Mientras Nablus sufre un nuevo asalto, Gordon Brown, otro falso profeta, alaba a Israel

Khalid Amayreh
Desert Peace
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
24/07/08

Mientras el Primer Ministro británico Gordon Brown mantenía una entrevista con el Presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, el ejército ocupante israelí violaba de nuevo la ciudad de Nablus, llevando a cabo redadas y humillando a la gente inocente, violentando hogares y arrasando comercios.

Durante el pasado domingo y primeras horas del lunes, las supuestas Fuerzas Israelíes de la Defensa asaltaron la norteña ciudad por cuarta vez en menos de tres semanas, mientras miles de componentes del personal de la seguridad palestina, entrenados por la CIA, observaban los hechos desde sus confortables cuarteles cercanos.

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Las fuerzas invasoras arrestaron a docenas de inocentes, incluida una abogada de nombre Muna Mansur, esposa de un dirigente político islámico que fue asesinado hace varias semanas por un escuadrón de la muerte judío cuando se encontraba en su oficina del centro de Nablus.

Los detenidos, que probablemente serán arrojados a un campo de concentración israelí durante extensos períodos de tiempo, no habían cometido delito ni falta algunos. Su única “culpa” parece ser la de formar parte de la oposición consciente a la ocupación israelí de estilo nazi de su país.

Hace dos semanas, las mismas fuerzas judías, actuando de la misma forma que la GESTAPO alemana, saquearon el principal centro comercial de Nablus, asaltando las tiendas, los salones de belleza, un importante centro médico y otras numerosas instituciones, aplastando muebles, destrozando equipamientos y dañando propiedades públicas y privadas.

Al mismo tiempo que los gobiernos de Europa y América del Norte, completamente absorbidos por su pornográfica hipocresía con respecto a la cuestión palestina, guardaban silencio, todos esos actos de rapiña se perpetraban también calladamente. Después de todo, las víctimas son palestinas, son árabes, son musulmanas.

Esos son los mismos gobiernos que han estado desvergonzadamente exigiendo la pronta e incondicional liberación de un soldado de combate israelí que fue cogido prisionero por los luchadores palestinos cerca de la Franja de Gaza hace más de dos años, mientras ignoran completamente el destino de más 10.000 detenidos palestinos que se pudren en los calabozos y campos de detención israelíes.

Este modelo de prostitución moral por parte de Europa y América del Norte se repite ad nauseam cada vez que un funcionario europeo, o estadounidense, o canadiense, pone un pie sobre el suelo de la ocupada Palestina, una tierra santa profanada por la abrumadora obscenidad de la opresión de Israel sobre un pueblo cuya única culpa es su firme determinación a sobrevivir y a ser libre.

In situ , y antes de volverse a casa, esos hombres de estado y funcionarios se ponen todos a pronunciar unas cuantas palabras vacías sobre la “gloria de la democracia de Israel”, confiando en impresionar así al cartel internacional sionista que con toda eficacia controla las políticas y gobiernos de la mayoría de los estados occidentales.

Gordon no es una excepción. Es tan sólo otra copia de papel carbón del típico e hipócrita dirigente occidental de doble rasero, moralmente corrupto, que trata de difuminar su deshonesto discurso con sutilezas diplomáticas y declaraciones biensonantes.

De hecho, no sólo Gordon mantuvo la boca cerrada respecto a la opresión israelí hacia los palestinos, temiendo al parecer molestar a sus arrogantes anfitriones sionistas, sino que reiteró también el mantra que a los dirigentes occidentales les gusta pronunciar cada vez que visitan al desagradable niño malcriado de Europa en Oriente Medio.

Brown, cuyo país alumbró a la fea entidad sionista, juró que Gan Bretaña “apoyaría el derecho de Israel a existir”, un eufemismo para apoyar la expansión de asentamientos y el agrandamiento territorial de Israel a expensas del pueblo palestino.

En efecto, así es como Israel interpreta esas declaraciones de los dirigentes occidentales, porque si un determinado país occidental no apoya completamente la campaña genocida de Israel contra los palestinos, entonces es que el gobierno de ese país ¡¡está abogando por la destrucción de Israel y el exterminio del pueblo judío!!

En resumen, desde la perspectiva israelí, Europa y EEUU tienen únicamente dos opciones con respecto a Israel: o apoyan la liquidación de Palestina y su pueblo nativo, los palestinos, o que se preparen ya para las vociferantes acusaciones judías de ¡¡ser nazis, anti-semitas y “amantes de Hamas”!!

No sé por qué los dirigentes occidentales, como Gordon, siguen hablando del derecho de Israel a existir mientras que apenas aluden al derecho a existir del pueblo palestino. ¿Piensan que los palestinos son insignificantes? ¿Consideran que los derechos de los “elegidos” son superiores e invalidan los derechos y vidas de los “no elegidos”?

Además, uno podría realmente preguntarse cómo un país que posee más de 300 cabezas nucleares y el firme control del gobierno y congreso estadounidense tiene amenazado “su derecho a existir” por un pueblo que se pasa la mitad del tiempo atascado en los bloqueos y controles de carretera israelíes y la otra mitad intentando sobrevivir.

¿Cuál es el problema con esos dirigentes estadounidenses y europeos que siguen parloteando esas fórmulas absurdas sobre Israel y sus logros milagrosos? ¿Son unos ignorantes? ¿O es que son irremediablemente deshonestos?

Además de sus hurras al estado de Israel, Brown tuvo la audacia de proclamar que la prosperidad económica palestina era la llave para promover y consolidar la paz. Llegó hasta a decir que planeaba poner en marcha una “hoja de ruta económica” en la ocupada Palestina en un esfuerzo por desarrollar y estabilizar la región.

Indudablemente, eso no son más comentarios claramente estúpidos, porque no puede conseguirse prosperidad económica alguna en una selva de bloqueos y controles de carretera y cientos de otras barreras físicas que reducen Cisjordania a un archipiélago de miserables bantustanes y distritos segregados, desgajados unos de otros y virtualmente aislados del resto del mundo.

Brown debería haber consultado con su predecesor, Tony Blair, y haberle preguntado sobre la viabilidad de conseguir una prosperidad económica en Cisjordania bajo un régimen de ocupación militar de estilo nazi que está empeñado en hacer de la vida cotidiana palestina un infierno insoportable para que finalmente abandonen su patria.

Blair, que había albergado absurdas esperanzas de reactivar la economía palestina, principalmente para inducir a los palestinos a que fueran flexibles en cuestiones fundamentales como “el derecho al retorno” y “Jerusalén”, ha llegado a reconocer últimamente la imposibilidad de reactivación económica seria en Cisjordania debido a la ubicua presencia de la ocupación israelí.

Sin embargo, la frecuente colusión criminal de Occidente con Israel contra los palestinos y contra la justicia no hubiera tenido un impacto tan notablemente siniestro si no hubiera sido por la presencia de una pérfida autoridad “palestina”, que más bien parece estadounidense y que está, por tanto, a la entera disposición de Israel.

Bien, ¿de qué sirve tener una “Autoridad Palestina” en cuya presencia y bajo cuya rúbrica el ejército ocupante israelí viola cada día, cada hora y cada minuto nuestros centros de población?

¿De qué sirve tener unos ampulosos dirigentes de la AP apareciendo en fotos y reuniones “amistosas y constructivas y positivas” con dirigentes occidentales cuando todos esos encuentros ni siquiera lograr salvar un solo hogar palestino de las garras de un bulldozer israelí?

Seguro que nadie va a pedirle a la AP que se enfrente militarmente al brutal salvajismo israelí.

Sin embargo, jugar el papel de una rata judía palestina respecto a Israel representa el acto definitivo de traición nacional. Ese es el mensaje que los palestinos de todo el mundo deberían comunicar a esa junta apoyada por EEUU que habita en Ramala.

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