus servicios.
Según Scahill, "Blackwater también está desarrollando su propia CIA, es decir: su propia "solución de inteligencia", dirigida por el propio Prince, y supervisada directamente por antiguos "altos mandos de los servicios de inteligencia estadounidenses con más de 100 años de experiencia entre todos".
Esta diversificación también afecta a América Latina, donde la compañía trabaja a través de subcontratas, empleando como marco de intervención el Programa de Lucha contra las Drogas iniciado por la Administración Bush.
Blackwater, además de ser el ejército privado más poderoso del mundo, es identificada como la "guardia pretoriana" de Bush, y goza de un status de favoritismo especial en el plantel de las contratistas de seguridad privada del Pentágono.
Los mercenarios de la Blackwater, ex soldados y agentes de inteligencia veteranos y con experiencia en los conflictos de América Latina de los 80 y 90, actúan también en Afganistán tras el 11-S y se han desempeñado en las calles de Nueva Orleans (EE UU) tras el paso del huracán Katrina.
Si hay algo que distingue a Blackwater de una empresa habitual de mercenarios, es que sus miembros se distinguen por una ideología claramente conservadora y afín al actual Gobierno de Bush. "Uno no podría contratar a Blackwater para derrocar a Uribe -aliado estadounidense- en Colombia, pero sí en el caso de Chávez...", estima Scahill.
Sobre el terreno, Blackwater opera bajo una jerarquía paramilitar de cinco niveles, encabezada por aquellos operativos procedentes de las fuerzas especiales estadounidenses -NAVY Seals o Delta Force-, con años de experiencia y altamente entrenados, que escapan a la imagen que se tiene de las fuerzas de Blackwater como "vaqueros sedientos de sangre".
"Están altamente entrenados y tienen años de experiencia a sus espaldas", explicó Scahill, "y se ven a sí mismos como patriotas que creen que están sirviendo a su país", por 650 dólares al día.
En su libro, Scahill asegura que esta fuerza de seguridad privada (motivo también del reportaje del diario Virginian Pilot finalista de los Pulitzer 2007) cuenta hoy con 20 aviones y hasta 20.000 soldados listos para entrar en combate en cualquier parte del planeta.
Blackwater, fundada hace 10 años por el ex navy Erik Prince, un operador de la derecha cristiana fundamentalista estadounidense, en su página web se define como "no simplemente una compañía privada de seguridad", y amplía su abanico de operaciones al "mantenimiento de la paz", el refuerzo de la ley y la seguridad con "militares profesionales".
Pero, y fundamentalmente, Blackwater, desde el 11-S hasta aquí, abreva sus principios operativos en el sostenimiento de la "guerra contraterrorista" lanzada por Bush los halcones, y que sirviera de justificación para las invasiones a Irak y Afganistán, donde el ejército privado fundamentalista ha conseguido la tajada de los mejores contratos.
En su página web Blackwater brinda multitud de detalles de sus entrenamientos -incluso con videos y explicaciones de las prácticas de tiro-, información sobre sus flotas y hasta se puede descargar el impreso de inscripción como mercenario.
Hasta el 31 de marzo del 2004, este ejército privado era totalmente desconocido para el gran público.
Su presencia en Irak se reveló cuando cuatro de sus miembros fueron capturados en una emboscada en Faluya y linchados por la multitud que luego quemó sus cuerpos y los colgó de un puente.
Las imágenes de este incidente, además de escandalizar a la opinión pública, revelaron al mundo que existían contratistas militares privados operando en Irak, cuya cifra de integrantes superan los 100.000 efectivos.
Según el analista militar, Peter Singer, autor del libro Guerreros Corporativos, el negocio de los ejércitos privados en el mundo representa "cerca de 100 mil millones de dólares en negocios globales, y operan en unos 50 países.
Bajo la influencia de Cheney y Rumsfeld el gobierno de EEUU comenzó a subcontratar con las corporaciones militares privadas, gran parte de las funciones operativas que tradicionalmente venían desarrollando las Fuerzas Armadas.
Según el diario Los Angeles Times, el Ejército de EEUU paga los servicios de unos 180.000 mercenarios de las empresas de seguridad en Irak, que superan en número a los 160.000 soldados del Pentágono desplegados en el país ocupado.
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