La lanzadera espacial y una extrañas nubes claves para la misteriosa explosión de 1908

Robert Roy Britt
Space.com / Ciencia Kanija
29/06/09

Desde el momento en que algo generó una descomunal explosión sobre Sibera en 1908, aplanando un área del tamaño de una ciudad, los científicos han intentado descubrir qué la causó.

Entre los perdurables misterios: Tras la explosión, los cielos nocturnos brillaron durante varias noches por toda Europa siguiendo los casi 5000 kilómetros hasta Londres.

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Aunque existen algunas teorías sobre el evento de Tunguska, los astrónomos saben desde hace mucho que el culpable fue un cometa o un asteroide. Basándose en la carencia de cráter, los científicos dicen que el objeto no impactó con el suelo, sino que estalló sobre la superficie, generándose el daño por la onda de choque resultante.

Pero, ¿qué tipo de roca espacial fue?

Nuevas pruebas de una fuente improbable – el vapor de agua en las columnas de gases de escape de las lanzaderas espaciales lanzadas un siglo después – señalan a un cometa.

Nubes misteriosas

La solución potencial llega por cortesía de algunas extrañas nubes que los científicos han empezado a comprender recientemente.

Las nubes noctilucentes son brillantes y visibles sólo durante la noche. Hechas de partículas de hielo, son las nubes más altas de la Tierra, formándose en la mesosfera a aproximadamente 90 kilómetros sobre las regiones polares durante los meses de verano cuando, allí arriba, las temperaturas rondan los -117 grados Celsius.

Las efímeras nubes noctilucentes son relativamente nuevas, al menos para los científicos. De acuerdo con Gary Thomas, profesor en la Universidad de Colorado, se vieron por primera vez en 1885, aproximadamente dos años después de la potente erupción del volcán Krakatoa en Indonesia, el cual lanzó columnas de ceniza a una altura de 80 kilómetros en la atmósfera terrestre. Fueron fotografiadas por los astronautas a bordo de un vuelo de la lanzadera espacial en 2003.

Y, de hecho, se ha encontrado que los lanzamientos de lanzaderas espaciales provocan o aumentan la formación de nubes noctilucentes.

Aproximadamente en 97 por ciento de los gases de escape del lanzamiento de una lanzadera se convierten en agua, un subproducto del combustible de hidrógeno y oxígeno líquido. Un único vuelo de lanzadera bombea 200 toneladas métricas de vapor de agua a la termosfera terrestre, y se ha encontrado que las partículas de agua viajan a las regiones árticas y antárticas.

Las nubes noctilucentes se asocian al lanzamiento del Endeavour (STS-118) el 8 de agosto de 2007. Y se detectaron nubes de gran altura sobre Antártica poco después del fatídico lanzamiento del Columbia, el cual se perdió junto con su tripulación en la reentrada. Las columnas del Columbia eran de 1000 kilómetros de longitud y 3 kilómetros de ancho y alcanzaron Antártica en tres días.

El profesor de ingeniería de la Universidad de Cornell Michael Kelley pensó que los brillantes cielos nocturnos tras el evento de Tunguska deben haber sido el resultado de nubes noctilucentes. Y dado que requieren vapor de agua, Kelley supuso que el culpable era un cometa.

Pero la física sugiere otra cosa.

Cómo pudo suceder

La explosión alrededor del 30 de junio de 1908, aplanó unos 2000 kilómetros cuadrados de bosque siberiano. Las estimaciones apuntan a que el evento de Tunguska fue tan fuerte como 10 megatones de TNT y tal vez mil veces más potente que la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima.

Apenas el año pasado, muchos expertos pensaban que fue un asteroide.

Pero el equipo de Kelley cree que un cometa encaja mejor, dado que los cometas están cargados con hielo de agua (los asteroides son mayormente rocas y metal). El cometa habría empezado a romperse aproximadamente a la misma altitud a la que se liberan los gases de escape de la lanzadera espacial tras el lanzamiento, según calcularon. En ambos casos, se inyectó vapor de agua a la atmósfera.

Pero, ¿cómo viajó el vapor de agua tan lejos?

“Existe un medio de transporte para que este material recorra miles de kilómetros en muy poco tiempo, y no existe ningún modelo que prediga eso”, dijo Kelley. “Es una física totalmente nueva e inesperada”.

Kelley y sus colegas dicen que se necesita un nuevo modelo para la física de la atmósfera superior. Proponen remolinos de rotación contraria con energías extremas. Una vez que el vapor queda atrapado en esos remolinos, viaja muy rápidamente – casi a 90 metros por segundo, escriben en el ejemplar del 24 de junio de la revista Geophysical Research Letters.

“Nuestras observaciones demuestran que la actual comprensión de la región de la mesosfera y termosfera baja es bastante pobre”, dijo Charlie Seyler, profesor de ingeniería eléctrica en Cornell y coautor del artículo de la investigación.

Mientras tanto, el famoso misterio de Tunguska ha dado otro giro.

“Las pruebas son bastante sólidas sobre que la Tierra recibió el impacto de un cometa en 1908″, dijo Kelley.

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