Renuncia Fidel Castro a un nuevo periodo como jefe del Estado cubano

La Jornada
19/02/08

Obligado por su enfermedad, Fidel Castro cerró hoy un ciclo histórico en Cuba al renunciar anticipadamente a ejercer un nuevo periodo como jefe de Estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas, con lo cual abrió paso al relevo en esas posiciones sin perder influencia política, mientras el país, animado por un debate nacional, se enfrenta a la interrogante de qué cambiar y a qué ritmo hacerlo, para preservar el sistema socialista.

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“No aspiraré ni aceptaré, repito, no aspiraré ni aceptaré, el cargo de presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe”, dijo Castro en un mensaje difundido aquí desde la madrugada del martes. “Traicionaría… mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total, que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. Lo explico sin dramatismo”.

El aviso alude a que la sesión inaugural de la nueva Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, parlamento) tendrá que elegir el domingo entre sus 614 diputados, incluso el propio líder cubano, a un nuevo Consejo de Estado que estará en funciones cinco años.

Con su decisión, Castro logró garantizar una sucesión pacífica, sin perturbaciones sociales, sin injerencia de Estados Unidos y, además, con una discusión abierta sobre el futuro del país.

Pero el anuncio se produjo mientras las fuerzas armadas regulares y los escalones de reservistas y milicianos participan en una movilización que arrancó el 31 de julio de 2006, precisamente cuando estalló la crisis de salud del mandatario, y concluirá en noviembre próximo con un vasto ejercicio nacional, cuando haya sido electo un nuevo presidente de Estados Unidos.

El mensaje de Castro también cerró virtualmente el interinato presidencial que ha ejercido hace 19 meses su hermano menor, Raúl, segundo hombre al mando en el país, quien ahora queda ante la posibilidad de encabezar las instituciones con plenos poderes.

Fidel Castro es presidente del Consejo de Estado, un cargo que equivale al de jefe de Estado y de gobierno, desde que ese organismo fue creado en la Constitución de 1976. Su protagonismo institucional se remonta a febrero de 1959, poco después de que triunfó la revolución que él mismo encabezó, cuando fue nombrado primer ministro por el entonces presidente Manuel Urrutia.

Su ascendiente al frente del movimiento impulsor de la revolución cubana quedó explícitamente reconocido en una reunión celebrada el 3 de mayo de 1958, en un pequeño paraje de la Sierra Maestra llamado El Alto de Mompié.

Guerrilleros y activistas de la lucha clandestina adoptaron entonces una política de mando único y centralizado en la figura de Fidel Castro, quien fue designado secretario general del Movimiento 26 de Julio y comandante en jefe de todas las fuerzas revolucionarias de la montaña y las ciudades.

Pero el liderazgo efectivo de Fidel Castro procede de su trabajo conspirativo al frente del grupo que asaltó el Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, en el primer hecho de armas del levantamiento rebelde, y continuó en la expedición del yate Granma, tres años más tarde.

Como había sugerido en la cesión de poderes de 2006, Castro mostró su interés por que la nueva dirigencia se construya con una combinación de generaciones. En su mensaje recordó que aún viven “cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la revolución”.

Esos hombres, dijo Castro refiriéndose, sin nombrarlos, a personajes como Raúl, Juan Almeida y Ramiro Valdés, entre los primeros, y José Ramón Machado y Abelardo Colomé entre los segundos, “cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el remplazo”.

También sin citar nombres recordó a la “generación intermedia”, como la de Carlos Lage, “que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución”.

El Consejo de Estado que surgirá el domingo tendrá que nombrar de inmediato un nuevo gabinete ministerial, para formar en conjunto un equipo dirigente, de antemano interpelado por la sociedad sobre el alcance y la naturaleza de los cambios que ahora dominan desde la conversación callejera hasta el análisis académico.

“Deseo combatir como un soldado de las ideas”

Aunque concluye su función institucional, Castro anunció que sesguirá trazando línea. “No me despido de ustedes. Deseo sólo combatir como un soldado de las ideas. Seguiré escribiendo bajo el título Reflexiones del compañero Fidel”.

En el mismo mensaje anticipó, como suele hacerlo, en forma elíptica, su incursión en el debate, como en este rechazo a los extremismos: “Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética o la autoflagelación como antítesis”.

Cauto, no dejó de trazar lo que ve como fronteras de la situación nacional: “Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse”. Y siempre Estados Unidos: “El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo”.

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