Sarkozy quiere ampliar los poderes de la policía

Público
10/02/10

El Gobierno de Nicolas Sarkozy presentó ayer ante la Asamblea Nacional francesa una nueva ley para extender los poderes de la policía en todos los campos. El texto legislativo es una más del medio centenar de revisiones del Código Penal francés introducidas desde la llegada de Sarkozy a Interior, en 2002, y luego a la Presidencia, en 2007.

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En las páginas de sucesos de cualquier diario francés de provincias se leen historias de abuelos amenazados con navaja, de tiroteos a la salida de una discoteca, de estudiantes de Secundaria apaleados en liceos por bandas de rivales. Es decir: la Francia de siempre. Con Sarkozy o sin él, es un país donde no faltan sucesos, aunque el peligro de ser asesinado es menor que en otros de Europa. No obstante, la sensación personal de inseguridad es muy intensa y ha dominado la agenda política.

El torrente de leyes policiales desatado por Sarkozy desde el Ministerio de Interior propulsó su victoriosa carrera hasta el Elíseo. Ahora, cuando se acercan las elecciones regionales de marzo, un test de mitad de mandato sobre sus posibilidades de ser reelegido, quiere repetir receta.
46 duras medidas

El encargado de impulsar la paranoia es, esta vez, su implacable Brice Hortefeux, ministro de Interior. Y tampoco ahora viene suave: nada menos que 46 propuestas de mano dura con supuestamente nuevos delitos al parecer recién descubiertos.

Pero el contexto ha cambiado. Desde hace un año, las encuestas indican que el paro y el bajo poder adquisitivo vuelven a ser la preocupación número uno de los franceses, tras casi diez años en los que temían sobre todo por sus vidas.

Por otra parte, las cifras del independiente Observatorio Nacional sobre Delincuencia (OND) demuestran que los crímenes violentos están creciendo en Francia: un aumento del 14% entre 2003 y 2008. Bajo la batuta de Sarkozy, y pese al crecimiento exponencial de las detenciones (un 67% desde 2002, casi 900.000 por año actualmente), exigidas por cupo a los agentes del orden, por decisión del propio presidente.

Por último, unas elecciones sindicales torpedearon a Sarkozy bajo su línea de flotación: los policías nacionales votaron la semana pasada a sus representantes laborales y, contrariamente a lo que ocurría desde hace dos décadas, eligieron mayoritariamente a delegados de izquierda. Y es que ya no quieren que se les siga llamando los Sarkow-Boys, un mote que se les ha dado en las barriadas.

Hasta los policías, como otros funcionarios franceses, se han dado cuenta de que Sarkozy les coló un gol: la ruptura sarkozyana ha supuesto la supresión de 9.000 puestos de agentes del orden. 9.000 compañeros menos para aplicar 46 medidas más.

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