Brazil - Río moviliza 3.000 policías por la guerra de narcos

Eleonora Gosman
Clarín
19/10/09

Durante la madrugada del domingo, en un nuevo enfrentamiento a pistolas, ametralladoras y bazucas, otras dos muertes se sumaron a las 12 víctimas del sábado que dejó un conflicto hasta ahora irresoluble entre traficantes de drogas y fuerzas de seguridad.

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Cuando el domingo anochecía, en el norte de la ciudad de Río de Janeiro volvió el pánico. Allí se concentran varias favelas, distribuidas en las típicas laderas serranas que salpican el paisaje carioca. Durante la madrugada del domingo, en un nuevo enfrentamiento a pistolas, ametralladoras y bazucas, otras dos muertes se sumaron a las 12 víctimas del sábado que dejó un conflicto hasta ahora irresoluble entre traficantes de drogas y fuerzas de seguridad.

El gobernador fluminense Sergio Cabral ordenó desde bien temprano el desplazamiento de 3.000 hombres en la región del rebrote conflictivo. Se trata de un episodio en gran escala que tiene como trasfondo la seguridad de una capital que en 2014 será una de las sedes de la Copa Mundial de Futbol y en 2016 albergará nada menos que los Juegos Olímpicos. El presidente Lula da Silva y el gobernador fluminense, socios políticos en el escenario doméstico, juegan su prestigio en caso de no cumplir con el compromiso que asumieron ante la FIFA y ante el Comité Olímpico Internacional cuando dijeron que la seguridad en Río está garantizada.

Los hechos de ayer ponen un signo de interrogación sobre ese objetivo. Mientras policías militares (equivalentes a las provinciales argentinas) ocupaban el Morro dos Macacos, uno de los epicentros del conflicto, otras dos personas cayeron bajo la balacera. Para amenguar el impacto en número total de muertos en 36 horas, que asciende ahora a 14, las autoridades policiales prefirieron destacar el secuestro de dos pistolas y 300 kilogramos de marihuana. Los datos parecen una broma si se piensa que los dos bandos de narcotraficantes mantienen arsenales de fuerte calibre. Se habla de FAL 7,65 hasta obuses. Sólo esa "dotación" de armamentos explica que hayan bajado un helicóptero artillado de la Policía Militar.

En ese contexto resultan llamativa las declaraciones de ayer del secretario de Seguridad de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame. Justificó que las fuerzas de seguridad provinciales no hubieran podido prevenir confrontaciones que sus propios organismos de inteligencia habían detectado con antelación. Para defender su puesto, el funcionario dijo durante una conferencia de prensa ofrecida ayer que el episodio no fue una falta de previsión sino una "desgracia" que obedece a la geografía de la favela de los Macacos. Los narcos "entraron a pie y en forma gradual. Invadieron el morro y derribaron el helicóptero policial". La banda que habría actuado al parecer con las técnicas sofisticadas de grupos guerrilleros, sería el célebre Comando Vermelho (o Comando Rojo, en español). Esa "facción" del tráfico de drogas pretendía conquistar Macacos como nuevo punto de venta de la droga.

Pero hay un hecho que de ser confirmado puede resultar doblemente aterrador. Ayer, en ese lenguaje típico de los jefes policiales, el comandante de la PM de Río, Mario Sergio Duarte, admitió que entre las 14 víctimas totales en dos días puede haber más civiles inocentes que delincuentes buscados. En un inicio, desde el gobernador Cabral hasta su secretario Beltrame habían anunciado serias bajas en los dos bandos de la droga: el Vermelho y el Amigo de los Amigos, conocido por su sigla ADA. Ayer, sin embargo, reconocieron que las víctimas calificadas de "delincuentes" podían ser "ciudadanos honestos".

Guerra de narcos en Río: derriban un helicóptero

La violencia estalló el sábado en Río de Janeiro, elegida hace diez días como la ciudad olímpica de 2016, con el ímpetu de una guerra declarada.

Temprano, los comandos narcotraficantes que controlan las favelas de la zona norte de la capital carioca, derribaron un helicóptero de la Policía Militar (equivalente a la provincial). Allí murieron dos agentes. Por la tarde se desató una batalla sin cuartel entre traficantes y gendarmes. El total de víctimas ascendía en la noche del sábado a por lo menos 12 personas, pero fuentes oficiales dijeron que el número puede ser mayor.

Los propios policiales admitieron que habría además otras 8 personas heridas, sin precisar a qué bando pertenecían. El momento más dramático se produjo cuando una escuela se incendió por causa del combate. "Nunca vi tanto tiroteo, ni sé de dónde venían las balas" gritaba, agitada, una adolescente que corría ladera abajo del morro, en busca de refugio. En la comunidad de la sierra de los Macacos los habitantes cerraron las puertas y permanecieron durante horas tirados debajo de muebles, camas o cualquier cosa que sirviera para evitar ser alcanzados por los disparos.

Como ocurrió otras veces, el brote de vandalismo empezó con una pelea entre las dos fracciones del narcotráfico que controlan la ciudad: el Comando Vermelho (Comando Rojo) y la rival Amigo de los Amigos (ADA). La disputa era por la conquista de un punto de distribución: la favela Vila Isabel. Luego siguió en las inmediaciones de la Villa Olímpica, donde más de 100 policías se enfrentaron con las dos bandas delictivas.

Al anochecer del sábado un tractor vial derribaba los parapetos montados por los soldados narcos para entorpecer el desplazamiento policial. Los "soldados" de la droga respondieron con la captura de automóviles y una decena de ómnibus de pasajeros incendiados. Al anochecer otro tractor vial intentaba derribar las barricadas montados por los soldados narcos para entorpecer el desplazamiento de la represión. Las fuerzas policiales tendieron entonces un cerco a los morros Macacos y Sao Joao.

El presidente Lula Da Silva ofreció el sábado al gobernador de Río, Sergio Cabral, el envío de tropas federales de elite frente a la violencia. Cabral hasta anoche había descartado aceptar el ofrecimiento.

El secretario de Seguridad Publica del Estado Fluminense Jose Mariano Beltrame sostuvo que había desplazado 4.500 hombres para controlar una confrontación con un nivel de conflictividad pocas veces visto. Desde hacía algún tiempo habían menguado los hechos que colocaban a Río como una de las ciudades más peligrosas del mundo.

Beltrame declaró que su secretaría ya estaba al tanto de que iba a producirse la disputa originaria de toda esta historia: el enfrentamiento entre los grupos enemigos. Los periodistas le preguntaron por qué, entonces, la Policía no montó una acción para prevenir el desastre. Su respuesta fue: "Lo que pasa es que uno de los grupos que invadió el morro (para conquistarlo como punto de venta de la cocaína) debe haber entrado al lugar por un sendero distante del lugar donde estaban apostadas las fuerzas de seguridad".

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