Grecia y Dubai ponen de relieve la inestabilidad del sistema financiero
Gillian Tett
Financial Times / IAR Noticias
30/11/09
El riesgo de siniestro está presente en los miembros del mercado. la conmoción vivida en 2007 y 2008 ha dejado en los inversores secuelas comparables a las de los veteranos de guerra.
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El mundo de los derivados podría vivir un nuevo hito esta semana: el coste de protección frente a impago de los bonos de Grecia, utilizando derivados crediticios, puede superar por primera vez por encima de la métrica comparable, a Turquía. Hace tan sólo dos años, la noticia habría parecido casi inconcebible para la mayoría de los operadores de swaps de impago frente al crédito (CDS), y no digamos para los políticos griegos.
Después de todo, en 2007, la rentabilidad de los CDS, como la de muchos mercados emergentes, se situaba a 500 puntos básicos sobre los riesgos fiscales. Grecia, en cambio, estaba más cerca de los 15 puntos básicos al ser miembro de la Unión Monetaria Europea y sus bonos denominados en euros se consideraban protegidos por otros estados de la eurozona.
En el último año, las posiciones fiscales de muchos mercados emergentes como Turquía se han vuelto más favorables con respecto al mundo occidental. Mientras, Grecia caía en una profunda crisis presupuestaria, a pesar de encontrarse en la zona euro.
Huir del riesgo
Así que [el viernes] mientras los mercados se recuperaban de la conmoción de las noticias que llegaron de Dubai y los inversores huían del riesgo, la rentabilidad de los CDS griegos a cinco años oscilaba entre los 201 y los 208 puntos básicos, según Markit.
La de los CDS de Turquía se situaba entre los 207 y los 212 puntos básicos, prácticamente igual que la de Grecia y, según Bloomberg, en algún momento, los CDS griegos superaron a los de Turquía. Un duro golpe al orgullo griego. No obstante, en el caso de Grecia, se puede extraer una lección más importante, aplicable también a Dubai.
Hace dos años, los inversores globales no solían preocuparse por el llamado riesgo de siniestro, en referencia a acontecimientos muy poco probables pero potencialmente dañinos (por ejemplo, la crisis de una gran institución financiera o una caída brutal de las cotizaciones bursátiles).
Después de todo, antes de 2007, cuando el mundo supuestamente disfrutaba de una época de “gran moderación”, todo parecía tan estable y previsible que era difícil imaginar hechos catastróficos. Pero en los últimos dos años, después de que el sistema financiero se situara al borde del abismo, los inversores son conscientes de que cualquier cosa puede pasar, desde el colapso de Lehman Brothers al derrumbe financiero de Islandia. En otras palabras, el riesgo de siniestro está ahora muy presente en la mente de los inversores.
Y, aunque los mercados financieros se estabilizaban en los últimos seis meses, es difícil olvidar la lección del riesgo. La conmoción vivida en 2007 y 2008 ha dejado secuelas en los inversores, comparables a las de los veteranos de guerra. Mucho después de que terminara la batalla, el mero sonido de un “bang”, hace que todos corran a las trincheras. Todo esto no significa, que quede claro, que sea correcto pensar que el mundo se puede desintegrar de forma inminente.
El hecho de que la rentabilidad de los bonos griegos haya pasado de los 5 a los 200 puntos básicos no debería interpretarse como un riesgo de impago inminente por parte de Grecia o como un riesgo de disolución del euro. El mercado de los CDS es bastante ilíquido y los precios pueden oscilar cuando el volumen de operaciones es bajo.
No obstante, en el mercado de CDS no se percibe el riesgo de siniestro. La mayor parte de las veces los inversores se sienten tentados a ignorar el peligro.
Después de todo, los inversores sabían desde hace meses que Dubai World tenía un excesivo nivel de endeudamiento. Dieron por hecho que no era peligroso, porque pensaron que los inversores extranjeros siempre estarían protegidos. Se equivocaban. El riesgo de siniestro ha vuelto para vengarse.
Linea difusa
Evidentemente, la rentabilidad de los CDS en economías con un alto nivel de endeudamiento como Hungría aumentó el viernes. Aunque los inversores pensaban que sólo los países emergentes corrían el riesgo de sufrir las consecuencias de los impactos fiscales, ha quedado demostrado que los fundamentales de Dubai no son necesariamente tan distintos a los de las naciones desarrolladas, ya se trate de Grecia o de EEUU. De repente, la línea que separa a los países emergentes de los desarrollados se ha hecho más difusa.
Quizás lo que ha ocurrido en Dubai y Grecia sea una llamada de atención. En los últimos meses, la sensación de estabilidad volvía a reinar en el sistema financiero gracias a las inyecciones de liquidez de los bancos centrales. No obstante, hay que recordar que muchos de los desequilibrios fundamentales que estuvieron en el origen de la crisis, como el exceso de apalancamiento, todavía no se han desvanecido. Si los acontecimientos de ayer sirven para refrescar la memoria de los inversores, tanto mejor. No sólo en Dubai, sino también en Grecia.
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