Los proyectos ultraimperiales del senador John McCain
Serge Halimi
Le Monde Diplomatique
Traducido por Caty R.
Rebelión
17/02/08
Las victorias del 12 de febrero del senador John McCain en la ciudad de Washington y en los Estados de Virginia y Maryland, casi garantizan que se convertirá en el candidato del partido republicano a las elecciones presidenciales del próximo 4 de noviembre. McCain todavía choca con la hostilidad de numerosos conservadores, pero esa oposición no parece que sea un peligro importante. Y eso no significa que el senador de Arizona sea un progresista. Ni tampoco un centrista…
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McCain debe una buena parte de su éxito al apoyo de electores independientes y republicanos moderados (1). El senador de Arizona, en efecto, ha tomado posiciones que rompen con la ortodoxia de su partido en la cuestión de la financiación política (beneficiario de sobornos de las cajas de ahorros en los años ochenta, McCain después se volvió inflexible), el restablecimiento de relaciones normales con Vietnam, la denuncia de la tortura y la revocación de las reducciones de impuestos decididas por el Presidente George W. Bush al principio de su mandato, que no iban acompañadas de una reducción correlativa del gasto público. Y sobre todo se ha opuesto a los ultras de su partido en el asunto de la inmigración y en el de la imposición a todos los estadounidenses de los «valores tradicionales» de la derecha religiosa.
Sin embargo, en materia de política exterior, McCain no tiene nada que envidiar a los «halcones» más alucinados. Por otra parte, también es en este terreno «diplomático» donde Rudolph Giuliani, Mitt Romney y numerosos intelectuales neoconservadores se alinearon para justificar su adhesión al senador de Arizona. Porque se presenta como el heraldo de una «nación judeocristiana» frente al «islamofascismo» y porque «ya ve» la victoria en Iraq, «principal frente de la guerra contra el terrorismo», así que llegados a este punto y valorando las opciones, McCain les parece, con mucho, preferible a Hillary Clinton o Barack Obama.
En un texto publicado en el mes de noviembre pasado por la revista Foreign Affairs, el probable candidato republicano a la elección presidencial enumeró sus proyectos diplomáticos. Incluyen, manteniendo la base del liberalismo comercial, la continuación de la guerra en Iraq, llegado el caso, con el refuerzo de personal estadounidense; el incremento de los gastos militares; un acusado endurecimiento de las relaciones con Rusia (en lo sucesivo excluida de las reuniones del G8); la creación de una «Liga de las democracias» destinada a sustituir a las Naciones Unidas cada vez que Estados Unidos y sus aliados deseen actuar sin que se lo impida la Carta de la ONU; y, finalmente, un enfoque más agresivo de las relaciones con China y con los Estados recalcitrantes de América Latina, especialmente Venezuela.
Si McCain resulta elegido -y su voluntad se impone en los demás países del mundo- el imperio estadounidense tiene días de gloria en perspectiva. Porque Estados Unidos consolidará sus capacidades militares, ya apabullantes, ofendiéndose totalmente cuando otras naciones, no aliadas, tengan la desfachatez de pretender bastante menos; Utilizará el comercio como un arma diplomática pero prohibirá a cualquier otro Estado hacer lo mismo; por lo tanto no es nada sorprendente que el candidato republicano haya precisado de entrada que: «Teniendo en cuenta los peligros actuales, nuestro país no puede permitirse el tipo de melancolía, desorientación y apocamiento que siguió a la guerra de Vietnam. El próximo presidente debe estar dispuesto a conducir a Estados Unidos y al mundo a la victoria» (2).
¿Cómo se propone actuar el senador de Arizona si el 20 de enero de 2009 llega a ser el presidente de Estados Unidos?
Rearme:
«Nuestras fuerzas armadas están muy dispersas y no son suficientes. Aumentaré el personal del ejército de tierra y la marina pasando de los 750.000 soldados previstos a 900.000. […] Todavía podemos gastar más en nuestra seguridad: actualmente dedicamos menos del 4% del producto nacional bruto, lo que es sensiblemente inferior a nuestro esfuerzo de la época de la Guerra Fría» (3).
Iraq:
«Los últimos años de fracaso en Iraq han demostrado que EEUU sólo debe hacer la guerra con un número suficiente de soldados y planes realistas de victoria. Ese no fue el caso. Nuestro país y el pueblo iraquí pagaron el precio. Ha sido necesario esperar cuatro años para que, gracias a los refuerzos de personal militar, Estados Unidos adopte una estrategia contra la insurrección que nos brinda una oportunidad realista de éxito. Tenemos que ganar. Las consecuencias de un fracaso serían espantosas: una derrota histórica que permitiría pensar a los extremistas islámicos que, tras vencer a la Unión Soviética en Afganistán y a Estados Unidos en Iraq, el mundo les pertenece y todo es posible; convertirían un Estado en un refugio terrorista en pleno corazón de Oriente Próximo; una guerra civil podría desembocar en un conflicto regional e incluso en un genocidio; Irán se consideraría invitada a dominar Iraq y la región».
Irán:
«Irán, padrino principal del terrorismo, continúa su búsqueda de armas nucleares y los medios para utilizarlas. Protegido por un arsenal nuclear, Irán podría, todavía más, fomentar y organizar atentados terroristas contra cualquier enemigo real o supuesto, incluido Estados Unidos, y abastecer de armas nucleares a su red de clientes terroristas. El próximo presidente tendrá que enfrentarse directamente a esta amenaza, empezando por imponer sanciones económicas y políticas más duras. Si las Naciones Unidas se muestran poco dispuestas a actuar, Estados Unidos y los países que comparten nuestros temores debemos imponer sanciones comerciales, por ejemplo sobre la exportación de petróleo refinado. […] Una acción militar no es nuestra opción preferida, pero no debemos excluirla».
Liga de las democracias:
«La OTAN comenzó a promover asociaciones entre la Alianza y las grandes democracias de Asia y otros lugares. Debemos llegar más lejos asociando a todas las naciones democráticas en una organización común: la Liga de las democracias, que podría actuar cuando la ONU no lo hace: para la disminución del sufrimiento humano en Darfur (4), la lucha contra el sida en el África subsahariana, la mejora de las estrategias para encauzar las crisis relacionadas con el medio ambiente y para facilitar el acceso a los mercados de los países que aceptan las libertades económicas y políticas».
Además, el senador McCain menciona la posibilidad de una intervención de dicha Liga de las democracias (cuya primera cumbre convocaría en el mismo año de su toma de posesión) en Zimbabue y Birmania (contra los regímenes existentes) o en Serbia y Ucrania (para apoyar a las «democracias en peligro»).
Rusia:
«Hace quince años, el pueblo ruso derrotó la tiranía comunista y pareció resuelto a construir una democracia, un mercado, y a integrarse en Occidente. Actualmente observamos que se cuestionan las libertades políticas, que el liderazgo (ruso) está dominado por una camarilla de ex agentes de los servicios secretos, que se multiplican los intentos de intimidar a antiguos aliados, como Georgia, y de manipular la dependencia de Europa del petróleo y el gas. Frente a una Rusia revanchista, Occidente debe adoptar un enfoque común. Debemos comenzar decidiendo que el Grupo de los ocho países más industrializados (G8) vuelva a ser un grupo de democracias de mercado. Lo que supone incluir a Brasil y la India y excluir a Rusia».
China:
«China y Estados Unidos no están condenados a ser adversarios. […] Pero cuando China construye nuevos submarinos, nuevos aviones de combate, moderniza su arsenal balístico y hace pruebas con armas ‘antisatélites’, tenemos derecho a preguntarnos qué significan esas actuaciones provocadoras».
Venezuela:
«Tenemos que contradecir la propaganda de los demagogos que amenazan la seguridad y la prosperidad de las Américas. Hugo Chávez ha puesto en marcha el desmantelamiento de la democracia debilitando el Parlamento, los tribunales, los medios de comunicación, los sindicatos libres y las empresas privadas. Su régimen compra armamento sofisticado y busca la creación de un eje antiestadounidense. Mi administración se empleará en la oposición a una influencia tan nociva».
Y la campaña no ha hecho más que empezar…
Notas:
(1) En Estados Unidos, cuando un elector se inscribe en los padrones electorales, indica su preferencia partidista -demócrata, republicano, independiente, otro-, la cual determina, en muchos Estados, las primarias en las que podrá participar: un elector que se inscriba como demócrata, en general (cada Estado establece sus propias normas), no podrá votar en las primarias republicanas. Pero, casi siempre, un elector «independiente» (hay más de cuarenta millones) podrá elegir si vota en las primarias republicanas o demócratas (es, por ejemplo, el caso en New Jersey, pero no en Nueva York, donde las primarias demócratas se reservan sólo a los demócratas). Hasta ahora, la mayoría de los electores «independientes» que votaron en las primarias demócratas eligieron Barack Obama; de los independientes que votaron en las primarias republicanas, la mayoría prefirieron a McCain.
(2) John McCain, «An Enduring Peace Built on Freedom», Foreign Affairs, noviembre-diciembre 2007. (Las siguientes citas son de este mismo texto).
(3) El último presupuesto, propuesto en enero de 2008 por la administración Bush, prevé un despegue de los gastos militares, que llegarán a los 515.000 millones de dólares en el ejercicio fiscal de 2008 (del 1 de octubre de 2007 al 30 de septiembre de 2008) y a 585.000 millones de dólares en el ejercicio fiscal de 2009, lo que representa un 4,5% del PIB.
(4) En el caso de Darfur: «El genocidio reclama al liderazgo estadounidense. Mi administración pondrá en marcha todos los medios de la fuerza estadounidense para poner fin a los inadmisibles actos de destrucción humana que están ocurriendo».
Serge Halimi es periodista del mensual Le Monde diplomatique, y autor del libro Les Nouveaux Chiens de Garde (Los nuevos perros guardianes), Raisons d’agir, 2ª edición, 2005.
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