¿Ha funcionado “la oleada” de tropas en Irak?
Immanuel Wallerstein
La Jornada
26/07/08
En 2006, las cosas parecían ir muy mal para los esfuerzos militares estadunidenses en Irak. La guerra en ese país se tornó un asunto de máxima importancia en las elecciones parlamentarias de 2006 en Estados Unidos. Generalmente se concuerda en que los republicanos se desempeñaron pobremente en dichas elecciones, sobre todo porque el electorado se había desilusionado con la viabilidad y por tanto con la pertinencia de la invasión estadunidense.
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El 11 de diciembre de 2006, un estelar comité bipartidista de figuras del establishement (encabezadas por James A. Baker y Lee Hamilton) publicó un informe llamando a una retirada escalonada de las tropas estadunidenses, y a emprender discusiones directas con Irán y Siria acerca de todos los puntos relevantes relacionados con el Medio Oriente.
Pese al muy amplio respaldo que obtuvieron las recomendaciones Baker-Hamilton, el presidente Bush decidió responder de manera muy diferente a la fallida situación militar, una respuesta que se ha dado en llamar “la oleada”. Básicamente, la estrategia de “la oleada” no fue retirar tropas, sino aumentarlas, y buscar de varios modos reducir radicalmente la violencia contra las tropas estadunidenses y los iraquíes.
Ahora, unos 18 meses después, el régimen de Bush y el candidato republicano John MacCain alardean del éxito de “la oleada”. Es cierto que los ataques contra soldados estadunidenses se redujeron radicalmente del nivel que tenían hace 18 meses. Es también cierto que la violencia contra los iraquíes es, de algún modo selectivo, menor. Como resultado, ha habido un cambio en la opinión pública estadunidense. Las encuestas muestran que el número de personas que piensan que la guerra fue un “error” es más o menos la misma, y sigue favoreciendo una retirada por fases. Lo que cambió es el grado de angustia o urgencia que siente el público estadunidense. Irak ya no es su preocupación número uno. La atención viró radicalmente hacia el deterioro de la economía-mundo y particularmente la economía estadunidense. El resultado neto en la política electoral es que McCain no está atrayendo a los votantes indecisos sobre la base del éxito de “la oleada” ni Obama jala a los muchos votantes indecisos con la promesa de retirar las tropas.
Eso deja abierta una pregunta: ¿realmente funcionó “la oleada”? Yo supongo que si se observan exclusivamente las cifras de bajas en Irak a corto plazo, se podría argumentar que sí funcionó. Funcionaría todavía mucho mejor si Estados Unidos enviara otros 200 mil efectivos. Pero no cuenta con otros 200 mil soldados para enviar. Y sus colaboradores son países que están retirando tropas, no enviando más. Por supuesto, si se chantajea a todos los jeques sunitas, estarán del lado estadunidense, por ahora. Y si se institucionalizan las expulsiones étnicas, como en Bagdad, habrá menos espacio para algunos tipos de violencia interiraquí que han ocurrido con anterioridad. Y si Muqtada Sadr piensa que es más sabio esperar su oportunidad, habrá una reducción temporal del tipo de violencia que ha ocurrido antes.
Pero miren lo que ocurre en el resto de Medio Oriente debido a “la oleada”. En noviembre de 2006, Estados Unidos y la OTAN se congratulaban del éxito de sus esfuerzos en Afganistán. Pero desde entonces, dos cosas ocurrieron. El número de bajas estadunidenses se disparó, sobrepasando al de Irak. Y también se disparó la violencia contra los afganos. Repentinamente los talibanes están de regreso, en grande. Y por primera vez desde 2001, los expertos hablan de la posibilidad de que Estados Unidos pierda la guerra en Afganistán además de la de Irak.
Y miren Pakistán. Desde noviembre de 2006, el país ha tenido unas elecciones relativamente democráticas que pusieron en el poder una legislatura hostil hacia el presidente Musharraf, todavía la persona en quien el régimen de Bush confía para proseguir con una política favorable a los intereses de Estados Unidos. En consecuencia, Musharraf ha tenido que batallar para mantener la cabeza fuera del agua. Uno de los modos de hacer esto fue pactar un acuerdo tácito con las fuerzas islamitas en la región de la frontera noroeste, que favorecen y brindan refugio a Al Qaeda y a los talibanes. Recientemente estas fuerzas casi ocuparon el mayor centro urbano de la región. En todo caso son muy fuertes y ayudan, activamente, a los talibanes de Afganistán.
Miren también a Irán: bufa y resopla. Y así está Israel respecto de Irán. También Dick Cheney. Sin embargo, el hecho es que Irán es más fuerte que nunca. Y se ha venido fortaleciendo en cada una de las guerras, por sus vínculos con los dos grupos en Irak sobre los que Estados Unidos basa sus esperanzas: el gobierno de Maliki y los kurdos. De hecho, Irán comparte muchos intereses con Estados Unidos en Afganistán. Pero Estados Unidos es incapaz de sacar ventaja de esta alianza geopolítica por su insistencia en ver a Irán como el demonio malvado en Medio Oriente.
Ahora miremos de nuevo a Irak. Estados Unidos había confiado en que siendo “la oleada” algo tan exitoso, podría hacer que Irak firmara este año lo que se conoce como un acuerdo de estatus de fuerzas, que fijaría la situación para el estacionamiento de tropas y bases estadunidenses en Irak para las décadas venideras. En cambio, Maliki ha puesto muy en claro que no sólo Irak no firmará más que un breve acuerdo transitorio, sino que no lo hará a menos que Estados Unidos se comprometa a fijar un calendario para su retirada, lo que es anatema tanto para Bush como para McCain.
Podría seguir acerca de Líbano, Israel/Palestina y los estados del golfo. El hecho es que Estados Unidos es claramente más débil en todo el Medio Oriente transcurridos los 18 meses de que comenzó “la oleada”. ¿No será en parte, tal vez en gran medida, precisamente por “la oleada”? Medio Oriente hoy es como un enorme globo geopolítico. Si lo estruja uno en un sitio, el aire simplemente se desplaza a otro. Y el globo se vuelve más frágil todo el tiempo. Está a punto de reventar.
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