Traficantes engañan a refugiados iraquíes prometiendo hacerles llegar a Europa

Omar Sinan
Associated Press
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
19/07/08

Completamente desesperada, Suzan se roció a sí misma y a su hija de 14 años con gasolina y se dispuso a prender fuego a ambas.

El sueño de las refugiadas iraquíes de llegar a Europa había concluido. Suzan, peluquera, había escapado de su patria meses antes tras ser amenazada por extremistas islámicos, llegando a pagar 18.000 dólares para que un traficante la llevara, junto a su hija Aya, desde Turquía hasta Grecia. Pero cuando llegaron a Edirne, cerca de la frontera griega, el traficante se evaporó.

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Suzan volvió a Estambul, donde temía que el único destino para ella y Aya fuera la prostitución.

“Mi sueño fue como un castillo de arena que una gran ola se lleva”, dijo Suzan. “No quería ni imaginar el momento en el que yo o mi hija nos viéramos obligadas a salir del camino correcto”.

Sólo en el último minuto, las súplicas de Aya la detuvieron antes de que pudiera prenderse fuego. “Por favor, mamá, beso tus pies, no lo hagas”, suplicó Aya.

“La tenía en los brazos, mojada con gasolina y temblando de miedo… Estaba tan desesperada, no veía ninguna salida”, relataba Suzan, llorando al recordarlo y abrazando a Aya. Habló con The Associated Press a condición de que no se publicara su nombre completo porque tiene miedo de que las autoridades turcas las deporten.

La desesperación de los refugiados iraquíes parece ser la causa de un aumento en la emigración ilegal hacia Europa y en las actividades de los traficantes de sueños que se dedican a explotar a estos refugiados.

El 23 de julio, EUROPOL, la agencia europea para el cumplimiento de la ley, desarrolló lo que se denominó una de las mayores operaciones contra las redes de traficantes, arrestando a 75 personas en nueve países europeos. La operación se denominó “Operación Bagdad”, un indicador de la nueva importancia de Iraq como fuente de emigrantes. Un número sin especificar de traficantes y emigrantes eran iraquíes.

Aunque es muy difícil calcular la extensión de la inmigración ilegal, EUROPOL dice que las solicitudes de asilo cumplimentadas en los países europeos son un indicador indirecto. Esas solicitudes aumentaron en un 10% entre mediados de 2006 y mediados de 2007. Grupos del crimen organizado están explotando la situación, manifestaba EUROPOL en un informe del mes de marzo.

Hasta 2,5 millones de iraquíes han huido de su país en los últimos cinco años. La mayoría se encuentra en los países vecinos de Siria, Jordania y Turquía, donde su situación es incierta, se les prohíbe trabajar y su dinero se va agotando. Por eso muchos intentan llegar ahora hasta Europa.

Una pequeñísima porción de esos refugiados iraquíes puede reestablecerse legalmente en Europa o en Estados Unidos. Suecia ha dado albergue a unos 40.000 iraquíes desde la invasión estadounidense de Iraq en 2003, muchos más que cualquier otro país occidental. Y después de un lento comienzo, las autoridades estadounidenses declararon el mes pasado que acogerían alrededor de 5.800 iraquíes hasta que terminara el año fiscal.

Pero el resto tiene pocas esperanzas. Incluso no se les permite trabajar a quienes han obtenido un estatuto legal en Siria, Jordania o Turquía, lo que significa que tienen que conseguir trabajos en la economía sumergida o vivir agotando rápidamente los ahorros que sacaron de Iraq.

Algunos, como Suzan, han perdido la esperanza en el complicado proceso de solicitar el estatuto de refugiado y poder ser recolocada en el extranjero. La solicitud de Suzan ante la agencia de refugiados de Naciones Unidas fue rechazada porque Turquía era el segundo país al que llegaba. En la mayoría de las situaciones, se supone que los refugiados tienen que solicitar tal estatuto en el primer país al que llegan.

Suzan y Aya alquilan ahora un cubículo de cemento con ventanas rotas y paredes agrietadas por 200$ al mes y ella lava platos en Estambul por 8 dólares al día.

Turquía es un frecuente punto de lanzamiento para que los emigrantes ilegales traten de llegar a Europa, debido a sus fronteras con Grecia, que tiene una inmensa área costera y unas 2.000 islas en el Mar Egeo que permiten una entrada más fácil. Más de 112.000 emigrantes fueron cogidos entrando ilegalmente en Grecia el pasado año, incluidos 12.945 iraquíes, el segundo mayor grupo después de los albaneses. En los primeros tres meses del presente año, las autoridades griegas atraparon a casi 2.000 iraquíes.

Ahmad Raouf, iraquí de 32 años, es uno de los que consiguieron ponerse a salvo alcanzando Suecia en marzo. Raouf pagó 16.000 dólares a un traficante para que le llevara a Estocolmo a través de Turquía y Grecia hace menos de cuatro meses. El traficante le entregó un pasaporte falso y Raouf se entregó tan pronto como llegó a Suecia, confiando en obtener el asilo político.

“No todos los contrabandistas son malos”, dijo Raouf en una entrevista realizada por teléfono desde Estocolmo. “El mío fue muy amable…, hizo conmigo todo el viaje y no cogió un céntimo hasta que llegamos”.

Pero, para otros, la actuación del traficante puede conducirles al desastre.

Una viuda iraquí de 35 años, que pidió que sólo se la identificara por su apellido, Abdul-Fattah, explicó que escapó en 2005 con sus dos niños de Bagdad después de que milicianos chiíes asesinaran a su esposo. Hace más de un año que presentó una solicitud ante la agencia para los refugiados de las Naciones Unidas en Siria para que la reasentaran en alguna parte, pero nunca la han avisado con nada.

Por eso, Abdul-Fattah vendió todas sus pertenencias y pidió prestado dinero a sus amigos para pagar 15.000 dólares a un traficante iraquí que prometió llevarla a ella y a sus niños desde Siria hasta Bélgica.

A principios de año, el traficante le dio billetes y visados falsos para la República Centroafricana en vez de Bélgica. Después de aterrizar en la capital, Bangui, Abdul-Fattah dijo que fue detenida por la policía y acosada sexualmente.

“Nunca me habían humillado ni tocado de esa manera”, lloró Abdul-Fattah en una entrevista telefónica. Ella y sus niños fueron deportados a Libia y después a Damasco.

Está considerando dejar a sus hijos en adopción porque no puede ya alimentarlos.

“Vulnerable y devastada no son más que palabras. Lo que yo siento es mucho peor”, dijo. “Todo ha desaparecido, mi marido, mi hogar y ahora mi dinero”.

De vuelta en Damasco, sin dinero y sin trabajo, ella y sus niños duermen sobre el suelo en el sótano de un edificio de un amigo y viven de la caridad de la comunidad iraquí.

“No es que fuera estúpida cuando le di el dinero, sólo que estaba hundida en un mar de temor y desesperación”, dijo. “Él (el traficante) me engañó con sus promesas de vida fácil en Europa. Ojalá que alguien me hubiera cortado las manos antes de que le entregara el dinero”.

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