Nueva forma de vida vírica descubierta en las fumarolas de las profundidades oceánicas

Ewen Callaway
New Scientist
Traducción de Ciencia Kanija
21/08/08

Las fumarolas hidrotermales de las profundidades oceánicas parecen mundos alienígenas, sus paisajes y fauna no son similares a ningún otro en la Tierra. Ahora un nuevo estudio sugiere que la vida también funciona allí de forma distinta.

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Mientras estudiaba los virus que habitan las hirvientes aguas que rodean una fumarola en el Pacífico Occidental, Eric Wommack notó que una gran proporción resultó ser dóciles inquilinos que merodeaban dentro de sus anfitriones bacterianos sin causar muchos problemas. Los fagos marinos – los virus que parasitan bacterias y arqueas en el mar – tienden a infectar a sus anfitriones, dividirse y estallar como globos.

“Nunca habíamos visto esto antes en cualquier otro lugar del océano”, dice Wommack, microbiólogo en la Universidad de Delaware en Newark, quien construyó un dispositivo que se hunde en el lecho oceánico y, con la ayuda de un submarino remoto, transporta muestras de 120 litros de agua a un bote que espera en la superficie.

En lugar de secuestrar bacterias para generar a su progenie, estos virus de división celular – o lisogénicos – insertan sus cortos genomas en los de la propia bacteria, dotándola de genes potencialmente útiles.

Genes de supervivencia

“Tal vez los virus que están albergando estas bacterias tengan genes que en realidad estén ayudando a las bacterias a sobrevivir en este entorno hostil”, dice Wommack.

Durante las épocas de estrés, los fagos despiertan y realizan copias de sí mismo. En este despertar, los virus puedes encapsular por error genes bacterianos y pasarlos a los nuevos microbios.

Por ahora, no está claro qué tipo de genes de los virus de las fumarolas hidrotermales se transportan entre los anfitriones. De las 258 secuencias virales que el equipo de Wommack ha recuperado de una fumarola térmica a 2500 metros bajo el océano, aproximadamente a 800 km al oeste de Costa Rica, sólo un cuarto encajaba con la secuencia de genes conocida.

Los virus de las fumarolas hidrotermales podrían ofrecer a las bacterias genes que les ayuden a lidiar con el gran calor, el cual deforma las proteínas, explica Wommack. Los virus también podrían ayudar a las células a seguir vivas metabolizando fuentes de energía alternativas, como el azufre, cambiando genes del metabolismo claves de un lugar a otro.

Para obtener un mejor manejo de la vida de los virus, Wommack planea recolectar muestras adicionales para un mayor secuenciado de ADN. Su equipo también tomará muestras de virus de otras fumarolas en la costa de Baja, México para ver si la vida dócil es común en otras localizaciones.

Curtis Suttle, experto en virus marinos en la Universidad de British Columbia en Vancouver, concuerda en que los virus marinos lisogénicos podrían transferir nuevas características a las bacterias. Las bacterias que causan el cólera, apunta, sólo provoca enfermedades cuando es infectada por un virus.

“Hay aproximadamente el número de Avogadro (sobre 6 x 1023) de infecciones teniendo lugar en el océano, y cada una de esas interacciones puede resultar en una transferencia genética de información entre el virus y el anfitrión”, comenta.

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