El negocio petrolero del que nadie quiere hablar

Nick Turse
Tom Dispatch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
19/07/08

Introducción del editor de Tom Dispatch:


Es verano y llenar de gasolina el tanque es como vaciar la billetera directamente en ese surtidor de gasolina. ¿Piensas que te va mal? ¿Piensas que te duele? Bueno, ¡déjate de llorar! ¡A otros “adictos” al petróleo les va mucho peor! ¿No te da pena? Toma un ejemplo obvio: el Pentágono. Hubo tiempos en los que acelerar hacia una guerrita por el petróleo era un esencialmente un regalo. Últimamente, sin embargo, cuesta un ojo de la cara sacar ese Humvee de la base, mandar ese jet a la pista más cercana, o lanzar ese Predator Hellfire armado de misiles sobre Afganistán – y ni hablemos de enviar toda una fuerza de tareas de portaaviones al Mar Arábigo.

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¡Vaya!, el coste del combustible refinado para el uso por la tropa va a saltar oficialmente de 126,68 dólares el barril a 170,94 dólares. Es un aumento de un 34% en los últimos seis meses, ¡bobo! ¿Sientes menos lástima por ti mismo ahora? Según la revista Time, “el portavoz del Pentágono, teniente coronel Brian Maka, dijo el viernes que el aumento de precio es necesario para cubrir un aumento previsto de 1.200 millones de dólares en costes de combustible en los próximos tres meses.” Súmese eso a los cerca de 12.000 millones de dólares por mes gastados en las guerras en Afganistán e Iraq y, ¡ea!, verás tus propios problemas en la gasolinera en otra perspectiva, ¿verdad? Así que, la paz podrá ser un infierno, ¿pero la guerra?

La semana pasada, Nick Turse ofreció algunas sugerencias a periodistas de los medios de información dominantes que finalmente – sólo con cinco años de atraso – terminaron por llegar al rol del gobierno de Bush en la historia petrolera de Iraq. Ahora, en la segunda parte de su serie sobre lo que no mencionan los medios dominantes cuando se trata de la historia de nuestras guerras por el petróleo y la energía, volvemos a Washington y a ese tragón de gasolina por excelencia, el Pentágono. Los lazos que ha desarrollado el Complejo –término que usa Turse para el antiguo complejo militar-industrial en su excelente libro sobre la militarización nuestras vidas de todos los días – con el complejo petro-industrial, son considerados algo normal de tal manera que los periodistas de los medios dominantes rara vez piensan que merezcan un artículo. Es como estar en el área científica y presentar artículos sobre como respiramos. En nuestra sociedad belicista, sin embargo, respirar se hace algo difícil y Turse sugiere que tal vez sea hora de echar otro vistazo a las actividades energéticas diarias en el Pentágono. Tom

El Pentágono y la caza de oro negro

El negocio petrolero del que nadie quiere hablar


Nick Turse

Durante años, “petróleo” e “Iraq” no lograban llegar a una misma frase en la cobertura en los medios dominantes de la invasión y ocupación de ese país. Recientemente, ha comenzado a haber un cambio, pero el “petróleo” y “el Pentágono” todavía llegan juntos a las noticias.

El año pasado, por ejemplo, según documentos del Departamento de Defensa (DoD), el Pentágono pagó más de 70 millones de dólares a Hunt Refining, una compañía petrolera cuya afiliada corporativa, Hunt Oil, debilitó la política de EE.UU. en Iraq. No todo el mundo puede saberlo. Aunque la caza de petróleo en Iraq es cubierta ahora cada vez mejor en los medios dominantes, la caza de petróleo del Pentágono es un tema desaparecido en acción. A pesar de que el Pentágono traga combustible en cantidades asombrosas, es un punto ciego crónico en la cobertura en los medios sobre energía.

Consideremos la historia de Hunt Oil un poco más de cerca, ya que es un ejemplo impresionante del problema general. El 3 de julio de 2008, según el New York Times, el Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes estableció que Hunt Oil había buscado “un acuerdo petrolero con el gobierno regional de Kurdistán que contradecía la política estadounidense y menoscaba al gobierno central de Iraq.” A pesar de su política oficialmente declarada de advertir a compañías como Hunt Oil “que incurren riesgos al firmar contratos hasta que Iraq apruebe un ley del petróleo,” el Departamento de Estado efectivamente alentó en algunos casos un acuerdo entre la “compañía petrolera de Texas, con estrechos vínculos con el presidente Bush,” y Kurdistán que “menoscabó” al gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki' en Bagdad.

Cuando se le preguntó si la Casa Blanca estaba informada de las negociaciones con el gobierno regional, en gran parte autónomo, de Kurdistán, la secretaria de prensa del presidente Bush, Dana Perino, respondió: “No sé de nadie que lo haya sabido.”

Resulta que no era exactamente la verdad. El Times señaló que el director ejecutivo de la compañía: “Ray L. Hunt, estrecho aliado político del presidente Bush, informó sobre sus contactos con responsables kurdos [al Consejo Asesor de Inteligencia Exterior del presidente, del que era miembro] antes de que se firmara el acuerdo.” En los hechos, en una carta del 2 de julio, el presidente del Comité, Henry A. Waxman, dijo a la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice: “Documentos obtenidos por el Comité indican que contrariamente a los desmentidos de responsables del gobierno, asesores del presidente y funcionarios de los Departamentos de Estado y Comercio sabían del interés de Hunt Oil en la región kurda meses antes de que se realizara el contrato.”

Para el Times, sin embargo, la caza de la historia terminó con Hunt Oil. No se prestó atención a su mellizo corporativo, Hunt Refining, con sus propios importantes lazos financieros con el Pentágono, el presidente, y las fuerzas de ocupación de EE.UU. en Iraq. Esto, a pesar de que la compañía se promueve orgullosamente como “importante proveedor de combustible jet al Departamento de Defensa de EE.UU.” en el Sudeste de EE.UU.

¿Y por qué no enorgullecerse? Desde el día mismo en el que se aceleró la Guerra Global contra el Terror y se invadió Iraq, Hunt Refining ha cosechado silenciosamente importantes recompensas. Aunque la compañía fue contratista de la defensa en los años noventa, según documentos del DoD, Hunt no recibió dinero del Pentágono en 2000 o 2001. Desde 2002-2004, sin embargo, la compañía comenzó a recibir contratos y cobró un promedio de algo más de 15,5 millones por año. Y sólo entonces comenzaron los buenos tiempos. En los últimos tres años, los registros muestran que Hunt ha cobrado sumas cada vez mayores de dineros públicos del Pentágono – 39,6 millones de dólares en 2005, 52,2 millones en 2006 y, en 2007, colosales 70 millones. (Hunt Refining no devolvió llamados telefónicos o correos electrónicos en los que se pedía comentarios para este artículo.)

El mayor contrato de Hunt para el Pentágono en 2007, fue para la entrega de combustible de aviación para turbinas y combustible para jet JP-8. El negocio fue adjudicado sólo meses antes de que Hunt Refining y su afiliada Hunt Southland Refining aceptaron, según documentos del Departamento de Justicia, “pagar una multa civil de 400.000 dólares y gastar más de 48,5 millones de dólares para nuevos y actualizados controles de contaminación en tres refinerías” como parte de un arreglo para resolver “presuntas violaciones de la Ley del Aire Puro.”

Aparte de sus conexiones en el Pentágono, Hunt Refining, también tiene estrechos vínculos con el presidente Bush. El hijo de Ray Hunt, Hunter Hunt, vicepresidente sénior de Hunt Oil Company, está según su biografía corporativa: “también involucrado en proyectos especiales que tienen lugar en Hunt Refining Company.” El Hunt más joven, sin embargo, se tomó unos días de permiso de los negocios familiares, de 1999 a 2001, para trabajar en la campaña presidencial de Bush “como el principal Asesor de Política responsable por temas energéticos” y principal arquitecto de la política nacional de energía de Bush.

Mientras Hunt Oil finalmente llegó a los titulares y obtuvo atención en la prensa por sus conexiones con el gobierno de Bush y sus manejos en Iraq ocupado, como debiera ser, los complejos vínculos de Hunt Refining con la fuerza a cargo de ocupar ese país no parecen ser considerados noticias en absoluto. A pesar de la obvia relación financiera y la red de curiosos vínculos que se extienden de la Casa Blanca y el Pentágono a Texas, Alabama, e Iraq, esta parte de la historia es considerada normal.

Bien provista con cada vez más dólares del dinero público del DoD, Hunt Refining se embarca ahora en un ambicioso programa para aumentar su producción. La refinería Tuscaloosa de Hunt en Alabama procesa actualmente 52.000 barriles de petróleo crudo por día, según un reciente artículo en la revista especializada South Central Construction. Los objetivos de la compañía, sin embargo, son aumentar la producción a 65.000 barriles por día, resultando “aproximadamente en la duplicación de la producción de gasolina y combustible diesel.” Según un informe en la edición de abril de Hydrocarbon Processing, la primera de las nuevas unidades de procesamiento de Hunt “entrará en producción a fines de 2009. La modernización debe ser completada en 2010.” Todo esto, desde luego, tiene lugar mientras el Pentágono necesita cada vez más combustible para realizar sus guerras.

En 2008, Hunt Refining ya ha recibido un acuerdo de 65,4 millones de dólares por combustible de aviación del Pentágono que tiene un plazo para “completar el desempeño” hasta el 30 de abril de 2009. Si los recientes contratos sirven de pauta, es una indicación de que posiblemente reciba montos récord de los militares de EE.UU. antes de fin de año.

El DoD es, como señala el experto en seguridad nacional Noah Shachtman: “el mayor consumidor de energía del mundo.” Sin que haya un fin a la vista de sus actuales guerras y ocupaciones, que han subido por los cielos su consumo de combustible, y con precios de petróleo en continuo aumento (indudablemente, por su parte, afectados por lo menos modestamente por la necesidad voraz de combustible del Pentágono), cada vez más dineros públicos van a ser canalizados a las numerosas compañías en su nómina – y por lo tanto la de EE.UU.

Así trabaja ahora el gobierno y debiera ofrecer una historia interesante – y Hunt Refining debería ser parte de ella. Pero no cuentes con eso. A los medios dominantes les ha tomado cinco años llegar a la historia del petróleo en Iraq. ¿Cuántos más tardará antes de que se den cuenta de que vale la pena observar las operaciones petroleras de todos los días en Washington?

Con sus crecientes contratos del DoD, su capacidad que pronto será aumentada, y el punto de apoyo que su socio corporativo posee en Iraq ocupado por el Pentágono, Hunt Refining probablemente será un protagonista en Washington y un importante beneficiario de dólares del DoD mucho después de que George W. Bush haya vuelto a Texas. Pero hasta que los medios dominantes comiencen a desenredar las estrechas relaciones entre Hunt, otras corporaciones energéticas, y el Pentágono, que posibilitan que nuestras fuerzas armadas funcionen a diario, aspectos cruciales no sólo de importantes escándalos sino de como funciona nuestro mundo permanecerán ocultos, aunque estén a la vista.

Nick Turse es editor asociado y director de investigación de Tomdispatch.com. Ha escrito para
Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, Adbusters, Nation, y regularmente para Tomdispatch.com. Su primer libro: “The Complex: How the Military Invades Our Everyday Lives,” una exploración del nuevo complejo militar-corporativo en EE.UU., fue recientemente publicado por Metropolitan Books. Su sitio en la red es: Nick Turse.com

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