La solidaridad prohibida

Pascual Serrano
La Epoca/Rebelión
10/9/08

El gobierno cubano insiste en numerosas ocasiones en explicar a la comunidad internacional el carácter criminal e ilegal del bloqueo al que es sometido su país por la administración estadounidense. Con más o menos suerte, se puede lograr que se conozca esa realidad y se comparta o no la interpretación de Cuba, que cuantifica ese bloqueo en pérdidas por valor de 89.000 millones de dólares. Sin embargo, acontecimientos como la tragedia de los huracanes Gustav e Ike, pueden ayudar a comprender la maldad escondida detrás de las medidas estadounidenses.

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Algunos medios de comunicación titulaban recientemente que Cuba rechazaba el ofrecimiento de ayuda de EEUU, sin precisar que no puede haber ninguna propuesta de ayuda humanitaria desde Estados Unidos a Cuba si se mantienen, tal y como establece el Grupo de Trabajo para la Aplicación de Sanciones a Cuba, multas de 250.000 dólares al ciudadano cubanoestadounidense que envíe dinero a su familia en Cuba para que arregle el tejado de su vivienda tras el ciclón o viaje a visitarle incumpliendo el límite de un viaje cada tres años y sólo si su familia es padres, abuelos, hijos o hermanos. Ni que decir tiene que esa multa se aplicará a un ciudadano estadounidense que quiera enviar a un amigo o conocido ayuda alguna, en dinero o en especie.

A pesar de la petición del candidato presidencial demócrata, Barack Obama, de suspender por "no menos de 90 días" las restricciones a los viajes y al envío de remesas a la isla, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, dejó claro el pasado el domingo desde Marruecos que las prohibiciones seguirán vigentes.

La propuesta de ayuda estadounidense establece como condición, según el documento oficial enviado al gobierno cubano, que se “permita que un grupo de evaluación humanitaria visite Cuba para inspeccionar las áreas afectadas y evaluar adecuadamente los daños”, es decir, de inspectores para estudiar la situación, lo que no deja de ser insultante y humillante. Algo así como si, ante la petición de un familiar para que le prestemos dinero, le respondiéramos con una auditoría para conocer en qué se lo gasta y cuál es su situación económica. La comunidad internacional no debe olvidar tampoco la misión que adoptaron los inspectores que llegaron a Iraq en los días previos a la invasión, quienes se dedicaron a transmitir valiosa información al ejército estadounidense para poder precisar sus bombardeos.

Por tanto, no sólo no existe desde el gobierno de Estados Unidos intención alguna de ofrecer ayuda humanitaria a Cuba tras la tragedia que ha dejado millones de pérdidas en viviendas destruidas y cultivos arrasados, sino que la solidaridad de los ciudadanos estadounidenses con Cuba sigue siendo un delito en aquel país.

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