Militarización del espacio: la falsedad de Faluya

Eric Walberg
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
11/09/09

En abril de este año, el Comando Espacial de la Fuerza Aérea de EE.UU. activó una nueva unidad – la 24ª Fuerza Aérea en la Base Lackland de la Fuerza Aérea en Texas – para no quedarse atrás en “los rápidos cambios en la tecnología de la información y permitir que las capacidades espaciales y del ciberespacio sean más accesibles a los comandantes militares en el terreno,” según el máximo oficial militar del Comando Espacial, general Robert Kehler. Kehler calificó la activación de “el comienzo de lo que será un esfuerzo deliberado y concentrado para desarrollar y evolucionar fuerzas y capacidades en el ciberespacio.”

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En agosto, la Agencia de Defensa con Misiles (MDA) del Pentágono comenzó su 12ª Conferencia anual Espacial y de Defensa con Misiles en Huntsville, Alabama, en el brillante nuevo Von Braun Centre, bautizado con el nombre del padre del proyecto de misiles de Alemania nazi y uno de los creadores del programa de misiles balísticos intercontinentales de EE.UU., quien junto a varios colegas alemanes fue enviado a Huntsville en 1950 (Operación Sujetapapeles) a trabajar en los primeros ensayos en vivo de misiles balísticos realizados por el Pentágono.

Von Braun – perdón, quiero decir Kehler – dijo a la Conferencia Espacial y de Defensa de Misiles que la disuasión global es necesaria para alentar la restricción, denegar beneficios e imponer costes a los Estados naciones y no-naciones que amenacen al Reich – perdón, quiero decir a EE.UU., y sus aliados. Los 2.000 participantes escucharon más ruidos de sables de gente como el jefe de la NASA, Charles Bolden, general del Cuerpo de Marines en retiro. La agencia noticiosa Bloomberg predijo correctamente en enero que “el presidente electo Barack Obama probablemente derribará antiguas barreras entre programas espaciales civiles y militares para acelerar una misión a la luna ante la perspectiva de una nueva carrera espacial con China.”

No hubo voces de disenso en la inauguración de la 24ª Unidad de Ciberguerra de la Fuerza Aérea o en la Conferencia de Star Wars en agosto. Parece ser sabiduría convencional que, como dijo a la conferencia el teniente general del ejército Kevin Campbell, el espacio es el “terreno crucial” que EE.UU. no se puede permitir ceder. Más y más países tienen el dinero necesario para utilizar el espacio, si no para financiar sus propios programas de lanzamiento y desarrollo, y “tenemos que contar con que nuestros adversarios lo aprovecharán.” El teniente general Larry James, comandante de las fuerzas espaciales de la 14ª Fuerza Aérea en California (¿Cuántas Fuerzas Aéreas necesita un país?) dijo que un importante problema que enfrentan los comandantes es la “conciencia situacional espacial” – saber lo que está en órbita, a quién pertenece y lo que supuestamente debe hacer. Entre las soluciones sugeridas está el mayor uso de socios comerciales. ¡Qué inteligente, ya que estamos, privaticemos el espacio! Tal vez así sea más “eficiente”.

La MDA dijo a los discípulos de Von Braun que está acelerando el ritmo de los desarrollos de espectro completo de escudo de misiles de aire, mar, tierra, ciber y espacio aparte de armas de láser, después de acabar de completar una exitosa intercepción de misiles basados en el mar desde Hawái. Un satélite espía deshabilitado fue derribado en febrero de 2008 por el USS Lake Erie, un crucero lanzamisiles crucero de la clase Aegis lo que, como insistiera en la época el Pentágono, no tenía implicación militar alguna. En julio, el Pentágono anunció planes para integrar su última generación de drones, el Reaper, al sistema global de escudo de misiles. Al mismo tiempo, Israel, ensayó su misil interceptor Arrow II, desarrollado en conjunto con EE.UU., frente a la costa de California. EE.UU. y el ejército israelí realizarán un ejercicio conjunto de defensa de misiles en octubre, Juniper Cobra, probando el radar avanzado X-band, un regalo de despedida al país de Shalom del gobierno de Bush. El radar es capaz de rastrear pequeños objetivos a miles de kilómetros de distancia. Miles de kilómetros significa la vigilancia no sólo de Siria e Irán sino de una gran franja de Rusia meridional.

Todo esto tiene un sentido perfecto, por horrible que sea. El imperio de EE.UU. está en marcha y el Pentágono aprendió los peligros del servicio militar obligatorio de las masivas protestas públicas que provocó durante la guerra de Vietnam. Ya opera en un campo de batalla electrónico global en el que los combates son cada vez más librados por drones robóticos guiados por sistemas de vigilancia. La idea es minimizar las bajas estadounidenses. Fue lo que se proponía Rumsfeld cuando pensó que podía conquistar Iraq y Afganistán con un puñado de soldados en el terreno. A pesar de todo, falta carne de cañón alistada, de modo que aparte de robots, se ofrece a extranjeros la ciudadanía estadounidense inmediata si se alistan, y se emplea mercenarios (es decir contratistas privados) – estadounidenses y extranjeros – para ayudar en la lucha en el terreno. De ahí la impotencia del movimiento por la paz ante las múltiples guerras de EE.UU., aunque la lógica de la doctrina Rumsfeld ya parece bastante deslucida.

Iraq ofrece un ejemplo desgarrador de una guerra en la cual los mercenarios enardecieron tanto a la gente del país que habían sido enviados a “liberar” que, cuando tuvieron la oportunidad en Faluya, multitudes enfurecidas arrastraron los cuerpos de cuatro de ellos, los quemaron y colgaron a dos de un puente. La escena fue televisada globalmente y llevó a EE.UU. a realizar un duro ataque de represalias contra Faluya, causando muerte y destrucción generalizada, sin protestas de los gobiernos occidentales. La nueva lógica en el terreno es: conquistar corazones y mentes aterrorizando y matando a los que resisten, de preferencia con robots y mercenarios.

La lógica en los cielos es sólo una extensión de lo mismo: Star Wars es desvergonzadamente un sistema global de escudos de misiles para un primer ataque. “El ascenso de la primacía nuclear de EE.UU.” señala en Foreign Relations de marzo de 2006 el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR): “Probablemente pronto le será posible a EE.UU. destruir los arsenales nucleares de largo alcance de Rusia o China con un primer ataque. La Fuerza Aérea de EE.UU. ha realzado la aplicación de electrónica en sus bombarderos stealth B-2 para permitir que vuelen a alturas extremadamente bajas a fin de evitar hasta el radar más sofisticado.” El despliegue de baterías de misiles interceptores de corto, mediano y largo alcance, estaciones móviles de radar de misiles, bombarderos nucleares de largo alcance super-stealth, destructores de la clase Aegis equipados para surcar los mares del mundo a fin de cazar misiles convencionales y nucleares, y satélites de vigilancia y armas en el espacio no ha sido planeado para atacar amenazas inexistentes de misiles balísticos intercontinentales de Irán o Siria, o incluso de Corea del Norte, concluye el analista Rick Rozoff, sino para chantajear a Rusia y China y preparar el terreno para “ganar” una guerra nuclear de primer ataque.

El 11 de agosto, sólo unos pocos días antes de que se reunieran los von braunistas en Alabama, el comandante de la Fuerza de Aérea rusa, Alexander Zelin advirtió: “Hasta 2030, países extranjeros, particularmente EE.UU., serán capaces de enviar ataques coordinados de alta precisión desde el aire y el espacio contra cualquier objetivo en todo el territorio de Rusia. Por eso el objetivo principal del desarrollo de la Fuerza Aérea rusa hasta 2020 es suministrar un disuasivo fiable durante tiempos de paz, y repeler toda agresión militar con el uso de arsenales convencionales y nucleares en tiempos de guerra.” El día siguiente, el ministro de exteriores chino

Yang Jiechi dijo a la Conferencia sobre el Desarme de 65 naciones en Ginebra: “el espacio exterior enfrenta ahora el peligro inminente de la armamentización. Hay que tomar medidas multilaterales creíbles y efectivas para precaver la armamentización y la carrera de armamentos en el espacio exterior.”

Que no quepa la menor duda, el Pentágono apunta activamente a la supremacía militar global. Este año es crucial para poner las cosas en orden antes de la expiración del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START-1) en diciembre. Un entendimiento conjunto para un “acuerdo” de extensión de START-1 fue firmado en julio por Obama y el presidente ruso Dmitri Medvedev. La estrategia de EE.UU. parece ser reemplazar el tratado por un acuerdo menos formal que elimine requerimientos estrictos de verificación y límites de armamentos. La ex secretaria de estado adjunta de EE.UU., Paula DeSutter dijo en mayo de 2007 que las principales provisiones del tratado “ya no son necesarias. No creemos que estemos en un lugar en el que necesitemos tener listas detalladas y medidas de verificación.”

Más “lógica” estadounidense, esta vez descartando la necesidad de los odiados tratados, que tendrían que ser confirmados por el Senado y, peor todavía, que habría que cumplir, en lugar de una “cooperación” informal, o sea presiones o el simple desdén ante las protestas. La conexión entre la falta de interés en un reemplazo de STAR-1 y las intenciones con el escudo de misiles de Washington no deja de ser notada por los rusos. El CFR admite que los planes de misiles de EE.UU. en Europa son vistos por los rusos “no como una defensa de misiles sino como un despliegue de capacidad de primer ataque.” Zelin reveló que la actualización de las defensas incluiría “el desarrollo de nuevos misiles que sean capaces de defender contra sistemas basados en el espacio.”

A pesar de que no existe un deseo popular de militarizar el espacio, hay pocos obstáculos en su camino, ante una política de “defensa” que ahora es sólidamente bipartidaria, el euro-silencio e incluso el euro-vitoreo. Sólo las “autoritarias” China y Rusia piden un tratado contra la guerra espacial. EE.UU. descarta esos llamados como destinados a bloquear sus planes para el sistema interceptor de misiles. Bueno, sí, de eso se trata. “La práctica de la busca de una ventaja estratégica absoluta debe ser abandonada. Los países no debieran desarrollar sistemas de defensa de misiles que debilitan la estabilidad estratégica global ni desplegar armas en el espacio exterior,” dijo el ministro de exteriores chino Yang Jiechi a los partidarios de la paz en Ginebra, mientras los von braunistas promovían la paz al estilo estadounidense. Agregó que China saluda las acciones para librar el mundo de armas nucleares, incluidas las de China. “La prohibición total y la destrucción completa de las armas nucleares y un mundo libre de armas nucleares se han convertidos en objetivos apoyados ampliamente,” dijo Yang, refiriéndose al llamado de Obama en abril por un “mundo sin armas nucleares.” El ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, les dijo lo mismo. La secretaria de Estado Hillary brilló por su ausencia en Ginebra.

Es una lástima que ningún general o alto funcionario del gobierno de EE.UU. se haya dado la molestia de aparecer en la conferencia de Ginebra, donde les hubieran podido explicar la falsedad de su “lógica”: un tratado firmado por las naciones del mundo, encabezado por todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, impediría que algún “adversario” se “aprovechara” para utilizar el espacio con fines militares. El pillo más pregonado, Corea del Norte, ni siquiera logra poner sus satélites en órbita, suponiendo que tuvieran alguna importancia militar. Los Estados canalla que pueden hacerlo y lo hacen (sobra mencionar los nombres) serían obligados por un tratado a limitar su apetito por un ciber-Apocalipsis, permitiendo que el mundo respire con un poco más alivio.

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Eric Walberg escribe para Al-Ahram Weekly http://weekly.ahram.org.eg/ Para contactos: http://ericwalberg.com

© Copyright Eric Walberg, Global Research, 2009

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