La "derechización militarista" - El "gobierno de guerra" de Israel y el plan nuclear iraní: Un estallido anunciado

IAR Noticias
17/03/09

La asunción de un gobierno ultraderechista encabezado por Netanyahu en Israel, así como la visita y las reuniones mantenidas el lunes por el jefe del Ejercito israelí con las primeras líneas de funcionarios de la Casa Blanca y el Pentágono, configuran para la prensa norteamericana señales claras de una "derechización militarista" del conflicto en Medio Oriente.

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Las posibilidades de un "gobierno de guerra" en Israel se reforzaron con la noticia de que el ultraderechista sionista, Avigdor Lieberman, dirigirá la política exterior en la futura administración, función que ya acordó con Benjamín Netanyahu, el próximo jefe de Gobierno israelí.

Si no se produce algún cambio inesperado en los próximos días, la mano derecha de Netanyahu, será entonces su futuro canciller, el ultraderechista Avigdor Lieberman, quien basó su campaña electoral en la incitación al odio entre judíos y musulmanes.

El acuerdo del Likud con Lieberman, y del partido Israel Beitenu, se firmó el lunes y consigna que la agrupación ultraderechista, la tercera fuerza del país, obtendrá el ministerio de Relaciones Exteriores, al igual que los de Seguridad Interior, Infraestructura, Turismo e Integración (inmigración).

Tras el acuerdo de Netanyahu con Lieberman, el secretario general adjunto de la Liga Arabe, Mohamed Sobeih, dijo que "la formación de un gobierno de extrema derecha es un mensaje claro que significa el rechazo de todas las formas de paz".

Javier Solana, jefe de política Exterior de la Unión Europea, dijo el lunes que si el nuevo gobierno ultraderechista de Israel no apoya la solución de los dos Estados para dos pueblos, avalada por los países árabes y todo occidente, "podría haber consecuencias".

Según coinciden varios analistas del ala conservadora de la prensa norteamericana, la ultraderecha en el gobierno del Estado judío reconfigura un escenario fundamentado en la hipótesis de que Netanyahu reiniciará la invasión y ataques a Gaza.

La asunción de un nuevo gobierno controlado por la ultraderecha producirá una nueva escalada de la violencia en un escenario donde posiblemente Hezbolá atacará a Israel desde el norte, obligando al Estado judío a atacar centros de la organización armada en Damasco, Siria, estiman desde los sectores conservadores de EEUU.

Esto, según las hipótesis en boga, creará las condiciones para que Irán ataque instalaciones petroleras en Medio Oriente vitales para EEUU e Israel, al tiempo que Irán seguirá desarrollando aceleradamente su plan nuclear.

De acuerdo con un reciente informe del Pentágono, la victoria del ultra-derechista sionista Benjamin Netanyahu como primer ministro de Israel, aumenta la "probabilidad de guerra en el corto plazo en Medio Oriente al 55%".

La estimación generalizada en el mundo árabe es que el fracaso militar de la operación "Plomo Fundido" para terminar con la estructura político-militar de Hamás "derechizó" aún más al poder y a la sociedad israelí, que no concibe su existencia con un "Irán nuclear" y con Hamás y el resto de la resistencia palestina en pie.

Otros analistas afirman que, en el caso de la amenaza iraní de una tercera guerra mundial como en el de la decisión de Israel de evitar "a todo precio" que Teherán se convierta en una potencia atómica, hay elementos de guerra psicológica, pero la tensión bilateral y el miedo al futuro son reales en ambos bandos.

El lunes, el jefe de Estado Mayor israelí, teniente general Gabi Ashkenazi, quien se encuentra en una visita oficial en EEUU, señaló que la amenaza iraní podría ser manejada a través de sanciones, pero insistió en que un ataque militar israelí es una "seria" opción.

Ashkenazi reiteró que cualquier decisión definitiva en relación a un posible curso de acción de Israel contra Irán sería realizada por el Gobierno y no por él, añadiendo que como jefe de Tzáhal fue consultado para preparar diversas contingencias y que una operación militar es una posibilidad concreta.

El jefe del Ejército judío se reunió con el Asesor de Seguridad Nacional de de la Casa Blanca, James Jones, y su visita a Washington incluyó una reunión con el consejero sobre Irán del presidente Barack Obama, Dennis Ross, en lo que la prensa norteamericana interpretó como una maniobra de presión para impulsar acciones inmediatas contra Teherán.

La visita de Ashkenazi al Pentágono también incluyó reuniones con la Junta de Jefes de Estado Mayor estadounidense, donde -según la prensa- habrían desarrollado informes sobre el avance tecnológico de Irán en su capacidad para desarrollar la fabricación de una bomba nuclear.

Un informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), a fines de noviembre, alertando que Irán ya está "en capacidad de fabricar una bomba nuclear" sirvió de argumento para montar una operación internacional en gran escala encabezada por Israel y EEUU, contra el programa atómico de Teherán.

Bajo la consigna de que hay que "parar a Irán" las potencias sionistas y los "socios" árabes del eje USA-UE lanzaron desde la ONU una campaña de presión internacional que podría derivar en un endurecimiento extremo de las sanciones económicas y en un proceso de aislamiento de Irán, cuyo resultante podría desembocar en una escalada militar a corto plazo en el Golfo Pérsico.

Todas las señales indican que en el presente la "opción diplomática" (como consecuencia de la presión de EEUU e Israel) está ingresando en una "fase dura" en el Consejo de Seguridad de la ONU donde las potencias debaten acciones extremas contra Teherán, como el bloqueo económico y el cerco militar frente a las usinas iraníes en el Golfo Pérsico.

Los observadores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) advirtieron en su último informe que Irán dispone del suficiente uranio enriquecido para fabricar una bomba nuclear, según lo publicó en noviembre el diario estadounidense The New York Times.

Tel Aviv siempre dejó en claro que un Irán en posesión de armamento nuclear es la "máxima amenaza" para su supervivencia y seguridad. Si bien el régimen de Teherán -como consigna el informe de la AIEA- todavía no tiene la bomba, ya está en capacidad de empezar a fabricarla.

En su última reunión en Washington, las grandes potencias sionistas implicadas en las discusiones sobre el programa nuclear iraní ratificaron su propósito de ejercer presión sobre Teherán para que renuncie a ese programa.

Para los expertos en EEUU, siempre estuvo claro que la delgada "línea roja" que separa a la guerra de la paz en Medio Oriente está marcada por la evolución del programa nuclear iraní.

Un documento militar difundido en la última semana de noviembre de 2008 por el influyente diario judío, Haaretz, revelaba que el Estado Mayor de las fuerzas armadas israelíes ya cuenta con un "plan de contingencia" para atacar a Irán, más allá de la decisión de EEUU y de las potencias centrales en la ONU.

Como ya venía advirtiendo la prensa norteamericana, la plana mayor militar del Estado judío (igual que los halcones conservadores USA) teme que posibles negociaciones de la administración de Obama postergue las acciones militares dándole al régimen de Teherán un tiempo valioso para avanzar en la construcción de una bomba nuclear.

Según los principales diarios y analistas estadounidenses (The New York Times y The Washington Post, entre ellos) tanto EEUU como Israel ya tienen planificado al detalle un ataque, junto o por separado, contra las usinas nucleares de Irán.

Como se sabe, Washington "contuvo" hasta ahora a los halcones israelíes argumentando que había que agotar la "opción diplomática" antes de pasar a una "opción militar" orientada a desmantelar el programa nuclear iraní.

Según The Washington Post, los halcones que gestionan Defensa y la política exterior de Obama no descartan la participación de la OTAN (el brazo armado de la alianza USA-UE) en maniobras de presión militar contra Irán en Golfo Pérsico.

En ese entramado, un "frente árabe aliado" compuesto por los socios regionales de EEUU e Israel podría jugar un papel clave, complementario de la OTAN, en una estrategia de aislamiento económico, político y militar de Irán, como clima previo para acciones militares consensuadas contra sus plantas nucleares.

Para algunos medios, como The New York Times, se huele algo así como una "operación final" para obligar a Irán al abandono de su programa nuclear sin que se llegue a la "opción militar" preparada por el Pentágono.

Sin embargo, otros medios no creen que EEUU otorgue "luz verde" para un ataque militar a las usinas iraníes antes de encontrar una solución conjunta para Afganistán y Pakistán donde la creciente ofensiva de los talibanes complica cualquier salida en Medio Oriente.

No obstante, el fantasma de un ataque militar sorpresa de Israel a las usinas nucleares iraníes (unilateral o con EEUU) siempre está presente y puede precipitar el desenlace de los acontecimientos y dejar en la nada la "opción diplomática" con Irán en la ONU.

De acuerdo con The Washington Post, con la ultraderecha belicista controlando las decisiones del gobierno de Israel se incrementan de un ataque sorpresa a las usinas de Irán a modo de "hecho consumado" para obligar a EEUU a intervenir en las operaciones.
Según el Post, el estado mayor militar israelí se juega a que un posible (y lógico) contraataque iraní, a su vez, podría consolidar al frente de los "aliados árabes" y las potencias de la OTAN dentro de una operación militar abierta contra Irán y sus instalaciones nucleares.

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