Un año despues... (el terremoto de Perú)
Lavozdigital.es
9/9/08
Fue una calurosa mañana de agosto cuando una escalofriante noticia nos despertaba. Un terremoto en Perú. Ha transcurrido un largo año para quienes viven en las regiones de Huancavelica, Ica y Cañete.
Durante este tiempo Cáritas Internacional, apoyada, sustentada y asistida por la confederación de todas las Cáritas del mundo ha tenido en su punto de mira y acción al pueblo peruano y concretamente a las personas que sufrieron el «estremecimiento de la tierra». La solidaridad de Jerez y todos los pueblos que forman nuestra Cáritas Diocesana canalizamos a través de Cáritas Internacional nuestras aportaciones, poniéndolas allí en las manos de Cáritas Perú.
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Los agentes de pastoral de las zonas afectadas tuvieron presencia inmediata para acompañar a las familias en medio del dolor y la incertidumbre, Cáritas estuvo inmediatamente llevando ayuda para dar testimonio de solidaridad para con los más afectados. Es de las pocas entidades que ha mantenido su presencia, antes en la labor de emergencia y ahora en la reconstrucción. No se nos puede pasar por alto, que cuando hablamos de agentes de pastoral, hablamos de personas que viven el día a día de los pueblos que forman parte de ellos y que conocen como nadie la situación en que viven y se viven.
Durante este año se ha vivido incertidumbre, inseguridad, depresión y desesperanza por los daños materiales, por vivir en casa afectadas y albergues temporales, caminando entre escombros durante meses, esperando respuestas de reconstrucción desde el Estado que se ha demorado meses tras el terremoto.
A pesar del fuerte impacto, con estrés postraumático en niños y grupos excluidos, la capacidad de la población para asumir retos es muy grande. Días después del terremoto, la población buscaba obtener ingresos y reconstruir su forma de vida. La búsqueda de ingresos, reparar y reconstruir casas, trabajar en comités y ollas comunes, organizar faenas comunales, la existencia de líderes, animadores y promotores, además de los agentes de pastoral que realizaron acciones de respuesta, y ahora de reconstrucción muestra que a pesar del dolor y sentido de pérdida, hay signos de esperanza para superar los efectos del terremoto y salir de la pobreza.
Cáritas ha estado ahí. Al pie del cañón, desde la primera sacudida de la tierra hasta ahora, atendiendo, en el periodo de emergencia ha llegado a más de 55.000 familias, y hablar de familia allí decir, unidad familiar con no menos de 6 ú 8 miembros de media. Y en la reconstrucción integral en Cañete, Huancavelica e Ica se está trabajando directamente con aproximadamente 2.000 familias.
Con datos concretos podemos decir que en Cañete y Huancavelica se está en la fase de reconstrucción esperando acabar el año con unas 500 viviendas reconstruidas y haber iniciado obras de servicios de agua, locales comunales y educativos en 12 distritos. En Ica para finalizar el 2008 serán unas 14 escuelas las que beneficien a más de 4.000 escolares.
Paralelamente se han realizado, por iniciativa de las mismas personas, micro-empresas y acciones privadas para la recuperación de cultivos y crianzas, con reconstrucción de infraestructuras de riego y protección de agua y medio ambiente. En la zona urbana, se ha terminado un diagnóstico de potencialidades y los micro-emprendimientos serán fundamentales para la recuperación sostenible de ingresos.
El esfuerzo que nuestra Cáritas Diocesana de Jerez para con Perú, va incluido en todas esas acciones que tratan de dar respuesta en intervenciones programática y técnicamente bien sustentadas, que tengan un eficiente y transparente uso de recursos, que haya una rendición de cuentas con las propias comunidades con las que se trabaja y con aquellas entidades y personas que colaboran con nosotros. Por que Cáritas sólo pretende ser un instrumento de expresión del amor de Dios para con quienes más sufren, así como una red mundial que contribuye a la solidaridad entre las personas, comunidades y países que hacen suyo el dolor y la esperanza de las comunidades azotadas por un desastre como el que se vivió en Perú en agosto del 2007.
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