Por ahora, el hambre gana la batalla que emprende el mundo para combatirlo

Oleg Mitiayev
RIA Novosti
24/04/09

Los ministros de Agricultura de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón y Rusia reunidos en el formato G-8 (del 18 al 20 de abril, Italia) celebraron una conferencia dedicada a los alimentos y el hambre por primera vez en la historia.

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El motivo principal de la reunión fue analizar la fuerte alza de los precios de los alimentos en 2007 y comienzos de 2008. Sin embargo, en ese encuentro histórico, los ministros no pudieron dar respuestas concretas para solucionar el problema de la enorme cantidad de personas que padecen de hambre en el planeta.

En la declaración final, los ministros se manifestaron a favor de incrementar la producción agrícola mediante el aumento de las inversiones. La propuesta de establecer en el mercado de alimentos mecanismos reguladores a nivel global, para impedir alzas bruscas en los precios, no fue incluida en el documento final del encuentro.

En esa declaración, publicada el 20 de abril, los ministros de Agricultura reconocieron de manera oficial que no se cumplirá el compromiso de los países desarrollados de reducir a la mitad la población hambrienta del planeta en 2015, uno de los objetivos del Plan del Milenio aprobado por la ONU en el año 2000.

Es más, a consecuencia de la crisis alimenticia y económica global, se interrumpió el descenso lento y paulatino del número de hambrientos en el mundo en los últimos años.

Así, entre los años 1990 y 1992 la cantidad de personas que padecían hambre en los países subdesarrollados era del 20% y en el período comprendido entre 2003 y 2005 esa cifra se redujo al 16%.

Según cálculos recientes de la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura (FAO), a consecuencia de la crisis económica mundial la cantidad de personas que padecen hambre aumentó este año en 75-100 millones, y por primera vez, superará la barrera de los mil millones. Como consecuencia, la población hambrienta en los países subdesarrollados aumentó hasta el 18 %.

A pesar de la baja de los precios de la producción agrícola en comparación con los precios de hace un año, los precios actuales de todas maneras permanecen a niveles más altos que antes de que comenzara la crisis, y teniendo en cuenta el periodo de recesión económica, los productos alimenticios no están al alcance de la mayoría de la población de los países pobres.

Por eso, los ministros de Agricultura del G-8 en su conferencia de Italia invitaron a representantes de países con economías emergentes como China e India y también a los principales exportadores agrícolas como Brasil y Argentina.

Todos los presentes en la conferencia constataron que la situación en el mercado de alimentos no ha mejorado en el tiempo transcurrido desde la crisis alimenticia.

Esto significa que las medidas emprendidas por los países más influyentes para combatir el hambre en el mundo son insuficientes y permanentemente están rezagadas ante nuevas situaciones y desafíos.

No obstante, en su declaración final los ministros de Agricultura del G-8 reiteraron una vez más su disposición a vencer el hambre.

Los ministros aconsejaron aumentar la inversión privada y estatal en el sector agrícola, además, apoyaron los principios básicos como rehusar al proteccionismo comercial, estimular las inversiones en la investigación científica en la agricultura y también debatieron asuntos sobre seguridad alimentaria.

En la declaración final faltaron ideas nuevas sobre cómo se debe vencer el hambre, a pesar de que durante los preparativos para el encuentro se escucharon propuestas interesantes.

Como la expuesta por Italia y Francia, y apoyada por Rusia en el sentido de crear una reserva global de cereales para luchar contra los especuladores y evitar turbulencias de los precios en el mercado mundial.

Esta propuesta fue bloqueada por Estados Unidos y otros países so pretexto de que este mecanismo no será eficaz, aunque en el documento final de la conferencia se mencionó que la propuesta italo-francesa será motivo de estudios posteriores.

La ministra rusa de Agricultura, Helena Skrinnik, se manifestó a favor de crear un sistema global de administración de las reservas de alimentos, con vistas a que se convierta en mecanismo regulador de los mercados alimenticios del mundo.

Skrinnik invitó a sus colegas del G-8 a participar en el Foro Mundial dedicado a los Cereales (San Petersburgo, junio de 2009) en el que se continuará el debate sobre la política de precios de la producción agrícola.

Según expertos, en la conferencia de ministros de Agricultura del G-8 predominó la opinión de que mediante el aumento de las inversiones en la agricultura en todo el mundo, se podrá aumentar la producción de alimentos de tal manera de que sean accesibles a todos, incluso a los países pobres.

Una circunstancia curiosa es que a consecuencia de la crisis de alimentos, el capital extranjero decidió invertir en la agricultura de los países pobres. Países con grandes reservas de divisas como Arabia Saudita, China y Corea del Sur compran tierras de cultivo en los países pobres para alimentar a su propia población.

Algunos expertos de la FAO consideran que este proceso permitirá a los países pobres adquirir nuevas tecnologías para incrementar su producción agrícola y, de paso, ayudar a solucionar el problema de la escasez de alimentos.

Por el contrario, otros expertos califican esta situación como una "segunda edición de colonialismo", cuyo resultado será que los inversores extranjeros se apoderaran de los recursos agrícolas de los países pobres lo que los harán más pobres.

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