Una sal sanadora

La Vanguardia
23/04/10

Se llama cloruro de magnesio y ha sido alabado por muchas personas que han acudido a él para resolver todo tipo de dolencias, especialmente las asociadas con la tercera edad.

Este artículo fue enviado por un lector, quien lo consideró “interesante” para aquellos que buscan en la medicina alternativa lo que no han podido encontrar en la medicina ortodoxa.

La información contenida en el mismo y las recomendaciones sugeridas no hacen daño a nadie, ya que se refieren al uso de una sal (cloruro de magnesio) que en dosis bajas no tiene repercusiones nocivas para el cuerpo humano, aparte de que el organismo elimina fácilmente las cantidades en exceso de esta sustancia.
...Siga leyendo, haciendo click en el título...

Se llama cloruro de magnesio y ha sido alabado por muchas personas que han acudido a él para resolver todo tipo de dolencias, especialmente las asociadas con la tercera edad

De todos modos, si usted cree que probar con este producto puede ser bueno para su salud, hable de ello con su médico. Y si se dedide a tomarlo, manténgase atento a cómo reacciona su cuerpo al tratamiento continuado.

El cloruro de magnesio es una sal similar al cloruro de sodio, de hecho, en el agua de mar ambas sales coexisten juntas .

El magnesio es un mineral presente en muchos vegetales de la alimentación diaria, y es útil para el cuerpo como también lo son el potasio y el calcio. Una alimentación variada asegura que usted reciba el magnesio que requiere su organismo.
En la Internet encontrará información y testimonios sobre el uso del cloruro de magnesio como tratamiento alternativo para muchas dolencias.

Un testimonio

La historia que se presenta a continuaciónfue redactada por el sacerdote John Schorr, residente en Brasil.

El Padre Schorr describe lo que sucedió a su propio cuerpo cuando tenía 61 años de edad y estaba casi paralítico. Esto fue 12 años antes de comenzar un tratamiento con el cloruro de magnesio. Pero dejemos que sea Schorr el que cuente su historia.

“En aquel entonces sentía punzadas muy incómodas en la región lumbar (columna vertebral), incurables según los médicos. El dolor en la columna me perturbaba todo el día, sobre todo cuando estaba de pie, lo que me obligaba a permanecer sentado, incluso cuando oficiaba la misa.

”Durante un verano muy seco sentí cierta mejoría, pero luego empeoré. Me trasladé a la ciudad de Florianápolis (capital del estado de Santa Catarina, en Brasil) en busca de un especialista. Me tomaron radiografías y me dijeron que mis vértebras estaban endurecidas y en avanzado estado de descalcificación. Y que nada se podía hacer, sólo aliviar el dolor.

“Para ese entonces me era imposible descansar ni siquiera acostado, hasta que descubrí que podía dormir en la posición fetal, así como duermen los gatos.

“Me preguntaba qué podía hacer. Entonces apelé a Dios y le dije: ‘Amado Padre, estás viendo el estado de esta criatura... Te pido Padre mío que me des una solución para mis males’.

“Pocos días más tarde me llevaron a Porto Alegre a un encuentro jesuítico. Allí conocí al Padre Juárez. Él me aseguró que la solución a mis problemas de salud era muy sencilla. ‘Todo lo que necesitas es tomar cloruro de magnesio’”, me dijo.

Me mostró un escrito del Padre Poig, un jesuita español que había descubierto las propiedades curativas de esa sustancia, a partir de una experiencia familiar (su madre se curó de una artrosis en avanzado estado de descalcificación).

“En son de broma, el Padre Juárez me dijo: ‘Mientras tomes esta sal, sólo te vas a morir si te das un tiro en la cabeza o tienes un accidente’.

“Comencé a ingerir una dosis diaria de cloruro de magnesio todas las mañanas. Tres días después aumenté a una dosis en la mañana y otra en la noche.

“Al vigésimo día me sentí muy extraño. Ya no tenía dolores y pude dar un corto paseo sin sentir ninguna incomodidad.

“A los 40 días pude estar de pie todo el día, sintiendo tan sólo un pequeño dolor en la pierna derecha. A los 60 días, la pierna dolorida estaba igual o mejor que la otra.

“Luego de tres meses aumentó la flexibilidad de mis huesos y sentí un inesperado alivio en todo mi cuerpo. A los 10 meses de tomar el cloruro de magnesio ya era otra persona.

“Los que me conocían notaron el cambio. De hecho, yo mismo me veía diferente, tanto en mi cuerpo como en mi mente. Es por esto que siento el deber de difundir las bondades de este remedio natural”.

Preparación y propiedades

Para preparar la solución de cloruro de magnesio haga esto: ponga a hervir por cinco minutos un litro de agua. Cuando el líquido se enfríe, disuelva en él 33 gramos de cloruro de magnesio (se consigue en las farmacias), y guarde la prepración en una botella de vidrio (no en plástico).

Una dosis de este preparado equivale a una tacita de café (unos 50 mililitros). Para las personas de 50 a 70 años se recomienda una dosis en la mañana. Para las personas mayores de 70 años, una dosis en la mañana y otra en la noche.
El cloruro de magnesio no crea hábito y no tiene ninguna contraindicación.

Esta sal atrapa el calcio depositado en los lugares indebidos del cuerpo y lo coloca solamente en los huesos; más aún, consigue normalizar la presión sanguínea (la sangre se torna más ligera y por lo tanto más fluida).

Bajo sus efectos el sistema nervioso se estabiliza, lo que se traduce en mayor lucidez mental; de hecho, mejora notoriamente la memoria, la atención y la concentración.

Otras bondades incluyen:

Mejora la función renal al eliminar el exceso de ácido úrico.

Equilibra el mecanismo de contracción y relajación muscular. Previene los calambres. Anula los mareos y es un poderoso agente antiestrés.
Modera los trastornos digestivos y actúa como un ligero laxante. Contibuye a fortalecer los huesos.

Mejora el tono neuromuscular (en la epilepsia, por ejemplo)

Ayuda a sacar los lípidos (grasas) de la sangre. Previene la arteriosclerosis.

Aleja los males asociados al funcionamiento anormal de la próstata.

Ejemplos y sugerencias

Para dolores en la columna, nervio ciático o lumbar y sordera por descalcificación: tomar tres dosis al día Una vez obtenida la mejoría, disminuya la dosis a una por día.

Para la artrosis y la acumulación de ácido úrico en las articulaciones, tome una dosis por la mañana, si en 20 días no siente mejoría, aumente a una dosis en la mañana y otra en la noche. Después de mejorar continúe con la dosis mínima.
Para la próstata. Un paciente con dificultades para orinar comenzó a tomar tres dosis al día y en una semana estaba bien.

En achaques de la vejez (rigidez ósea, calambres, temblores, endurecimiento de las arterias, falta de lucidez cerebral. Tome una o dos dosis al día . Luego siga con la dosis mínima.

0 comentarios: