Una conspiración mediática derrocó a Allende hace 36 años

Aporrea.org
11/09/09

En ninguna parte del mundo, en ninguna época, los medios de comunicación han sido inocentes espectadores cuya única labor es informar. Habría que ser muy ingenuo para no darse cuenta de que ayer y hoy ciertos medios han tomado posiciones, muchas veces apoyados subrepticiamente por intereses externos. Un ejemplo dramático sucedió hace 36 años, cuando un golpe de Estado terminó con la vida de Salvador Allende y el sueño revolucionario en Chile.

Durante el gobierno de Allende, los medios de comunicación de la derecha chilena desempeñaron un papel fundamental en cuanto a la formación de criterio de la opinión pública. Prensa, radio y televisión apoyaron abiertamente a la derecha para acentuar la polarización.

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Desde la campaña presidencial de 1970, la prensa derechista comenzó una campaña publicitaria contra la coalición de la Unidad Popular. El objetivo era claro: desacreditar al socialismo y despertar el miedo entre la población chilena.

Apenas Allende asumió la presidencia, la noticia sirvió como pretexto para defender los intereses de la oligarquía, sector que se encargó de decidir cuáles noticias debían tener una circulación preferencial y cuáles se basarían en la ofensa y el insulto. De hecho, documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) revelan que el gobierno estadounidense financió periódicos y revistas en perjuicio de la administración izquierdista.

Lo que la CIA compró en Chile

El documento presentado por la Comisión del Senado norteamericano presidida por el senador demócrata de Idaho, Frank Church, el 18 de diciembre de 1975, llamado popularmente el Informe Church, deja al descubierto toda la verdad. Allí se afirma que “en Chile entre 1970 y 1973, la CIA y militares americanos establecieron contactos con militares chilenos con el fin reunir materiales de inteligencia y permitir a los Estados Unidos entrar en comunicación con el grupo con más posibilidades para arrebatar el poder al presidente Salvador Allende”.

En este informe se responde a la pregunta “¿Qué compró en Chile la CIA con el dinero de esta operación encubierta?”, y se responde que dicha agencia “financió actividades cubriendo un amplio espectro, desde simple propaganda manipuladora con la prensa hasta apoyo a gran escala de partidos políticos chilenos, desde encuestas de opinión pública hasta tentativas directas para fomentar un golpe militar”.

Más adelante, el informe señala: “El panorama de actividades normales de la Central-CIA en Santiago incluía la inserción de materiales propagandísticos creados por la Central en los medios de comunicación chilenos mediante el pago, apoyo directo a publicaciones y esfuerzos para oponerse a los comunistas y al ala izquierdista de las organizaciones de estudiantes, campesinos y trabajadores”.

Sobornos mediáticos

La comisión del Senado norteamericano concluyó que “además de comprar propaganda de forma puntual, la Central a menudo la compraba al por mayor sobornando a medios de comunicación chilenos favorables a los Estados Unidos. Hacer esto era mucha propaganda escrita. En lugar de ubicar artículos individuales, la CIA apoyaba -o incluso fundaba- medios de comunicación afines que podrían no haber existido en ausencia del apoyo de la Agencia”.

Uno de los periódicos que ofreció descarado apoyo a la fuerzas derechistas que derrocaron a Allende fue El Mercurio, cuya indigna labor durante aquellos años fue retratada en el documental el Diario de Agustín (2008). El periódico, cuyo director es Agustín Edwars, “tuvo un rol protagónico en el golpe militar en contra de Salvador Allende, un rol protagónico durante la dictadura y la violación de los derechos humanos”, declaró Fernando Villagrán, uno de los realizadores del filme.

Agustin Edwards, quien le da el nombre a la producción audiovisual, “es el gran personaje de la vida social chilena, de la elite. El mismo personaje que en los años 70 activó la campaña del terror en contra de la candidatura de Salvador Allende, viajó personalmente a los Estados Unidos para hablar con Henry Kissinger y obtener recursos de Richard Nixon para hacer la campaña que provocó el golpe militar en Chile”, contó el director del documental.

Mucho más que propaganda

El informe elaborado por la comisión presidida por el senador Church además de dar cuenta de las operaciones de propaganda financiadas por la CIA en Chile a través de los principales medios de comunicación, habla del apoyo de la agencia a los partidos Radical, Nacional y Demócrata Cristiano, y “subvenciones indirectas de Patria y Libertad, un grupo (de ultraderecha) fuertemente enfrentado con Allende”.

“Durante el gobierno de Allende, la CIA trabajó para forjar una oposición unificada. La importancia de este empeño puede ser calibrada cuando se observa que los dos principales elementos de la oposición al gobierno de la Unidad Popular eran el Partido Nacional, que era conservador, y el reformista Partido Demócrata Cristiano, muchos de cuyos miembros habían dado apoyo a las principales estrategias políticas del nuevo gobierno”, señala el mencionado informe.

Allí se destaca también que Estados Unidos presionó a organismos financieros internacionales para “oprimir” económicamente a Chile, recortando créditos y buscando impedir que el Gobierno de Salvador Allende lograra cumplir con sus objetivos de nacionalización de los recursos naturales y redistribución de la riqueza nacional.

De la misma forma, se menciona el respaldo brindado por el Gobierno norteamericano a través de la CIA a grupos como “la organización de empresarios, asociaciones de la pequeña y la gran empresa y un abanico de organizaciones formado por grupos de la oposición” que con la excusa de realizar actividades de promoción de la ciudadanía, recibían fondos para promover huelgas patronales y sabotajes contra el gobierno progresista chileno: “Está claro que los huelguistas en contra del gobierno eran activamente apoyados por varios grupos del sector privado, los cuales recibían fondos de la CIA”.

El grupo dirigido por Church dio cuenta expresamente que “a los chilenos que se inclinaban a protagonizar un golpe se les aseguró apoyo a los más altos niveles del gobierno de los Estados Unidos tanto antes como después del golpe”.

El informe de la comisión electa por el Senado norteamericano deja una amarga conclusión: “Durante 1970 el gobierno de los Estados Unidos intentó, secretamente, evitar que Allende llegara a la presidencia de Chile. Cuando todo esto falló, el apoyo secreto a su oposición formó una tríada de acciones oficiales: ayuda encubierta a fuerzas de la oposición, una postura diplomática fría pero correcta, y presión económica. Del apoyo a fuerzas que los Estados Unidos consideraron como democráticas y progresistas en Chile, al final hemos terminado apoyando y animando el derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente”.

Son arrepentimientos que llegaron tarde y no dejaron ninguna enseñanza, pues la CIA y sus organismos allegados siguen utilizando las mismas tácticas de soborno mediático para intentar desprestigiar gobiernos con tendencias políticas que les resultan incómodas. Demostraciones recientes las tenemos en el golpe de Estado en Honduras y las vemos a diario en nuestro país con una conspiración de medios derechistas apoyada desde afuera con el único objetivo de atacar a la Revolución Bolivariana.


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