La NASA cree que un asteroide de gran tamaño llegará a la Tierra una vez cada 300 años

Andrew C. Revkin
Gaceta.es
15/07/08

Puede que Chicken Little no estuviera tan paranoico. Después de todo, la Tierra está repleta de pruebas de viejas colisiones, grandes cráteres realizados en su superficie por asteroides o meteoritos. Algunos expertos incluso consideran que un objeto como el que chocó hace 65 millones de años en el Yucatán (Mexico) está relacionado con la desaparición de los dinosaurios.

En la última década, la NASA ha estado muy ocupada intentando identificar qué otros objetos llevan esta dirección, especialmente aquellos que tienen el potencial de convertirse en 'asesinos de la civilización', ya que tienen uno o más kilómetros de diámetro y sus órbitas están situadas a 48 millones de kilómetros de la Tierra, demasiado cerca para los estándares confortables del espacio sideral.

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Una mañana de fuego

Pero los grandes son, en muchos aspectos, los más sencillos de controlar. Las rocas de menor tamaño importan también. Quizá este hecho en ninguna parte es tan evidente como en Siberia central, donde recientemente se cumplieron 100 años desde que algo —presumiblemente un meteorito, según dicen la mayor parte de los expertos— cruzó el cielo y explotó a una altura de ocho kilómetros, con una fuerza equivalente a 185 bombas de Hiroshima. El impacto fue tal que arrasó 1.300 kilómetros cuadrados de bosque y eso que sólo medía 30 metros de diámetro.

La explosión, que iluminó el cielo de Siberia con una bola de fuego, poco después de las siete de la mañana del 30 de junio de 1908, es conocida como el accidente de Tunguska, por el río que atraviesa la zona damnificada, y es ampliamente considerada como la advertencia de los tiempos modernos de los peligros que acechan en el espacio.

El Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena (California) calcula que un asteroide del tamaño del de Tunguska entrará en la atmósfera de la Tierra una vez cada 300 años, y anticipa que puede haber unos 375.000 objetos de ese tamaño flotando en el espacio.

Afortunadamente, existen muchas opciones de que el próximo caiga en algún océano, que ocupan más de los dos tercios de la superficie de la Tierra, o en las vastas franjas aún inhabitadas. Cuánto supondría en dólares, para los contribuyentes el detectar estos peligros es uno de los ejercicios de valoración de riesgo más difíciles que existe.

Donald K. Yeomans, que dirige el Near-Earth Object Program, resaltó que la atmósfera de la Tierra es continuamente atravesada por material del espacio, que va desde el tamaño de una pelota de baloncesto (varios al día) hasta el de un Volkswagen (dos veces al año).

Poder destructivo

Casi todo se quema, aunque algo puede explotar en el aire, con el potencial de causar daños debajo. Y después están los objetos, como el meteorito que cavó un cráter de 18 metros en Perú, el pasado mes de septiembre. Quizás no mayor que una pelota de baloncesto, el meteorito fue un recordatorio del poder destructivo que tiene lo que está rondando por ahí.

Las restricciones presupuestarias han ralentizado las iniciativas de la agencia espacial estadounidense para cumplir su objetivo de identificar, al menos, hasta el 90% de estos grandes objetos para 2009. En cuanto a las rocas similares en tamaño a la que explotó en Siberia, la NASA ha conseguido avanzar bastante en esa línea.

Aún así, de una forma u otra, muchos más asteroides con potencial para alcanzar nuestro planeta serán identificados en la próxima década, según los astrónomos. Pero la alerta es sólo el primer paso para resolver el desafío, destaca Rusty Schweickart, el astronauta del Apolo 9 que dirige una fundación que aboga porque haya más investigación acerca de los objetos cercanos a la Tierra.

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