El «gran lago» de Gaza: fábrica de una nueva crisis

Suzanne Baroud
The Palestine Chronicle
Traducido por Carlos Sanchís. Revisado por Caty R.
Tlaxcala
01/04/08

En un lugar a pocas millas de las playas arenosas y los elevados rascacielos, las villas blancas de piedra y las piscinas azul celeste son el ejemplo del escarnio y la injusticia a los que están sometidos más de 1,5 millones de seres humanos que tienen que beber agua contaminada por las aguas residuales. Cuando hay una línea tan delgada entre la abundancia y la pobreza, entre los privilegios y la necesidad, qué desquiciante es saber que apenas a un tiro de piedra, las madres y padres están obligados a alimentar a sus familias con veneno. Como si el ocupante no pudiera encontrar una manera más creativa de atormentar a sus víctimas.

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El mayor ultraje es que semejante realidad es la política decidida por el gobierno israelí, criticada por los grupos humanitarios y de derechos humanos más importantes del mundo y a pesar de ello cada vez más profundizada por Israel y descaradamente respaldada y justificada por EEUU. Es indiscutible que la calamidad del agua contaminada en la Franja de Gaza es una política deliberada del gobierno israelí.

La gestión de las aguas residuales en Gaza no es un problema nuevo y, de hecho, se remonta hasta la época de la ocupación israelí de Gaza en 1967. En ese momento, Israel instaló los medios de tratamiento de las aguas residuales que todavía funcionan hoy, construidos para servir entonces a una población de 380.000 personas, un número que ha aumentado a 1,5 millones.

El agotamiento de las fuentes de agua potable y la siempre creciente crisis del alcantarillado en Gaza está creando zonas de encharcamiento, la más grande de ellas llamada «el gran lago», que ocupa unas 30 hectáreas de terreno y contiene aproximadamente 2-3 millones de metros cúbicos de agua inútil.

Con instalaciones arcaicas para dar servicio a un grupo humano que casi se ha triplicado en número y con la ausencia de las condiciones básicas, tales como combustible para el funcionamiento de las bombas necesarias para mantener las instalaciones en funcionamiento, el resultado es el vertido de las aguas residuales tóxicas en el suelo y en las aguas subterráneas que van directamente a la mar.

La publicación de las Naciones Unidas IRIN, entrevistó recientemente a Rebhi al- Sheikh, jefe de la Autoridad Palestina del Agua (PWA) en Gaza, quien declaró que actualmente el 75 por ciento de los habitantes de Gaza está bebiendo agua contaminada.

En enero de 2008, el ponente especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, John Dugard, viajó a Palestina y evaluó la situación, que describió de «catastrófica» bajo las restricciones impuestas por Israel.

Recientemente hablé con la Dra. Suma Baroud sobre el alcance de los problemas y de los aspectos sanitarios que derivan de la existencia de áreas de escapes como el gran lago. Ella explicó: «Como facultativo que trabaja en el campo del cuidado de la salud primaria en la región de Kan Younis durante los últimos 10 años, he aprendido de mis observaciones cotidianas que hay una multitud abrumadora de problemas y dolencias que minan la salud de los habitantes de Gaza, sobre todo de los niños, como resultado de la formación de estanques, cada vez más grandes, de aguas residuales, como el ‘gran lago’ o el ‘majari’, como lo llamamos nosotros».

«En nuestros centros de salud tratamos a muchos niños de enfermedades inducidas por infecciones de pequeños organismos, como las amebas. Estas dolencias progresan y llevan a enfermedades internas que afectan al intestino delgado y al grueso, entorpeciendo o impidiendo sus funciones, originando cólico abdominal, diarrea y estreñimiento. Otras complicaciones incluyen anemia, falta de crecimiento y perturbaciones mentales. Además hemos visto números crecientes de niños que padecen insomnio, baja autoestima e inseguridad».

«A esto se añade un gran número de pacientes que son tratados en nuestras clínicas en verano por infecciones superficiales debidas a las picaduras de los insectos. Hay un problema abrumador con dichos insectos, que crecen en las condiciones bajo las que nosotros sufrimos, el calor intenso y las aguas residuales estancadas».

«Hay una tremenda presión en el ministerio de Salud debido al consumo excesivo de medicamentos para combatir estas enfermedades y sus complicaciones posteriores».

Un número incontable de grupos de derechos humanos ha sacado al primer plano la situación de Gaza en las últimas semanas, incluido el Comité Internacional de la Cruz Roja que recientemente declaró a IRIN que «La situación medioambiental en Gaza es lastimosa y está empeorando».

Entre 30.000 y 50.000 metros cúbicos de aguas residuales tratadas parcialmente y 20.000 metros cúbicos sin tratar acaban en los ríos y en el mar Mediterráneo. Unos 10.000-30.000 metros cúbicos parcialmente tratados van a la tierra y en algunos casos llegan al acuífero, contaminando los ya pobres recursos de agua potable de Gaza.

El Grupo Internacional de Crisis presionó a Israel, Egipto, la AP y el gobierno de Hamás para que hagan todo lo posible para que se pueda disponer de los materiales necesarios, como el combustible que es esencial, para frenar el enorme problema de las aguas residuales en Gaza.

En un artículo publicado recientemente en el Coastal Post, con base en California, el candidato presidencial estadounidense Ralph Nader reprobó a Israel por su polifacética ejecución de la violencia institucionalizada contra la población de Gaza y convocó a EEUU a considerar su complicidad, fuera de la ley, con las prácticas inhumanas e ilegales de Israel: «El asedio de Israel también ha causado una gran pérdida de vidas en Gaza por destruir los medios de cuidados de la salud, cortar la electricidad, por desnutrición y contaminación de las aguas potables y destrucción de los sistemas públicos del agua. Las víctimas son principalmente niños y civiles adultos cuyas muertes pasan inadvertidas en Occidente. El sufrimiento de los civiles de Gaza es ignorado por el 98% del Congreso estadounidense, que entrega a Israel anualmente miles de millones de dólares del contribuyente.

Según la Agencia de Ayuda y Trabajo de las Naciones Unidas (UNRWA), «Gaza está en el umbral de convertirse en el primer territorio que será reducido intencionadamente a un estado de abyecta indigencia con el conocimiento, la aquiescencia y –algunos añadirían- el estímulo de la comunidad internacional».

A primeros de marzo de este año, un informe redactado por ocho grupos de derechos humanos y humanitarios británicos condenó las políticas de Israel en un «mordaz» informe que declaraba que la crisis humanitaria en Gaza era la «peor desde 1967».

«Mientras nosotros hablamos, las aguas residuales tóxicas están corriendo, literalmente, a raudales por las calles», dijo Geoffrey Dennis, jefe de CARE International.

La directora de Amnistía Internacional del Reino Unido, Kate Allen dijo que Israel debe proteger a sus ciudadanos, «pero, como potencia ocupante en Gaza, tiene también la obligación legal de garantizar a la población de Gaza el acceso a alimentos, agua potable, electricidad y atención médica». Y añadió: «Castigar a toda la población de Gaza y negarle los derechos humanos básicos es absolutamente indefendible. La situación actual es artificial y debe cambiarse».

El informe de 16 páginas -patrocinado por Amnistía Internacional junto con CARE International del Reino Unido, CAFOD, Ayuda Cristiana, Médicos del Mundo del Reino Unido, Oxfam, Save the Children del Reino Unido y Trocaire- apela al gobierno británico para que ejerza la mayor presión posible para cambiar la política de no negociar con los gobernantes de Hamás de Gaza.

Kate Allen, la representante de Amnistía, apremió para que se ponga el mayor énfasis en la urgencia de este problema. «El vertido es tan enorme que se ha llamado ‘el gran lago’; semejante abuso y malos tratos infligidos a una población considerada como ‘protegida’ es ni más ni menos que un puro ultraje. La comunidad internacional debe emprender acciones inmediatas para asegurar la protección debida a la población de Gaza» declaró Allen, y añadió «esta acción detestable es, indiscutiblemente, artificial y debe revertirse inmediatamente».

Suzanne Baroud, estadounidense, es escritora y editora. Ha editado numerosos libros; también es la redactora jefe de PalestineChronicle.com.

Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, al traductor y la fuente.

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