Un halcón en el polvorín: Cheney organiza el contraataque en el "patio trasero" de Moscú
iarnoticias
03/09/08
Manuel Freyta
La guerra energética y el Apocalipsis capitalista están en marcha ¿Cómo jugará Irán?
Antes del conflicto del Cáucaso los analistas estadounidenses y europeos jugaban a la ruleta con la pregunta: ¿Atacará EEUU a Irán antes de finalizar el mandato de Bush-Cheney? La toma del enclave georgiano USA-UE por Moscú modificó ese interrogante: ¿Cómo jugará Irán en el conflicto del Cáucaso", es la pregunta clave que se formulan ahora quienes analizan las señales y los movimientos en el tablero de una confrontación que "va para largo", según las estimaciones de ambas trincheras.
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Primer axioma de la guerra: El eje imperial USA-UE tiene la firme convicción de que Rusia llegó a Georgia para quedarse (es lo que expresan el poder y la prensa europeo-estadounidense) .
Segundo axioma de la guerra: Rusia sabe que ganó la primera batalla, pero la guerra continúa y ya comienza a expandirse por el polvorín estratégico de Eurasia (Moscú ya está lanzando información de que Washington y la OTAN preparan un contraataque "envolvente" en los alrededores del Cáucaso).
Preguntado el martes por el canal de TV Euronews si la decisión de reconocer a Osetia del Sur y Abjasia podría impulsar el separatismo en el Cáucaso, Medvédev afirmó que no ve tal peligro. "A menos que en alguna parte del extranjero se ocupen de esas cuestiones inventando diversos guiones para desmembrar a Rusia".
La aseveración del presidente ruso, "coincidió" casualmente con la información oficial de que Dick Cheney, el promotor de guerras itinerante de EEUU y vice de Bush, viajaba al "patio trasero" de Rusia para brindar solidaridad a sus aliados amenazados por la ofensiva de Moscú.
El vicepresidente y jefe del lobby sionista de la Casa Blanca -señalan este miércoles analistas y medios rusos- viene a organizar el contraataque del eje USA-UE para recuperar su enclave georgiano hoy en manos de Moscu.
Sus piezas: Ucrania y Azerbaiyán, desde donde -según la inteligencia rusa- Washington planea lanzar una "provocación" para obligar a Rusia a intervenir militarmente en esos enclaves "occidentales" justificando una línea de "negociación de emergencia" mediante la cual la ONU y la OTAN (brazos de USA-UE) recobren su ingerencia en el Cáucaso en desmedro de la influencia rusa.
Dick Cheney, viajaba el miércoles rumbo al estado ex soviético de Azerbaiyán para la primera parte de un viaje que formalmente busca demostrar que Washington no ha abandonado a sus aliados en la región, pese a la intervención militar rusa en Georgia, señalan agencias estadounidenses.
Azerbaiyán y Georgia (ambos limitan fronteras), búnkeres del eje USA-UE, son parte del corredor energético en disputa que desató el conflicto del Cáucaso. Azerbaiyán, a su vez, limita con Armenia, un enclave ruso, que también comparte fronteras con Turquía (aliado estratégico de EEUU) e Irán (aliado estratégico de Rusia).
El tablero de la "guerra energética"
De esta manera, Irán, un gigante que también comparte fronteras con Irak, Turquía, Afganistán y Pakistán, que limita al noreste con el Mar Caspio y toca al suroeste sus fronteras con el Golfo Pérsico, se convierte en la caja de resonancia estratégica de cualquier conflicto que estalle en el Cáucaso o en los corredores euroasiáticos del gas y petróleo, el botín de guerra de Rusia y el eje imperial USA-UE.
En ese polvorín de la "guerra energética", todo lo que pasa repercute en Teherán y en sus fronteras, y todo lo que pasa en Irán se expande rápidamente a sus vecinos, y, todos juntos, representan el corazón estratégico de la guerra intercapitalista por áreas de influencia y recursos energéticos que disputan Rusia y USA-UE.
El que gane (si antes no vuela el planeta) se queda con el premio mayor: El nuevo "orden mundial" y la redistribución del poder capitalista a escala planetaria.
Cuando hablamos de la cadena "energética", no estamos hablando de la cadena de la "felicidad" sino de un mapa geopolítico-económico que define la supervivencia de las potencias y del mundo (hecho a imagen y semejanza del capitalismo) en los próximos años.
El petróleo y el gas (bienes cada vez más escasos y en extinción), el motor de los motores de la economía mundial, configuran el recurso básico esencial para la supervivencia de las potencias centrales y representan el eje detonante estratégico de los conflictos militares en marcha que pueden convertir a Wall Street y a los "mercados" en tierra arrasada y en llamas.
Razón más que suficiente, para que la prensa "occidental" retacee "cobertura especial" y minimice la valoración y el significante de la guerra (ya desatada) por el control de esos recursos entre Rusia y el eje USA-UE, con protagonistas potenciales (a punto de ingresar) hoy todavía situados en la periferia del conflicto, como Irán, Turquía, China, India, Afganistán, Israel, Irak y Pakistán.
Como ya lo expresamos en otro informe (ver Petróleo: Elija el Apocalipsis que más le convenga) la combinación del cóctel petróleo-crisis financiera-inflación = hambre y conflictos sociales generalizados va hacia un desenlace inevitable: Colapso del sistema capitalista a escala global. En esta percepción, y con distintas modalidades "interpretativas", coinciden desde expertos de izquierda y de derecha hasta las máximas autoridades y entidades económicas y monetarias del "sistema".
La profundización del conflicto entre Rusia y el eje USA-UE (y los conflictos conexos como el de Irán y Medio Oriente) va a traer como consecuencia inevitable una suba imparable del petróleo.
Un nuevo desenlace en cualquiera de sus frentes (y a modo de proceso dialéctico y escalonado) repercutirá en una nueva escalada en el precio de los alimentos, y la suba de los alimentos se convertirá en inflación, y la inflación con detención de crecimiento económico conducirá a la estanflación (combinación de recesión con inflación), y la estanflación conducirá a la devaluación del salario y despidos de empleados y obreros en masa, y los despidos, la falta de poder adquisitivo y la suba de precios conducirán (inevitablemente) a las protestas, las huelgas y los estallidos sociales que ya se verificaron en los últimos meses en los cinco continentes, incluidos los países centrales.
El efecto dominó acechante
Y hay factores explicativos sobre el efecto dominó acechante: EEUU, la Unión Europea, China, Japón, India, las primeras economías del mundo son dependientes gasíferas-petroleras: No se autoabastecen, carecen y/o deben importar energía para sostener sus gigantescas infraestructuras capitalistas alimentadas con gas y petróleo.
Y hay otra señal clara del efecto dominó acechante en la "guerra energética": Irán, Arabia Saudita, Irak, los países del Golfo producen (extraen) petróleo primario pero carecen de las redes relevantes de distribución y de industrialización que si tiene Rusia extendidas por todo el mapa de Eurasia. Y que -obviamente- USA-UE intentan arrebatarle (o sustituir por sus propios corredores) para asegurar su supervivencia como eje "unipolar" del sistema capitalista.
Rusia, no solamente se "autoabastece" en el proceso de extracción e industrialización sino que además es la primera potencia gasífera del mundo, y de su extendido de corredores energéticos dependen desde las potencias europeas, China, Japón hasta el propio Israel.
Además -y a diferencia del resto de los grandes productores petrolíferos primarios- Rusia es una superpotencia nuclear (la segunda después de EEUU), y cualquiera que intente privarla de su recurso de supervivencia esencial se expondrá a sus cabezas nucleares que apuntan a las ciudades centrales del capitalismo "occidental" desde plataformas terrestres, buques, aviones y submarinos.
Este es el punto central que permite definir el conflicto Rusia vs. USA-UE como económico-militar-nuclear, cuya fase extrema puede desatar un Apocalípsis planetario en versión tecnológica.
No se trata de los Profetas, sino de un encadenamiento de procesos (interactivos) desatados por el control de la energía que pueden conducir finalmente a un resultante: El estallido nuclear. Hoy ya considerado como hipótesis válida por los planificadores y expertos militares.
De manera tal que, que el entramado estratégico de las redes energéticas euroasiáticas (el corazón petrolero-gasífero mundial) define no solamente el destino del planeta a corto y mediano plazo sino que también define si el planeta va a llegar a su destino vivo o muerto.
Y habría que preguntarle a la CNN y al resto de las cadenas planetarias (europeas y estadounidenses) de la "información" cuál es la razón que esgrimen para situar al conflicto del Cáucaso por debajo del conflicto en Bolivia en la "valoración" de la noticia.
¿Y cómo va a jugar Irán?
Es la pregunta "del millón" que surge inevitable de los cerebros excitados de los analistas "occidentales" a los cuales el estallido del Cáucaso les quebró definitivamente las coordenadas mentales.
Irán, para expresarlo de alguna manera, es la "gran frontera" que une las partes centrales y estratégicas de la guerra de Rusia con el eje USA-UE por el control de los recursos energéticos estratégicos y la hegemonía del nuevo orden mundial.
Por las líneas geopolíticas iraníes se trasmiten y retrasmiten los teatros de conflicto que atraviesan la escala comprendida entre Eurasia y Medio Oriente, cuyos desenlaces impactan directamente en las fronteras de Irán, ubicadas entre el Mar Caspio y el Golfo Pérsico, las llaves estratégicas del petróleo y la energía mundial.
Es decir que (y por lógica de osmosis) Irán ya forma parte esencial del conflicto del Cáucaso que se puede proyectar por sus fronteras al Golfo Pérsico, a Irak y al Medio Oriente.
La importancia estratégica de Irán en el tablero de la guerra energética se da por dos razones principales:
A) La mayor potencia del mundo islámico es una llave estratégica para el dominio y control militar de la región del Golfo Pérsico y del llamado "triángulo petrolero" (Mar Negro-Mar Caspio-Golfo Pérsico), por donde pasa más del 40% de la producción petrolera y gasífera mundial, un elemento clave para la supervivencia futura de las potencias capitalistas del eje USA-UE.
B) El potencial surgimiento de Irán como potencia nuclear-petrolera-islámica, aliada estratégica de Rusia y de China (potencias desequilibrantes en el orden imperial hegemónico vigente) pone en peligro la supervivencia del Estado de Israel y la supremacía del control económico, geopolítico y militar estratégico del poder imperial USA-UE en la decisiva región del Medio Oriente y del Golfo Pérsico.
Así como Rusia representa la "barrera" geopolítica y militar a vencer para la conquista de Eurasia y de sus recursos energéticos (vitales para la supervivencia futura del eje USA-UE), Irán es la piedra que hay que remover para complementar el control sobre las rutas y las reservas energéticas del Medio Oriente.
Esto explica porqué, desde que estalló militarmente el Cáucaso, Irán potencialmente ya está en guerra.
Y la guerra de Moscú es la guerra de Teherán, por dos razones estratégicas centrales:
A) Irán no se autoabastece en tecnología militar y es dependiente de Rusia para su equipamiento de Defensa ante el agendado ataque de Israel y de EEUU.
B) Irán no es una potencia nuclear, y depende del "paraguas atómico" de Rusia no solamente para desarrollar su propio programa sino para neutralizar la presión militar-nuclear del eje USA-UE-Israel.
Razones de peso para afirmar que Irán (a diferencia con China, el otro socio de Moscú) está obligado, en su guerra particular de supervivencia con el Estado judío, a jugar como pieza central de la estrategia de Moscú en el Golfo Pérsico, Irak y el Medio Oriente.
Por más que "coquetee" ensayando acercamientos y alejamientos con Washington, al régimen de los ayatolas no le queda otra que sumarse a la trinchera rusa ante el menor ruido de misiles en el Mar Negro o en el Cáucaso. Se trata de la supervivencia, el límite del juego diplomático de las "disuasiones" que viene practicando Teherán.
Irán ya ingresó en la guerra con una (por ahora) diferencia acentuada: No es el blanco principal.
Bush y Cheney, están sobrecargados de trabajo con el Cáucaso.
Allí, llegó este miércoles el vicepresidente y embajador plenipotenciario de la guerra imperial estadounidense.
Con un fosforito bajo el brazo, claro está.
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