El Sol determina el campo magnético de Mercurio

EuropaPress
30/04/09

Una serie de estudios que se publican esta semana en la revista 'Science' presentan los datos recopilados gracias a la última misión de reconocimiento de la sonda Messenger sobre Mercurio y revelan nuevos datos sobre la historia y el ambiente actual del planeta.

La misión Messenger revela, entre otros aspectos, la fuerte influencia del Sol sobre el campo magnético de Mercurio.

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La misión Messenger es la segunda visita de una nave espacial a Mercurio y la primera desde la misión Mariner 10 desde mediados de los años 70. El reciente paso del Messenger, en octubre de 2008, es el segundo de tres recorridos que tendrán lugar antes de que la nave espacial entre en órbita alrededor de Mercurio en 2011.

Dos de los estudios se centran en la magnetosfera de Mercurio, que es muy sensible al campo magnético del Sol, y en su fina capa atmosférica, cuya composición se ve a su vez influida por la magnetosfera.

El equipo de James Slavin en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt informa de observaciones de reconexiones magnéticas intensas, un proceso en el que las líneas de campos magnéticos interplanetarios se unen a las líneas de campo magnetosféricas transfiriendo energía del viento solar a la magnetosfera. La reconexión magnética en Mercurio es 10 veces más intensa que en la Tierra, en gran parte debido posiblemente a la proximidad de Mercurio al Sol.

En un segundo estudio, el equipo liderado por William McClintock en la Universidad de Colorado en Boulder detectó magnesio, calcio y sodio en la fina atmósfera de Mercurio. Las distribuciones de estos elementos podrían arrojar luz sobre los procesos que funcionan en esta capa.

Otros dos trabajos se refieren a las nuevas imágenes tomadas por la Messenger de la superficie de Mercurio. El equipo de Brett Denevi en la Universidad del Estado de Arizona en Tempe analizó los datos casi globales proporcionados por el MESSENGER y el Mariner 10 y descubrieron que una fracción importante de la superficie de Mercurio es volcánica en origen. La corteza del planeta probablemente se formó por la erupción de magmas de diferentes composiciones a lo largo de un amplio periodo de tiempo.

Como la Luna, la superficie de Mercurio está salpicada de cráteres derivados de impactos. Un trabajo dirigido por Thomas Watters en el Instituto Smithsoniano de Washington analiza la cuenca de Rembrandt, que fue descubierta durante el segundo paso de MESSENGERA y es la segunda en tamaño después de la cuenca Caloris, la más grande de Mercurio.

A diferencia de Caloris, Rembrandt no está rellena por completo de material volcánico por lo que los investigadores fueron capaces de detectar patrones únicos de deformación tectónica, algunos de ellos causados por contracciones del planeta a medida que se fue enfriando su interior con el paso del tiempo.

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