La OTAN y el terrorismo. Entrevista a Daniele Ganser

Raul Zelik
Sinpermiso
Traducción Ramona Sedeño
04/05/08

Durante décadas, los miembros de la OTAN en Europa Occidental mantuvieron unas llamadas "estructuras militares paralelas". Daniele Ganser –profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Basilea—ha probado en su investigación sobre Los ejércitos secretos de la OTAN que esas formaciones militares solían estar vinculadas con extremistas de derecha, además de implicadas en actividades terroristas. Se basa para ello, entre otras, en investigaciones sobre la Red Gladio italiana, cuya existencia fue confesada en 1990 por el entonces primer ministro Andreotti. Raul Zelik entrevistó al historiador suizo para el semanario alemán Freitag.

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Su investigación sobre los ejércitos secretos de la OTAN ha obligado recientemente al ministerio estadounidense de exteriores a un desmentido. ¿Qué resulta tan espectacular en sus investigaciones?

Yo he probado, por lo pronto, que los ejércitos secretos de la OTAN existen. Se puede entender que, por razones militares y estratégicas, hubiera algo así en el conflicto de bloques. A pesar de todo, eran ilegales. El segundo resultado importante de la investigación es que esos ejércitos secretos estaban coordinados por dos comités de la OTAN, el Clandestine Planning Comittee y el Allied Clandestine Comittee. Finalmente, lo que muestro –una demostración resulta aquí harto más complicada— es que esos ejércitos privados estaban en parte envueltos en atentados terroristas.

En Italia, la Red Gladio consistía no sólo en las llamadas unidades Stay-Behind [de retaguardia], encargadas, en caso de ocupación soviética, de organizar una resistencia anticomunista "tras las líneas". Los ejércitos secretos parecen haber apoyado, o aun promovido, en muchos países a grupos terroristas de extrema derecha. Y eso duró al menos hasta bien entrados los años 80…

Sí, eso puede documentarse en Italia, en Turquía, en Bélgica y en Francia.

Las víctimas de atentados de la extrema derecha como el de la estación de Bolonia eran civiles. ¿Qué interés puede tener un Estado en atacar a sus propios ciudadanos?

Se trata de propagar el miedo. La muerte de inocentes trae consigo que la población de un Estado exija más seguridad. Los servicios secretos logran más poder, y los gastos en defensa se incrementan. Además, se puede desacreditar a un enemigo político, cargándole el atentado. Esa estrategia ha funcionado estupendamente. Todo contado ha terminado por fortalecer a la OTAN, que temía un debilitamiento en su interior.

Como una excavación arqueológica en busca de cerámica antigua

Se refiere usted a la llamada estrategia de la tensión, que tanto dio que hablar en Italia. La idea de fondo es que una escalada intencionada del clima político interno tiene que legitimar una solución autoritaria de la crisis del Estado. En los años 70, se dio a conocer un manual militar estadounidense –el Field Manual 30-31B— que propugnaba una escalada de ese tipo. El Departamento de Estado norteamericano declaró entonces que ese manual era una falsificación soviética. ¿Ha estado usted expuesto a falsificaciones?

De lo que no cabe duda es de que a nosotros, los historiadores, nos resulta difícil investigar la estrategia bélica secreta de la OTAN. Casi todos los documentos originales están bajo siete llaves. Conocemos el documento SIFAR de 1959 y el Manual 30-31B, que sostiene que, en las situaciones oportunas, hay que realizar actos terroristas para mantener el control político. Teóricamente, es de todo punto concebible que ese manual hubiera sido falsificado por los soviéticos. Pero yo me apoyo también en mis investigaciones en declaraciones de colaboradores de los servicios secretos estadounidenses. En Ray Cline, por ejemplo, un antiguo alto mando de la CIA, y en el exjefe de la Logia P-2, Licio Gelli, quien cooperó estrechamente con la CIA para combatir al comunismo en Italia. Ambos han declarado que el Manual era auténtico.

En la puesta por obra del terrorismo no hay muchos implicados activos. Si las manifestaciones de estas personas coinciden con los hechos, se puede suponer que estamos ante un documento auténtico. Por lo demás, a mí no me resulta extraño que el gobierno de EEUU trate de negarlo todo.

¿Cómo se puede trabajar como historiador, si se dispone casi exclusivamente de fuentes secundarias?

Está en la naturaleza de los ejércitos secretos el que quieran substraerse a la investigación historiográfica. Por eso mi primera reconstrucción pasó por estudiar los debates en los distintos Parlamentos, a fin de averiguar lo que tenían que decir los jefes de gobierno y los ministros de defensa. De eso resultó claramente que existía una estructura Gladio. Además, hay depósitos secretos de armas enterrados. Disponemos, pues, de una hard evidence, comparable a las antiguas cerámicas que se excavan para reconstruir la historia.

Más difícil resulta probar los actos terroristas puestos por obra. Nunca quedan rastros escritos de eso. Nunca se encontrará un documento presidencial en el que conste: "Sírvanse ustedes ejecutar un atentado terrorista en Italia y échenle la culpa a los comunistas. Firmado: Richard Nixon". La estructura de mando en la guerra secreta funciona de otro modo. La indicación estratégica reza: "Hay que combatir al comunismo con todos los medios". En esas indicaciones nunca se especifica concretamente qué habrá de hacerse. La indicación viaja jerarquía abajo, y finalmente, los ejércitos secretos, las Special Forces y los servicios secretos, ejecutan las acciones. Pero también a este nivel lo que consta por escrito es poco.

Lo que puede entonces hacerse es preguntar a los protagonistas y atenerse a declaraciones como las del neofascista italiano Vincenzo Vinciguerra, quien a comienzos de los 90 dejó dicho esto: "Sí, ejecutamos esos atentados terroristas. Sí, fuimos cubiertos por el servicio secreto. Sí, eso se hacía en conexión con la OTAN". Análogas declaraciones pueden encontrarse en Francia y en Bélgica.

También Brandt y Schmidt cubrieron estructuras secretas

¿Por qué, a pesar de todo eso, nadie parece tener noticia de que los servicios secretos occidentales han levantado ejércitos paralelos con personal de la extrema derecha? Eso debería ser motivo bastante para reformar a fondo todo el sistema político.

En Alemania, la calma y el silencio al respecto tuvo que ver con la coyuntura política. Cuando fue descubierta en 1990 la existencia de ejércitos paralelos, estaban ya convocadas las primera elecciones de la Alemania unificada. La SPD [partido socialdemócrata] habló de Ku-Klux-Klan y exigió inmediatamente una Comisión parlamentaria de investigación. Los expertos en defensa cristiano-demócratas hicieron entonces saber a sus colegas socialdemócratas que también los gobiernos socialdemócratas de Brandt y Schmidt habían dado cobertura a las estructuras secretas. Así fue como se llegó a una mera audiencia parlamentaria a puerta cerrada y al consiguiente informe, convenientemente clasificado. Quedó así confirmada la existencia de grupos secretos de retaguardia, pero nada transcendió sobre la tesis del terrorismo y del extremismo de derecha.

Y es claro por qué la OTAN sigue sin soltar prenda. La OTAN se presenta como una Alianza antiterrorista. La contradicción es manifiesta.

¿Qué se sabe de las estructuras secretas en Alemania?

Una Comisión de investigación del Parlamento de Hesse constató ya en los años 50 que habían sido constituidas unidades de retaguardia (Stay-Behind), reclutando para ello a antiguos nazis. Evidentemente, la CIA confiaba en el credo anticomunista y en la pericia técnica de antiguos oficiales de las SS. En Hesse se quiso entonces destapar este escándalo. Pero los Tribunales federales se pronunciaron por la absolución. Tantas absolvederas resultaron incomprensibles en Hesse: porque los grupos secretos habían llegado a elaborar listas de condenados a muerte en las que figuraban nombres de sindicalistas y de socialdemócratas de izquierda. Ulteriores indagaciones fueron convenientemente bloqueadas, y nunca más ha vuelto a investigarse este asunto en Alemania.

En 1980, grupos de extrema derecha lanzaron una oleada de atentados: en la Fiesta de Octubre en Munich, contra la librería de un matrimonio judío y contra un asilo. Apenas se ha hablado sobre esos atentados. Pero los familiares de las víctimas de la Fiesta de Octubre muniquesa no han dejado de afirmar que las autoridades bloquearon la investigación a fondo del atentado. ¿Tiene usted revelaciones que hacer al respecto?

La tesis del autor solitario con que se quiso explicar el atentado de Munich no es muy convincente. El Grupo Deportivo de Defensa Hoffmann, del que procedía el atentado, estaba todo menos aislado. Gentes del ambiente del autor del atentado declararon en 1980 que Heinz Lembke, un miembro del NPD [Partido Nacional-democrático, sucesor legal del partido nazi en la RFA; T.] en la Alemania septentrional, les había proporcionado armas y material explosivo. Al tal Lembke se le dejó entonces en paz; las autoridades encargadas de la indagación, simplemente, ignoraron la información. Un año después, gentes que nada tenían que ver con todo este asunto dieron casualmente con un depósito de armas de Lembke. Fue detenido, lo que condujo a los investigadores a 33 depósitos de munición y explosivos en la campiña de Lüneburg. Lembke anunció más revelaciones, y poco tiempo después, fue hallado muerto en su celda, colgado.

Aquí todo cuadra: tenemos grandes depósitos con material bélico de la OTAN, imposible de adquirir por una sola persona. El extremista de derecha Lembke ha pasado armas a otro grupo de la extrema derecha, el Grupo Deportivo de Defensa Hoffmann. Ese grupo ejecuta, como está probado, atentados terroristas.

Hay que preguntarse por qué no se ha seguido esta pista. Habría sido fácil comprobar si los depósitos de armas de Lembke eran parte de la estructura secreta de la OTAN. El BND [Servicio Federal Alemán de Inteligencia, por sus siglas en alemán; T.] disponía de un catálogo de todos los depósitos de los grupos Stay-Behind. Con catálogos parecidos, se procedió en la Italia de 1990 a evacuar todos los depósitos. Porque en situación de extrema gravedad, alguien tenía que saber dónde estaban las armas y el material explosivo.

El estado de excepción, ¿nuevo paradigma de la forma de gobernar?

También habría podido comprobarse si las armas de Lembke tenían algo que ver con la estructura secreta de la OTAN...

... y si el material explosivo utilizado en Munich procedía de Lembke, y quién sabía de la cooperación entre esos extremistas de derecha. Si éstos habían actuado colaborando por su cuenta, significaría que no se podía controlar a esos grupos. Ya esto sólo bastaría para poner radicalmente en cuestión la estructura del Stay-Behind. Aún más grave sería, huelga decirlo, que un atentado así hubiera sido un medio para objetivos políticos conscientemente asumidos. No lo sabemos. Pero hay que constatar que las investigaciones se detuvieron en puntos decisivos, y siguen bloqueadas hasta el día de hoy.

El filósofo italiano Giorgio Agamben viene especulando desde 2001 con un estado de excepción como nuevo paradigma en la forma de gobernar... ¿No ocurre más bien que en los pasados 60 años lo que ha venido produciéndose es un paulatino robustecimiento autoritario del poder ejecutivo? Los ejércitos secretos y las redes informales ofrecen los rasgos de un Estado paralelo. Esas estructuras lo que vienen es a asegurar que los gobiernos de izquierda no puedan controlar el Estado y que la continuidad del poder se mantenga, aun a despecho de posibles cambios en los gobiernos.

¡Absolutamente! Los historiadores constatamos un creciente poder del Ejecutivo, más allá del control parlamentario. Cuando se hizo pública en 1990 la existencia del P-26, el ejército suizo secreto, las gentes sufrieron un shock, porque es propiamente imposible que exista una estructura estatal armada no controlada por el Legislativo. Con estructuras de este tipo, de las que casi nadie en el Parlamento tiene siquiera noticia, el Ejecutivo se construye un voladizo de poder.

Daniele Ganser es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Basilea. Su último libro: Los ejércitos secretos de la OTAN [Die NATO-Geheimarmeen. Inszenierter Terror und verdeckte Kriegführung, Editorial Orell Füssli, Basilea, 2008, 29,80 euros].

Traducción para www.sinpermiso.info: Ramona Sedeño

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