Tour de fin de semana: La "refundación" del capitalismo terminó en un show del "libre comercio"
IAR Noticias
17/11/08
Chávez fue el primero que dio en la tecla cuándo se preguntó: ¿Cómo van a refundar el capitalismo los responsables de la crisis financiera reunidos en Washington con un presidente convertido en muerto político". Y después de analizar lo que dijeron los participantes, se llega a otra conclusión: Ganó el muerto político. De la reunión (con turismo gastronómico incorporado) sólo salieron apelaciones abstractas a la "unidad" en el combate contra la crisis, promesas de "reestructuración" de instituciones imperialistas vetustas como el FMI y el Banco Mundial, y ratificación del "libre comercio" pedida por Bush al comienzo de la reunión.
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Fidel Castro por su lado se preguntó cuál es la legitimidad de una cumbre marcada por la ausencia mayoritaria de los países que componen el planeta capitalista. "Ninguno de los que participarán en la reunión, (...) ha dicho una palabra sobre la ausencia de más de 150 Estados con iguales o peores problemas, que no tendrán derecho a decir una palabra sobre el orden financiero internacional", señaló el líder de la Revolución Cubana.
En vísperas de la cumbre de Washington unas 260 ONGs y organizaciones humanitarias, cuestionaron al G-7 (los países ricos convocantes) y dieron a conocer una declaración en la que reclamaban el fin de la agenda desreguladora y privatizadora global, una mayor transparencia institucional mundial y claros límites al FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
Desde otro ángulo, ningún analista del sistema le otorgaba seriedad a la reunión de los ricos y los "emergentes" (aspirantes a ricos en ascenso) que se reunieron con Bush (con sólo sesenta días de mandato) en Washington, cuya consigna de "no innovar" demasiado el sistema vigente y ratificación del "libre mercado" terminaron triunfando en la cumbre.
Además, no faltaron los que resaltaran el absurdo de que fueran las propias potencias exportadoras del "libre mercado" y de la desregulación estatal las que salieran a pedir una solución a partir de la "unidad de los Estados" frente a la crisis producida por el "libre comercio" financiero especulativo impulsado desde las naciones capitalistas centrales.
"Nadie espera que esta amalgama de naciones dispares -los ricos del G7, las nuevas potencias del BRIC (Brasil, Rusia, India, China), y países varios como Argentina, Corea del Sur, Turquía y Arabia Saudita entre otros-, pueda acordar con dos sesiones de trabajo de 90 minutos una nueva arquitectura financiera mundial", señaló el sábado la cadena británica BBC.
"Tendremos declaraciones generales y se necesitará mucho trabajo adicional para que eso se refleje en propuestas concretas. El significado más impactante de la reunión es que las nuevas naciones emergentes serán parte de la negociación", señaló a la cadena Kevin Young, especialista en Política Internacional del London School of Economics.
Paradojalmente, los convocantes a la reunión para rescatar al capitalismo de la crisis, EEUU y la Unión Europea, vienen de fracasar en sus intentos por evitar la propagación de la crisis financiera-económica-recesiva en sus frentes internos.
Anteriormente (y desde que la crisis que estallara con el "lunes negro" del 22 de septiembre) fracasaron alternativamente para detener el colapso financiero búrsatil tanto el promocionado "plan de salvataje" del Tesoro de EEUU como el también ultra-promocionado "Plan Europeo" de la UE que no pudo impedir que la ola recesiva (empujada por la crisis financiera y la contracción del crédito) se siguiera expandiendo por las economías del euro y por Europa del Este.
En este escenario, no sonaba demasiado "serio" que las potencias responsables de la expansión global del colapso capitalista, impotentes para solucionar su propio descalabro interno, se erigieran en la fuerza motriz de la salvación del sistema a escala global.
Al "show refundacional" se sumaron los "emergentes": Países capitalistas "cola de león" (con pretensiones de emular al león) como China, India y Brasil, que practican un discurso político "alternativo" pero que en los hechos son paraísos del capitalismo trasnacional convertidos en enclaves de la explotación de la mano de obra barata.
Enunciaciones y llamados abstractos a "atacar la crisis", controles, profundización del libre comercio y mayor transparencia del sistema financiero, fueron las claves. Y sin que nadie aclarara cómo se cocina el "libre comercio" con los controles y la mayor regulación (que significan su contrario).
Para la BBC, "la disparidad política de los miembros del G-20 puede empantanar las conversaciones o tornarlas en un juego vacuo de declaraciones altisonantes".
"¿Cuánto terreno común pueden encontrar los países del BRIC y del G7 o miembros individuales como Rusia y Estados Unidos?", se preguntó la cadena británica.
La reunión, como se preveía, terminó en un juego de declaraciones formales sin ningún marco claro de instrumentación. El "plan" no resultó otra cosa que una trama discursiva imprecisa y plagada de contradicciones, tras los cual los integrantes de la cumbre continuaron con su tour gastronómico en Washington, la capital del Imperio al que quieren (en el discurso) desplazar del centro de las decisiones del sistema.
Los países "emergentes" impusieron la idea de una mayor participación de su parte en organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los gendarmes financieros del Imperio que han posibilitado la depredación financiera de las naciones periféricas.
La declaración pide fortalecer la regulación pero aclara que "es responsabilidad última" de cada país, el construir "la primera línea de defensa contra la inestabilidad de los mercados". Se insta a "intensificar la cooperación internacional entre los reguladores y a fortalecer los estándares internacionales".
Los participantes trabajaron sobre un borrador de 50 puntos que ahora los ministros de Economía deberán analizar en detalle, y presentar en una nueva cumbre del G-20 que se hará en el primer trimestre de 2009, a más tardar en abril. Pero ayer no se dieron más especificaciones de las medidas.
Asimismo (luego de reclamar controles y regulaciones que sólo puede hacerse con fuerte participación del Estado) ratifican el "libre comercio" como filosofía fundacional y llaman a no caer en el "proteccionismo".
"Frente a este contexto de deterioradas condiciones económicas en todo el mundo hemos acordado que se necesita una respuesta a nivel de políticas más amplia, basada en una cooperación macroeconómica más cercana, para restaurar el crecimiento, evitar contagios negativos y apoyar a las economías emergentes y países en desarrollo", dijo el G-20 en su abstracto comunicado final.
El G-20 ha comenzado a "sentar una fundación productiva de discusión, aporte y acuerdo". Lo que importa ahora es pasar a la acción", dijo el presidente del Banco Mundial Robert Zoellick. "La gente está esperando que los líderes tengan una respuesta global, coordinada y rápida".
Como si nadie le hubiera escuchado, se informó que la nueva cumbre se hará en Londres o, como alternativa, en París o Tokio. En un comunicado final, el G-20 dijo que hay "serios desafíos" y deben "trabajar juntos" para restaurar el crecimiento.
La crisis ya es real
Mientras tanto, y contrariando el discurso abstracto y escapista de la cumbre de Washington, el mundo real ya se encuentra en la profecía del "peor escenario".
La crisis del sistema capitalista ya es global: Toda la arquitectura financiero-económica del sistema se desploma, salvo el dólar USA, que sigue creciendo y pulverizando al resto de las monedas, incluido el euro. Depreciación y baja de las exportaciones e importaciones, caídas del consumo interno y despidos laborales en aumento progresivo tanto en países centrales como periféricos, son las señales más claras y evidentes de la "globalización" del desastre.
El colapso financiero con epicentro original en las economías imperiales USA-UE ya se convirtió en derrumbe nivelado de la economía real a escala mundial.
La desaceleración económica (por efecto de la contracción del crédito) exportada originalmente de EEUU y la Unión Europea se contagia aceleradamente a las llamadas economías "emergentes" y "periféricas" (los más de 150 países que no estuvieron en la cumbre de Washington) de Asia, África y América Latina.
Todo el planeta (globalizado y nivelado por el sistema capitalista "único") ya está aquejado de los mismos síntomas: Derrumbe de los precios del petróleo y de las materias primas (deflación de los precios internacionales), devaluación de las monedas y revaluación imparable del dólar, colapso financiero con quiebra de bancos, crisis crediticia con achicamiento del consumo, suba de precios de los alimentos y la energía y primeras oleadas de despidos masivos en EEUU y las potencias centrales.
Se están quemando etapas: La crisis financiera ya devino (por medio de la recesión) en crisis estructural, y rápidamente se dirige hacia la crisis social (el emergente de los despidos laborales) a escala planetaria.
Las primeras oleadas de despidos que se verifican a nivel mundial surgen de los planteles de personal de empresas y bancos transnacionales, extendidas tanto en los países centrales como en el mundo de la periferia.
Según los expertos, a esta primera oleada de despidos de las trasnacionales seguirá una segunda oleada de despidos masivos en los países emergentes o periféricos donde operan, a medida que se profundice la recesión estructural con caída del consumo.
En este escenario, se empalicen los discursos abstractos de la cumbre de Washington.
Un show de entretenimiento turístico organizado -como diría Chávez- por el muerto que parla, mientras el tsunami económico avanza. A paso redoblado.
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