El presidente francés será quien nombre a los directores de los medios públicos
Julio Godoy
IPS
25/07/08
Al asumir un inédito control sobre la radio y la televisión del Estado, el presidente francés Nicolas Sarkozy sacudió a su personal, al público y a esas empresas de comunicación, que atraviesan serias dificultades financieras y de credibilidad.
Sarkozy anunció que él se encargará en persona de designar a los directores de las radioemisoras y canales de televisión públicos, los cuales, agregó, no difundirían más avisos publicitarios después de las ocho de la noche, con miras a eliminarlos completamente para 2012.
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La medida implica la pérdida de más de 1.000 millones de dólares al año que esas emisoras recaudan de manera directa y una mayor dependencia de los ingresos procedentes del cobro de permisos de licencia, controlados por el gobierno.
"El principal accionista designará al director" de la radio y de la televisión pública, anunció Sarkozy. Es decir, el Estado.
Hasta ahora, los directores eran designados por el parlamento por recomendación del Consejo de Asuntos Audiovisuales, de carácter independiente.
El presidente justificó su decisión con el argumento de que "la red pública se parece mucho a los canales de televisión privados".
El argumento es "falso, estúpido y profundamente injusto", alegó el presidente y director general de la red estatal France Télévisions, Patrick de Carolis.
Periodistas y analistas advierten que Sarkozy sólo intenta refuerza su influencia sobre los medios de comunicación franceses. La mayoría de los del sector privado ya están controlados por simpatizantes suyos.
"Bernard Arnault es dueño del (periódico financiero) Les Echos, Arnaud Lagardère del (dominical) Journal du Dimanche, del (semanario) Paris Match y es un importante accionista de Le Monde", dijo a IPS Isabelle Roberts, periodista de Libération.
Además, "Vincent Bolloré es propietario de las publicaciones gratuitas Direct 8 y Metro y Serge Dassault, de Le Figaro", añadió.
Martin Bouygues, también allegado de Sarkozy, es propietario del canal de televisión TF1, el más importante del país, seguido de la red estatal nacional France 2. Su emisora será la principal beneficiada por el fin de la publicidad en la televisión pública.
Sarkozy ha declarado en numerosas ocasiones que habla al menos una vez al día con Bouygues, Bolloré, Dassault y Lagardère. El presidente utiliza sus contactos personales con los patrones de los medios de comunicación para controlarlos.
En el verano boreal de 2005, Alain Genestar, entonces director de Paris Match, fue despedido sin explicaciones.
Genestar señaló que Sarkozy le pidió a Lagardère que lo echara por publicar en la portada fotografías de su esposa de entonces, Cécilia, con su amante y actual marido, Richard Attias.
Sarkozy, que se divorció de Cécilia en octubre pasado, se volvió a casar en febrero con la cantante y ex modelo Carla Bruni. Su ex esposa contrajo matrimonio con Attias en marzo.
También Patrick Poivre d'Arvor, presentador de noticias de TF1 desde 1987, fue despedido en junio sin explicación.
La medida se debió, según el periodista, a su declaración de que Sarkozy estaba "excitado como un niñito que va a jugar con los niños mayores", tras el regreso del presidente de una cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos.
El periodista, además, había dado un par de semanas antes una conferencia sobre el comportamiento imprevisible del presidente. Poivre d'Arvor alegó que, en realidad, se trató de un cumplido.
Roberts señaló que muchos allegados a Sarkozy ocupan cargos importantes en las redacciones de los medios de comunicación del país.
"Laurent Solly, ex director de campaña de Sarkozy, es ahora director de TF1", añadió Roberts. "Otro amigo suyo, Jean-Claude Dassier, es director de información del mismo canal."
El 3 de este mes, la esposa del canciller francés Bernard Kouchner, Christine Ockrent, fue nombrada subdirectora de Radio France International (RFI).
El gobierno de Sarkozy es acusado de tratar de incidir en las coberturas periodísticas en beneficio de empresarios amigos.
En el último de esos polémicos episodios, el gobierno fue acusado de presionar al presidente sirio Bashar al-Assad para que dé una entrevista a TF1 y no a France 2.
Según el semanario Le Canard Enchaîné, eso sucedió después de que el canal estatal ya tenía convenida la entrevista con Assad.
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