Pese a los costos en vidas, Bush y Cheney defienden la aventura estadounidense en Irak

David Brooks
La Jornada/Rebelion.org
22/03/08

Después de entre 80 mil hasta un millón de civiles iraquíes muertos (nadie sabe cifras precisas), casi 4 mil soldados estadunidenses muertos y 30 mil heridos, más de 500 mil millones de dólares en gastos para la invasión y ocupación de Irak, de más de 900 mentiras y engaños de los más altos funcionarios del gobierno, la guerra en Irak cumplió cinco años –la segunda más larga en la historia bélica de Estados Unidos–, mientras el presidente George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney dijeron que vale la pena su misión para salvar al planeta de la amenaza “terrorista”.

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Y ante el hecho de que una gran mayoría de estadunidenses se opone a la guerra, la Casa Blanca respondió: ¿y qué?

La guerra comenzó hace cinco años con el asalto aéreo relámpago llamado shock and awe para demostrar el poderío de las fuerzas estadunidenses, seguido por el inicio de la invasión. Tres semanas después se anunció la “caída de Bagdad” y a seis semanas se trasmitió el famoso discurso de Bush desde un portaviones con el mensaje central impreso en una enorme manta detrás del comandante en jefe: “misión cumplida”.

Los meses pasaron con olas de violencia atribuidas a “terroristas” en ese país llamado por Bush “frente central” de la guerra global contra el “terror”. Pero poco a poco empezaron a derrumbarse los argumentos oficiales para justificar la guerra, empezando por la fracasada búsqueda de algo que no existía: las famosas armas de destrucción masiva.

Se reveló que la “inteligencia” estadunidense no era del todo confiable, hubo filtraciones de graves disputas en el gobierno sobre cómo proceder y encubrir tanto los engaños como los errores, cómo suprimir información que era contradictoria a la versión oficial y hasta cómo callar y/o descalificar a disidentes y críticos dentro y fuera del gobierno.

El gobierno giró órdenes para prohibir la toma y distribución de fotos de cadáveres y ataúdes que regresaban a Estados Unidos desde el frente de guerra. Los grandes medios, con algunas notables excepciones, colaboraron en propagar y nutrir la versión oficial de las justificaciones de la guerra y obedecieron sus dictámenes.

Varios medios de los más influyentes llegaron a tal extremo que un par de años después se vieron obligados a explicarse públicamente y ofrecer disculpas.

Pero con la ayuda de heroicos y valientes periodistas en este país y el exterior se conocieron reportajes y fotos que registraban la realidad de la guerra: el famoso caso de Abu Ghraib, los abusos y asesinatos de civiles, la destrucción de la infraestructura, la increíble historia de la toma de decisiones con consecuencias catastróficas por altos mandos en Irak y en Washington, los programas secretos de detención y tortura de sospechosos de “terrorismo” en varios puntos del mundo, el campo de concentración de Guantánamo, y más.

Las cifras sobre los costos de la guerra son abrumadoras. Además de los muertos, heridos y desplazados, los suicidios, trastornos mentales, discapacitados y otros saldos que crecieron de manera incesante en estos cinco años, Estados Unidos ha gastado más de 522 mil millones en Irak, y este año se espera un gasto superior a los 160 mil millones. Pero son sólo costos de corto plazo: el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz calcula los costos a largo plazo en más de 3 billones de dólares.

Según cálculos de los economistas Robert Pollin y Heidi Garrett-Peltier, de la Universidad de Massachusetts, publicados en The Nation, con los 137 mil millones asignados a Irak en el presupuesto federal de 2007, el gobierno podría haber dado seguros de salud a los 45 millones de estadunidenses que no los tienen, contratado a 30 mil maestros de escuelas públicas y construido 400 escuelas más.

Los contratistas privados son los más beneficiados por el gasto militar en esta guerra, con un total de 294.9 mil millones en 2006. Así, las acciones de empresas militares se han incrementado 20 por ciento sólo el año pasado, y sus ejecutivos reciben millones de dólares en gratitud por su servicio.

Hoy Bush defendió su aventura bélica aun cuando reconoció que “a cinco años del inicio de esta batalla hay un debate entendible sobre si valió la pena luchar la guerra y si la lucha vale ganarse, y si podemos ganarla. Las respuestas son claras para mí… ésta es una lucha que Estados Unidos puede y tiene que ganar”.

Y se atrevió a pintarla de colores optimistas al insistir en que las cosas van mejorando y que todo indica que culminará con un triunfo, ya que incrementar el número de tropas este año “abrió la puerta a una importante victoria estratégica en la guerra contra el terror”, y que “el alto costo en vidas y tesoro” valdrá la pena.

A Cheney, quien en Irak proclamó la guerra como “un esfuerzo exitoso”, ABC News le pidió hoy su opinión de que dos tercios de los estadunidenses dicen que la guerra no vale el costo en vidas y fondos. “¿Y qué?”, respondió.

La algo incrédula corresponsal preguntó si no le importaba lo que piensa el pueblo estadunidense, y Cheney respondió que uno tiene que aguantar las críticas y las dudas y no ser “desviado del curso” por las encuestas públicas. Afirmó que estaba seguro de una victoria.

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