La disculpa que no presentó en Yad Vashem

Andrew Silverstein
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
14/01/08

El presidente Bush, con lágrimas en los ojos y con una kipá sobre la cabeza, visitó el jueves Yad Vashem, el Museo de Recuerdo del Holocausto en Jerusalén. Utilizando un argumento muy común estos días para mostrar la indiferencia no-judía y por lo tanto la complicidad en los sufrimientos judíos, Bush dijo, hablando de Auschwitz: “Deberíamos haberlo bombardeado.”

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Un artículo de Associated Press explicó que EE.UU. “decidió no bombardear el campo, las líneas de ferrocarril que llevaban en su dirección, o ninguno de los otros campos de la muerte, prefiriendo en su lugar concentrar todos los recursos en un esfuerzo militar más amplio.” El artículo calculó la cantidad de los muertos en el campo entre 1,1 y 1,5 millones.

Pero la historia dice algo diferente. EE.UU. no tuvo ni el conocimiento ni la oportunidad de bombardear Auschwitz hasta el verano de 1944. El campo fue liberado por las tropas soviéticas en enero de 1945, por lo tanto para cuando EE.UU. podría haberlo bombardeado, la vasta mayoría de los entre 1,1 y 1,5 millones de internos ya habrían sido asesinados.

En una historia muy bien documentada, (vea “The Holocaust in American Life” de Peter Novick) EE.UU. decidió no bombardear porque al hacerlo hubiera ciertamente muerto a grandes cantidades de internos, sin detener necesariamente la capacidad de los nazis para realizar el asesinato en masa. Los bombardeos aéreos en 1944, eran muy inexactos, hasta el punto de que el bombardeo de sólo partes del campo mientras se evitaba otros habría sido casi imposible. El bombardeo de líneas de ferrocarril no era algo que EE.UU. estuviera en condiciones de realizar efectivamente y por ello la opción ni siquiera fue considerada en serio.

A pesar de esta historia, la decisión de no bombardear es utilizada rutinariamente para fortalecer argumentos de que el Estado de Israel y por lo tanto sus políticas son necesarios para asegurar la supervivencia del pueblo judío. Un ejemplo notable son los comentarios del ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en Auschwitz e 1998: “Todo lo requerido era que bombardearan las vías férreas. Los aliados bombardearon los objetivos cercanos. Los pilotos sólo tenían que ajustar sus miras. ¿Piensan que no lo sabían? Lo sabían. No bombardearon porque en esa época los judíos no tenían un Estado, ni la fuerza política para protegerse.”

Más allá de invocar esas ideas, las palabras de Bush también pretenden que EE.UU. (y el Mundo) decepcionaron al pueblo judío y que por lo tanto tienen una cierta deuda con Israel (los anteriores sufrimientos judíos superan los sufrimientos palestinos). Las palabras de Bush también sirven para justificar su actitud ante numerosos temas internacionales: los bombardeos.

Sé que cuando visité Yad Vashem mis pensamientos no iban hacia fantasías de ataques aéreos sino más bien a mi familia, judíos de Europa Oriental. Me pregunto si Bush pensó en su abuelo Prescott Bush, quien fue director de IG Farben en 1942 cuando los activos de la compañía fueron confiscados bajo la Ley de Comercio con el Enemigo. Un informe oficial de 1942 que examinó los negocios de la compañía en Alemania concluyó que “esas propiedades (siderúrgicas y mineras) han constituido una ayuda considerable para el esfuerzo bélico de ese país (Alemania).” (Vea el artículo del Guardian de 2004 [en inglés]

Si Bush pensó honestamente en la historia, hubiera considerado los peligros de la especulación con la guerra y no habría buscado más oportunidades para bombardeos humanitarios.

Pero Bush no considera nada honestamente, prefiere basarse en una retórica trillada en exceso y refutada y Associated Press y Yad Vashem no están dispuestos a corregirlo.

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