Salud-Palestina: Píldoras para olvidar Gaza
Erin Cunningham
IPS
01/07/09
Buscando evadirse de años de guerra, de una pobreza punzante y del implacable bloqueo económico, los habitantes de Gaza han desarrollado una seria adicción al analgésico y narcótico tramadol, según funcionarios médicos de la franja.
Las píldoras son pequeñas, de color blanco, amarillo o verde, y están disponibles en casi cualquier parte, tanto en farmacias como en el mercado. Son baratas y adictivas.
"Las tomo porque, aunque sea por un momento, me hacen olvidar que estoy en Gaza", dijo Abu Ala'a, habitante de la franja y padre de cuatro hijos.
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Las fronteras del conflictivo enclave palestino han estado selladas herméticamente durante dos años, tanto por Israel como por Egipto, y un ataque militar israelí entre el 27 de diciembre y el 17 de enero mató a unos 1.500 habitantes de la franja.
Gaza tiene la mayor tasa de desempleo del mundo: 45 por ciento de su población económicamente activa, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y 75 por ciento de sus habitantes se sienten inseguros, de acuerdo con otro estudio del foro mundial.
En los últimos dos años, los rumores sobre la capacidad del tramadol para mejorar el estado de ánimo y el hecho de que no se requiera una receta médica para acceder a él impulsaron a miles de palestinos desesperados a refugiarse en las diminutas pastillas.
Utilizado con fines médicos para tratar dolores moderados a severos, este fármaco es un opioide sintético relacionado con la morfina y, un poco más lejos, con la adictiva heroína.
Aunque altera la percepción del dolor, sus efectos colaterales incluyen una leve euforia, resistencia sexual y una sensación de relajación generalizada. También alivia los síntomas de la ansiedad y la depresión.
"Los habitantes de Gaza están en constante estado de pánico. Con la guerra y el sitio, su trauma continúa. Necesitan sentir que tienen control sobre sus vidas", sostuvo Abdel Aziz Mousa Thabet, psiquiatra clínico e investigador del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza.
Pero el medicamento, que también se comercializa mundialmente bajo la marca Tramal, genera dependencia física y mental, según funcionarios de salud. También puede ser extremadamente peligroso si se lo usa con fines recreativos y en altas dosis o sin control médico.
Ni el gobierno liderado por Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) ni las organizaciones no gubernamentales locales dedicadas a la salud tienen cifras oficiales sobre cuántos habitantes de Gaza toman el fármaco, pero señalan que su uso se ha difundido peligrosamente.
"Lo están usando personas de todos los estratos sociales. Hombres, mujeres, jóvenes, estudiantes universitarios. Realmente está fuera de control", dijo el portavoz de la policía civil de Gaza, Islam Shahwan.
La epilepsia es el efecto secundario más serio, dijo el director del Departamento de Drogas Farmacéuticas del Ministerio de Salud, Waseem Saqer. Pero el tramadol también puede causar hipertensión y daños hepáticos y renales a largo plazo.
"Causa confusión y mareos, y es muy peligroso cuando se lo ingiere con alcohol", explicó Saqer.
"La gente no sabe esto porque no obtiene el fármaco a través de un médico. La situación es muy grave", sostuvo.
Comercializado en píldoras o en pequeñas cápsulas de gel, el tramadol es más discreto que otras sustancias como el alcohol o la marihuana, dijo Mazen Al-Sakka, profesor de farmacología en la Universidad Al-Azhar de Gaza.
Por lo tanto, es más probable que pase inadvertido en la sociedad de la franja, conservadora en materia de religión.
En Gaza, los consumidores del tramadol disuelven las píldoras --que vienen en dosis de 100 o 200 miligramos-- en tazas de té o café, o incluso las aplastan para fumarlas con el "hookah", pipa tradicional en Medio Oriente.
Así ingresan a otro mundo, calmo, feliz y sin los problemas que conlleva ser obligado a vivir en una gran prisión.
"Lo tomo cuando estoy estresado, y cambia completamente mi estado de ánimo. Pero ahora necesito tomar más para sentirme tan feliz como la primera vez", dijo Abu Moustafa, desempleado y padre de ocho hijos.
Por orden del Ministerio de Salud, el tramadol ya no está oficialmente disponible en farmacias sin una receta, pero se lo contrabandea a través de túneles que serpentean bajo la frontera de Gaza con Egipto para alimentar la creciente adicción de la población.
Diez píldoras de 100 miligramos cuestan entre 20 y 25 shekels (de cinco a seis dólares) con una receta médica. También se pueden comprar individualmente en el mercado negro, a un dólar cada pastilla.
Ingerir más de 400 miligramos en un periodo de 24 horas puede ser letal, dijo Saqer.
Se sabe que los farmacéuticos locales guardan existencias del medicamento, que venden para obtener ganancias extra, de modo clandestino, o lo distribuyen entre sus amigos.
"No nos dimos cuenta de cuán serio era el problema del Tramal hasta que, el año pasado, iniciamos nuestra ofensiva contra el narcotráfico. Al comienzo hallamos 80.000 píldoras de una vez. Una sola farmacia necesita apenas entre 50 y 60 pastillas cada seis meses", dijo Shahwan.
El fármaco se vendió legalmente en el mercado palestino de los narcóticos durante una década, pero según Shahwan los usuarios de drogas pesadas comenzaron a tomarlo solamente después que el bloqueo obstruyó sus suministros normales.
Luego su uso se propagó como el fuego entre una población convulsionada por la guerra y aislada tanto psicológica como geográficamente del resto del mundo. Su uso prevalece particularmente en los campamentos de refugiados de Gaza, que son cada vez más.
"La gente está ansiosa e irritada. No puede dormir, se siente desesperanzada e indignada", dijo Thabet.
"Y en una sociedad normal, si uno se siente así, ¿qué hace? Recurre a ciertos mecanismos que le permitan afrontarlo: trabajar más, estudiar más, canalizar su energía. Pero en Gaza no hay economía. No hay esperanzas en relación al futuro. No hay nada. Así que acuden al Tramal", agregó.
Pese a todo esto, Hamás continúa sus esfuerzos por erradicar tanto el abuso del Tramal como su disponibilidad en Gaza, dijo Shahwan.
El Ministerio de Salud, liderado por Hamás, y algunas organizaciones no gubernamentales locales, realizan talleres sobre cómo abordar el creciente problema, así como educar y tratar a los adictos.
Los contrabandistas que sean atrapados transportando o vendiendo tramadol serán multados y posiblemente encarcelados, señaló Shahwan. También hay planes de abrir centros de tratamiento para adictos dentro de las prisiones.
Pero si la situación política y económica está estancada, y continúa la amenaza de la guerra, es poco probable que la población de Gaza abandone su adicción al analgésico en el corto plazo.
Shahwan teme que, cuando se levante el sitio, a la sociedad no sólo se le encargue la reconstrucción, sino también rehabilitar a una población adicta a los narcóticos.
"El sector de la salud en Gaza no tiene la capacidad de tratar con los adictos. Este problema que tenemos con el Tramal se convertirá en una catástrofe", opinó Al-Sakka.
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