El polvorín de Obama - Despidos laborales y "ajustes" salvajes se contagian a todos los estados USA
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Economía
Manuel Freytas
IAR Noticias
07/09/09
No lo dice un medio alternativo de la web, sino The Wall Street Journal, el vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y baja de recaudación) de los estados agrava el desempleo (desocupación y recortes salariales) y extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a todo el territorio de EEUU. A este cuadro (producido por el costo de los "salvatajes" a bancos y empresas con dinero público) se suma otro dato: Los números en rojo del conjunto de las variables de la primera economía imperial invalidan -según estimaciones oficiales y de una mayoría abrumante de especialistas- cualquier hipótesis de recuperación inmediata de la crisis que ya ha devenido de económica a social. Lo que parecía imposible ya está sucediendo: Las huelgas y los conflictos sociales se visualizan como el escenario inmediato (e indetenible) de los despidos en masa y ajustes sociales que ya se ensañan con los sectores laborales y sociales más desprotegidos de la primera potencia imperial.
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La crisis social (consecuencia de la caída del consumo, los ajustes y los despidos laborales) ya se perfila como un emergente inmediato de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente como consecuencia de la crisis financiera en EEUU.
Las señales son claras: La crisis financiera que devino en recesión primero, amenaza con convertirse (por el efecto combinado de la desocupación y del recorte del gasto público) en un colapso social de difícil pronóstico en EEUU.
El último refugio para los trabajadores (y las clases más desprotegidas) se ha visto afectado por un declive en la recaudación fiscal, señala The Wall Street Journal este lunes.
Durante las primeras etapas de la recesión estadounidense -agrega- los estados y el gobierno central constituyeron un refugio seguro para los trabajadores. Pero ahora, incluso el sector público está despidiendo empleados en su empeño por reducir costos y equilibrar presupuestos.
Agosto -dice el Wall Street Journal- se convirtió en el tercer mes consecutivo en que los gobiernos estatales y municipales eliminaron empleos, lo que refleja las reducciones que han tenido que hacer para responder al declive en los impuestos a la renta y a la propiedad.
En este escenario, la nacionalización de la crisis social por medio de los ajustes y los despidos laborales habilita un pasaporte hacia las huelgas y los conflictos sociales que hasta ahora aparecían como fenómenos inéditos en la primera potencia imperial.
De acuerdo con el Journal, la proyección anticipada del drástico recorte del gasto social (que ya rige en California) extendido a todos lo estados de la Unión, prevé despidos y recortes de salarios a los empleados públicos, suspensiones laborales, vacaciones sin paga, planes de retiro anticipado, reducción de fondos para los jubilados, la educación y la salud pública, y recortes en los programas para paliar el hambre.
Curiosamente, y forzado por la debacle económica y un déficit fiscal histórico, el Imperio se ve obligado a aplicar sus propias recetas en casa para afrontar una crisis que ya ha derivado en crisis social de la mano de la desocupación y de los despidos laborales en masa que se suceden por todo el territorio estadounidense
De acuerdo con un informe del Departamento de Trabajo USA, divulgado el viernes pasado, el índice de desocupación en EEUU batió un récord en agosto y ya se ubica en 9,7% (en julio era de 9,4%), la tasa más alta en veintiséis años.
El mes pasado, precisó la información de la cartera laboral, se perdieron otros 216.000 puestos de trabajo en todo el país, en el marco de la peor crisis económica en EEUU desde la Gran Depresión de los años '30 del siglo pasado.
Ésta fue la causa de buena parte de los 18.000 empleos gubernamentales perdidos en agosto (el servicio postal estadounidense también eliminó cerca de 8.500 puestos) y los analistas esperan que las reducciones continúen a lo largo del año.
En la visión del Journal, a pesar de los billones de dólares en asistencia provenientes de programas de estímulo fiscal, la reducción de presupuestos en todo el país está obligando a agencias que dependen de esos fondos (como las organizaciones sin fines de lucro) a reducir sus nóminas.
La ola de restricciones está llevando a más estadounidenses a engrosar las filas de desempleados en momentos en que el sector privado está haciendo poco para absorber a los 14,9 millones de personas que buscan trabajo en EEUU, afirma.
De acuerdo con David Rosenberg, ex jefe de economía de EEUU de Merrill Lynch: "Las cifras oficiales relacionadas con los desempleados se han duplicado durante la recesión hasta alcanzar los 14 millones, y si se toma en cuenta toda la depresión que existe en el mercado de mano de obra, las cifras no oficiales llegan a casi 30 millones, lo cual significa otro récord".
Pero hay un dato aún más escalofriante: La tasa oficial de desempleo, según el The New York Times, no incluye a aquellos que se han dado por vencido y han cesado de buscar trabajo y a los que se han visto obligados a reducir sus horas de trabajo.
De acuerdo con este panorama, si se computara a estos desocupados y sub-ocupados y se les incluyera en las estadísticas oficiales, la verdadera tasa de desempleo en EEUU, ya superaría el 20%.
La crisis, según lo expresa el propio Journal, no se ensaña con las clases más pudientes sino con los sectores más débiles de la población impactando principalmente en las ocupaciones y empleos de más baja calificación.
Para el Journal, el golpe a los empleos municipales y estatales, debido en parte a ingresos más bajos por impuestos a la propiedad, es un coletazo de la crisis de vivienda que ha estancado la economía en el último par de años. Muchos de esos trabajadores están viendo cómo se desploma otro trecho del mercado laboral, con pocas esperanzas de que se recupere antes del próximo año.
En un extremo están las macroempresas que gozan de un envidiable acceso al crédito, en su mayor parte los grandes conglomerados de Wall Street. En el otro, las firmas principalmente pequeñas que sólo pueden conseguir financiamiento bajo condiciones leoninas y prohibitivas.
Entre los consumidores, en un extremo están los empleados que cuentan con un trabajo sólido y en el otro millones de endeudados que tratan de mantenerse a flote.
Esta división ayuda a explicar el vacilante repunte que parece gestarse después de la peor recesión que ha vivido Estados Unidos en medio siglo, explica el Journal.
El polvorín de Obama
La dinámica de la crisis (revelada en forma inconexa y parcial por los propios medios del Imperio) revela como el sistema capitalista (Estado y empresas privadas) descarga el costo del colapso recesivo económico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad (población pobre con limitados recursos de supervivencia), por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral.
La masa asalariada (mayoritaria y peor paga) y los pobres, son a su vez los mayores perjudicados por la utilización fraudulenta (estafa con el Estado capitalista) de fondos de impuestos públicos para salvar a empresas privadas, ya que no cuentan con los recursos (ahorros y medios capitalistas de supervivencia) de las clases altas o medias altas.
En este cuadro, los ocupados pagan los "rescates capitalistas" con su salario y con lo que consumen, mientras que los desocupados y marginados sociales lo hacen a través de los pocos productos que puedan adquirir para su supervivencia inmediata.
Pese a que las ganancias combinadas de los siete mayores bancos comerciales de EE.UU. superaron los US$14.000 millones en el segundo trimestre, la crisis laboral se siguió acentuando y contagiándose a todo el territorio de EEUU.
Según el Nobel de Economía, Paul Krugman, en primer lugar, "La recesión ha provocado una caída acusada de la recaudación fiscal y un aumento del gasto en seguros de desempleo y otros programas del colchón de seguridad.
En segundo lugar, "se han realizado grandes desembolsos para los rescates financieros y estos se cuentan como parte del déficit".
En este escenario, y mientras empresas y bancos chicos y medianos quiebran sin acceso a los "estímulos" del Estado, Goldman Sach, los pulpos financieros de Wall Street y las bolsas mundiales, reciclan una nueva "burbuja" ganancial, no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino con fondos públicos (de los impuestos pagados por toda la sociedad), puestos compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista con la crisis.
Simultáneamente, la economía real del Imperio sigue cayendo en sus principales variables, el "crecimiento débil" no se vislumbra como motor de una reactivación, y los sectores más desprotegidos ya sufren los "ajustes" y la desocupación masiva, alimentando una crisis social, todavía de efectos imprevisibles.
La crisis recesiva con desempleo masivo que se expande por la mayoría de las regiones de la primera potencia imperial, azota con dureza extrema a California, el mayor Estado de la Unión, equivalente a la séptima economía mundial que ya afronta un cuadro potencial de huelgas y protestas sociales.
De acuerdo con el influyente diario neoyorquino The New York Times, en el Estado de Oregon, la tasa de desocupación rondaría el 23.5%, en Michigan y Rhode Island, el 21.5%, y en Carolina del Sur, el 20.5%. La cifra en Tennessee sería un poco menos del 20%, igual que en Nevada y otros estados que "han dependido enormemente de la manufactura y la industria de la vivienda".
Por su parte, el Centro para los Estudios del Mercado de Mano de Obra (Labor Market Studies) en la Universidad Northeastern en Boston pone la tasa actual de desempleo en 18.2%, por encima de las cifras oficiales.
John Williams, de la organización Shadow Government Statistics sitúa la tasa del "desempleo alternativo" en 20.6%. Otros analistas estadounidenses calculan que la cifra de la desocupación real se sitúa en el 18.7%.
En este escenario, California, la primera economía dentro de EEUU, con un nivel de desocupación récord para todo el país, ya se configura como el primer laboratorio experimental de un "ajuste salvaje" al más puro estilo de los aplicados en las periferias subdesarrolladas de Asia, África y América Latina.
El Congreso californiano aprobó en julio pasado, un plan presupuestario que incluye recortes drásticos en programas sociales, diseñado para combatir un déficit calculado en más de US$ 26.000 millones en los próximos dos años.
Los problemas del rojo fiscal de California, que, según los datos oficiales (que no tienen en cuenta ni los subocupados ni los que se han cansado de buscar) ,detenta un desempleo del 11,6% (récord para EEUU), se profundizaron este año por los efectos de la recesión que golpea a Estados Unidos, dejando al borde de la quiebra al primer Estado de la Unión que por sí solo equivale a la séptima economía del mundo.
Por un lado, los datos oficiales y privados indican que las principales variables de la economía estadounidense siguen debilitadas y sin atisbo inmediato de recuperación, y por otro, y desde hace más de cuatro meses, los grandes pulpos financieros y las bolsas no dejan de acumular ganancias.
El empleo de fondos públicos para salvar al capitalismo privado provenientes de los impuestos pagados por toda la sociedad, hasta ahora sólo ha conseguido agravar la crisis paralela que desató en la economía real tanto de EEUU como de Europa, y que ya se expande como un virus por la periferia del mundo emergente o subdesarrollado.
De acuerdo con los especialistas, la débil recuperación de EEUU y algunas potencias centrales (producto de los estímulos) no garantiza que se detenga la crisis social, ya que las empresas no toman personal ni aumentan su producción luego de una crisis, hasta estar seguros de la revitalización del proceso de crecimiento.
Las bolsas mundiales, por su lado, generaron un "microclima" de especulación financiera con los fondos de rescate estatal ("burbuja" en la crisis) que llevó nuevamente al Dow Jones a superar la barrera de los 9.000 puntos, pero, frente a los números en rojo de los déficit, el consumo y el desempleo, han retomado su dinámica de toma de "ganancias rápidas", creando volatilidad y desconfianza generalizada.
La nueva escalada de especulación financiera con el petróleo y las materias primas, a su vez, amenaza con un proceso inflacionario que puede potenciar la crisis social acelerando la desocupación y achicando a niveles inéditos el consumo de las mayorías.
No obstante las "señales optimistas" que lanzan Obama y sus funcionarios, los propios datos oficiales prevén que, con los mercados de crédito paralizados, en los próximos meses más empresas y bancos ingresen en un proceso de bancarrota y anuncien nuevos despidos (sumados a los ya existentes), y los consumidores se ajusten aún más el cinturón, a medida que la ausencia de crédito afecta su capacidad de endeudamiento.
La crisis USA (como ya es histórico en el sistema capitalista) comienza a impactar sobre los hombros de los sectores más vulnerables de la sociedad estadounidense, que la van a subsidiar a través de las cargas impositivas de sus salarios y de los productos que consumen.
Está claro entonces que lo que es "crisis" para unos (los despedidos y los sectores más desprotegidos de la sociedad), resulta "burbuja ganancial" para otros (el capitalismo financiero que desató la crisis con la economía del apalancamiento especulativo).
Esto revela, como surge de los datos aportados por The Wall Street Journal, la existencia clara de "dos economías" de crisis en EEUU: La de los ricos que se benefician de la "socialización de las perdidas", y la de los pobres y asalariados de bajo nivel que terminan pagando el costo del colapso capitalista que no parece tener fondo.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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