La clave del caos en Somalia está en Estados Unidos

Patricia Rivas
YVKE Mundial
20/11/08

Somalia es noticia estos días por la actividad de los piratas marítimos, que afectan el paso de buques mercantes por las aguas del Mar Rojo y el Golfo de Adén. Pero el caos reina en Somalia, controlada por “señores de la guerra”, desde que los Estados Unidos se empeñaron en desalojar del poder a la Unión de Tribunales Islámicos y promovieron la invasión etíope en diciembre de 2006. Somalia es una víctima más de “la guerra contra el terror” de Washington, y de la complicidad de Naciones Unidas.

...Siga leyendo, haciendo click en el título...


Muchos medios hablan estos días de los piratas somalíes y el caos en esa nación. Pocos explican el trasfondo de un país en el que Estados Unidos es directamente responsable de la masacre de miles de somalíes y del terror impuesto por los “señores de la guerra”, al promover la invasión de este país desde Etiopía para derrocar al gobierno de facto de la Unión de Tribunales Islámicos, única organización que había podido desalojar a los “señores de la guerra” de las principales ciudades.

El argumento de siempre, “que son miembros de al-Qaeda”, es válido para que el Pentágono proporciones armas y entrenamiento a las tropas invasoras, e incluso bombardee ciudades.

YVKE ha rebuscado en la web, para entender algo de lo que pasa en Somalia y quiénes son los verdaderos “piratas” internacionales.

El profesor James Petras ofrece un revelador panorama en su artículo “Sistema Imperial: Jerarquías, Redes y Clientes. El caso de Somalia”, publicado en Rebelión el 22 de febrero de 2007, del que reproducimos un fragmento a continuación:


“El Caso de Somalia: Máscaras Negras – Rostros Blancos

La reciente invasión etíope de Somalia (diciembre de 2006) y el derrocamiento de la gobernante de facto Unión de Tribunales Islámicos (ICU, en sus siglas en inglés) o Consejo Supremo de Tribunales Islámicos y la imposición de un ‘gobierno de transición’ al estilo de los señores de la guerra es un excelente estudio de caso práctico del papel central de los regímenes colaboracionistas en el mantenimiento y expansión del imperio estadounidense.

Desde 1991, con el derrocamiento del gobierno de Siad Barre, hasta la mitad de 2006, Somalia se vio devastada por conflictos entre señores de la guerra que tenían su base en feudos controlados por clanes.

Durante la invasión de EEUU/NNUU y la ocupación temporal de Mogadiscio a mitad de la década de 1990, se produjo la masacre de unos 10.000 civiles somalíes y la matanza y heridos de unos cuantos soldados de EEUU/NNUU.

Durante los años de la década sin ley de los noventa, se fueron estableciendo pequeños grupos locales, cuyos líderes compusieron más tarde el ICU, que empezó a formar organizaciones basadas en la comunidad contra las depredaciones de los señores de la guerra. Al basar su éxito en la construcción de movimientos sociales a partir de la comunidad, superando las alianzas tribales y de clanes, el ICU empezó a expulsar a los corruptos señores de la guerra, poniendo fin al pago de extorsiones impuestas sobre comercios y hogares.

En junio de 2006, esta amplia coalición de clérigos islámicos, juristas, trabajadores, fuerzas de seguridad y comerciantes echaron de la capital, Mogadiscio, a los señores de la guerra más poderosos.

El ICU se ganó amplios apoyos entre una multitud de vendedores del mercado y pequeños comerciantes. Ante la total ausencia de cualquier apariencia de gobierno, el ICU empezó a proporcionar seguridad, principios de derecho y protección a hogares y propiedades frente a los depredadores criminales. Se instaló una extensa red de programas y centros de seguridad social, clínicas sanitarias, cocinas colectivas y escuelas primarias para atender a gran número de refugiados, campesinos desplazados y pobres urbanos. Estas actuaciones aumentaron el apoyo popular a los ICU.

Tras expulsar a los últimos señores de la guerra de Mogadiscio y de la mayor parte del país, el ICU estableció un gobierno de facto, al que la gran mayoría de somalíes, alrededor del 90% de la población, reconoció y dio la bienvenida.

Todos los informes, incluso los hostiles al ICU, señalaban que el pueblo somalí recibió alborozado el fin del gobierno de los señores de la guerra y el orden que llevó el ICU. El ICU fue una administración relativamente honesta, que puso fin a la corrupción y extorsión de los señores de la guerra. La seguridad personal y propiedades fueron protegidas, terminando con las confiscaciones arbitrarias y los secuestros que llevaban a cabo los señores de la guerra y sus matones armados.

El ICU es un movimiento amplio que agrupa muchas tendencias y que incluye a islamistas moderados y radicales, políticos civiles y combatientes armados, populistas y liberales, autoritarios y electoralistas. Lo más importante es que los Tribunales consiguieron unificar el país y crear una semblanza de nación, superando la fragmentación de clanes. En el proceso de unificación del país, el gobierno de los Tribunales Islámicos reafirmó la soberanía somalí y la oposición a la intervención imperialista estadounidense en Oriente Medio y especialmente en el Cuerno de África a través de su régimen clientelista etíope.
Intervención USA: Las Naciones Unidas, Ocupación Militar, Señores de la Guerra y Apoderados

La historia reciente de los esfuerzos estadounidenses para incorporar a Somalia a su red de estados clientelistas africanos comenzó a desplegarse en los primeros años de la década de 1990 bajo el Presidente Clinton.

Aunque la mayoría de los comentaristas se refieren actualmente a Bush como un belicista obsesivo por sus guerras en Iraq y Afganistán, olvidan que el Presidente Clinton, en su época, se embarcó en varios actos y secuencias solapados de guerra en Somalia, Iraq, Sudán y Yugoslavia. Las acciones militares de Clinton y sus embargos mataron y mutilaron a miles de somalíes, causaron 500.000 muertos sólo entre los niños iraquíes y provocaron miles de muertes de civiles y heridos en los Balcanes.

Clinton ordenó la destrucción de la principal planta farmacéutica de Sudán, que producía vacunas vitales y medicinas esenciales tanto para las personas como para sus animales provocando carencias graves de las mismas.

En 1994, el Presidente Clinton envió miles de tropas a Somalia a ocupar el país bajo la apariencia de ‘misión humanitaria’. Washington intervino para apoyar a su dúctil partidario señor de la guerra contra otro, en contra del consejo de los comandantes italianos de las tropas de Naciones Unidas en Somalia. Dos docenas de soldados estadounidenses murieron en un intento fracasado de asesinato y residentes furiosos arrastraron sus cuerpos mutilados por las calles de la capital somalí. Washington envió helicópteros de combate que bombardearon duramente zonas pobladas de Mogadiscio, matando y mutilando a miles de civiles en represalia.

Los EEUU se vieron finalmente obligados a retirar a sus soldados cuando el Congreso y la opinión pública se volvieron mayoritariamente contra la turbia pequeña guerra de Clinton. Las Naciones Unidas, que no necesitaban ya proporcionar tapadera a la intervención estadounidense, también se retiraron.

La política de Clinton dio un giro a fin de asegurarse un subgrupo de clientelistas señores de la guerra contra los demás, una política que tuvo continuidad durante la Administración Bush. El actual ‘Presidente’ del régimen títere de EEUU, apodado “Gobierno Federal de Transición”, es Abdullahi Yusuf. Es un veterano señor de la guerra profundamente implicado en todas las depredaciones corruptas e ilegales que caracterizaron Somalia entre 1991 a 2006 .

Yusuf fue el presidente del estado autónomo y disidente de Puntland en los años de la década de 1990. A pesar del apoyo financiero estadounidense y etíope, Abdullahi Yusuf y sus asociados señores de la guerra fueron finalmente sacados de Mogadiscio en junio de 2006 y expulsados de toda la parte central sureste del país.

Yusuf fue escondido y arrinconado en una única ciudad provincial en la frontera etíope, careciendo de toda base social de apoyo, incluso por parte de los clanes de señores de la guerra que permanecían en la capital.

Algunos señores de la guerra habían retirado su apoyo a Yusuf y aceptaron las ofertas del ICU de desarmarse e integrarse en la sociedad somalí, subrayando el hecho de que el títere aislado y desacreditado de Washington no suponía ya un factor militar o político real en Somalia. Sin embargo, Washington aseguró que una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reconociera el diminuto enclave del señor de la guerra de Baidoa como gobierno legítimo. Esto se llevó a cabo a pesar del hecho de que toda la existencia del TFG dependía de un contingente de varios cientos de mercenarios etíopes financiados por los EEUU. Como las tropas del ICU se desplazaron hacia el oeste para desalojar a Yusuf de su puesto fronterizo –que comprendía menos del 5% del país-, los EEUU aumentaron su financiación al régimen dictatorial de Meles Zenawi en Etiopía para que invadiera Somalia.

A pesar de los percances, decenas de asesores militares estadounidenses prepararon a los mercenarios etíopes para una invasión por tierra y aire a gran escala de Somalia a fin de volver a instalar a su señor de la guerra títere Yusuf. Meles Zenawi, el dictador etíope, depende absolutamente del ejército y armamento para la policía de EEUU, de sus créditos y asesores para conservar el poder para su régimen étnico Tigrayan y para mantener algún apoyo en el disputado territorio somalí.

El grupo étnico Tigrayan representa a menos del 10% de la población multiétnica etíope. Meles se enfrentó a la creciente oposición armada de los movimientos de liberación Oromo y Ugandés. Su régimen fue despreciado por la influyente populación Amhara en la capital por manipular las elecciones de mayo de 2005, por asesinar en octubre de 2006 a 200 estudiantes que protestaban y encarcelar a decenas de miles.

Muchos oficiales militares se le opusieron por haberse implicado en una guerra fronteriza perdida con Eritrea. Meles, que carece de apoyo popular, se ha convertido en el más leal y servil cliente de EEUU en la región. Repitiendo bochornosamente la retórica imperial ‘anti-terrorista’ de Washington para atacar a Somalia, Meles envió unas 15.000 tropas, cientos de vehículos blindados, docenas de helicópteros y aviones de combate a Somalia.

Proclamando que estaba comprometido con la ‘guerra contra el terrorismo’, Meles aterrorizó al pueblo de Somalia con bombardeos aéreos y una política de tierra arrasada. En nombre de la ‘seguridad nacional’, Meles envió a sus tropas al rescate del rodeado señor de la guerra y hombre de paja de EEUU, Abdullahi Yusuf.

Washington coordinó sus fuerzas aéreas y navales con el avance de la invasora fuerza devastadora militar etíope. Como EEUU asesoró el avance de los mercenarios etíopes por tierra, la fuerza aérea estadounidense bombardeó a los somalíes que huían, matando a decenas, supuestamente a la caza de simpatizantes de Al Qaida.

Según informes fidedignos, que fueron confirmados después por fuentes de EEUU y del títere somalí, las fuerzas militares somalíes y estadounidenses fracasaron a la hora de identificar a un solo dirigente de Al Qaida tras examinar a decenas de muertos, refugiados y combatientes capturados. Una vez más se ha demostrado que era falso el pretexto utilizado por Washington y su cliente etíope para invadir Somalia –que se atacaba al ICU porque daba refugio a terroristas de Al Qaida-.

Las fuerzas navales estadounidenses interceptaron todos los buques que pasaban frente a la costa de Somalia en busca de dirigentes somalíes en huida. En Kenia, Washington dio órdenes a su cliente Nairobi de capturar y devolver a los somalíes que cruzaran la frontera. Bajo la dirección de Washington, tanto las Naciones Unidas como la Organización de la ‘Unidad’ Africana (sic) acordaron enviar un ejército de ocupación de ‘mantenedores de la paz’ para proteger el impuesto régimen títere etíope de Yusuf.

Dada la precaria posición interna de Meles, no pudo mantener mucho tiempo su ejército de ocupación de 15.000 mercenarios en Somalia. El odio somalí hacia los ocupantes etíopes surgió desde el primer día en que entraron en Mogadiscio. Hubo manifestaciones masivas a diario y cada vez más incidentes de la resistencia armada de combatientes reagrupados del ICU, militantes locales y señores de la guerra contrarios a Yusuf. La ocupación etíope dirigida por EEUU fue seguida por el regreso de los mismos señores de la guerra que habían saqueado el país entre 1991-2005.

La mayor parte de periodistas, expertos y observadores independientes reconocen que sin la presencia de un apoyo ‘exterior’, principalmente la presencia de al menos 10.000 mercenarios africanos (‘mantenedores de la paz’) financiados por EEUU y la UE, el régimen de Yusuf se hubiera hundido en cuestión de días, cuando no de horas. Washington cuenta con una coalición informal de clientes africanos –una especie de ‘Asociación de Hombres de Paja Subsaharianos’ (ASS, en sus siglas en ingles)- para reprimir el descontento masivo de la población somalí e impedir el retorno de los Tribunales Islámicos populares. Las Naciones Unidas declararon que no enviarían un ejército de ocupación hasta que los contingentes militares de la ‘ASS’ de la Organización para la Unidad Africana hubieran ‘pacificado’ el país.

Sin embargo, la ASS, aún queriendo complacer a sus gobernantes clientelistas y ofrecer tropas mercenarias para cumplir las órdenes de Washington, encontró difícil cumplir ese envío. Una vez que se vio claramente que era una operación ‘made in Washington’, ese envío de fuerzas de la ASS contra la creciente resistencia nacional somalí se convirtió en algo muy impopular. Incluso Yoweri Musevent, de Uganda, el servil cliente de Washington, encontró resistencia entre su ‘leal’ aprobación automática del congreso.

El resto de los países de la ASS se negó a mover sus tropas hasta que la UE y EEUU les pusieran el dinero en la mano y los etíopes les aseguraran el país antes de llegar. Enfrentando la oposición pasiva de la gran mayoría de somalíes y de la resistencia militante activa de los Tribunales, el dictador etíope empezó a retirar sus tropas mercenarias. Washington, reconociendo que su hombre de paja somalí, el ‘Presidente Yusuf’ está completamente aislado y desacreditado, trató de cooptar a los más conservadores entre los dirigentes de las Cortes Islámicas. Yusuf, siempre temeroso de perder su frágil control del poder, se negó a cumplir la táctica de Washington de dividir el ICU.
La Invasión Somalí: el Imperio y sus Redes

El caso somalí ilustra la importancia de los gobernantes clientelistas, señores de la guerra, clanes y otros colaboradores como primera línea de defensa de las posiciones estratégicas geo-políticas para extender y defender el imperio estadounidense.

La experiencia somalí subraya la importancia de la intervención por parte de gobernantes clientelistas y regionales de estados vecinos en defensa del imperio. Los regímenes clientelistas y las elites colaboradoras reducen en gran medida el coste económico y político de mantenimiento de los puestos de avanzada del imperio. Este es especialmente el caso en Iraq, Afganistán y en la inminente confrontación con la República Islámica de Irán, dado el excesivo despliegue actual de fuerzas de tierra estadounidenses.

Al considerar excesivo ese ‘despliegue’ de las fuerzas terrestres de EEUU, el imperio confía en los ataques aéreos y navales, combinados con fuerzas de tierra mercenarias regionales, para expulsar a un régimen independiente con apoyo popular.

Sin la invasión etíope, el títere somalí y señor de la guerra Abdullahi Yusuf habría sido fácilmente expulsado de Somalía, el país se habría unificado y Washington ya no tendría por más tiempo el control de las áreas costeras situadas frente a una ruta importante de transporte marítimo del petróleo. La pérdida del régimen de paja somalí habría privado a Washington de una plataforma costera para amenazar a Sudán y Eritrea.

Sin embargo, desde una perspectiva práctica, los planes estratégicos de Washington para controlar el Cuerno de África son un completo desastre. Para asegurarse el máximo control sobre los somalíes, la Casa Blanca decidió volver a poner en el poder a un veterano señor de la guerra que era profundamente detestado, sin base social en el país y dependiente de desacreditados clanes guerreros y criminales señores de la guerra.

Gobernantes aislados y desacreditados suponen una frágil amenaza sobre la que construir políticas estratégicas de intervención regional (bases militares y misiones de asesoramiento). En segundo lugar, Washington eligió utilizar un país vecino (Etiopía) odiado por toda la población somalí por apoyar a su títere nacional. Etiopía había atacado a los somalíes hasta finales de 1979 por la independencia de Ogadén, cuya población se siente cercana a los somalíes.

Washington confiaba en el ejército invasor de un régimen en Addis Abeba, que se enfrentaba a crecientes tensiones populares y nacionales y era claramente incapaz de sostener una ocupación prolongada. Finalmente, Washington contó con las seguridades verbales de los regímenes de la ASS para enviar tropas con prontitud para proteger a su reinstalado cliente. Los regímenes clientelistas siempre les dicen a sus amos imperiales lo que éstos quieren escuchar aunque sean incapaces de cumplirlo total y prontamente. Este es especialmente el caso cuando los clientes temen que su oposición interna y prolongadas y costosas complicaciones exteriores les lleven al descrédito total.

La experiencia somalí demuestra el abismo entre la estratégica proyección de poder del imperio y su capacidad actual para conseguir sus metas. También ejemplifica cómo los imperialistas, impresionados por el número de clientes, sus compromisos de ‘papel’ y la conducta servil, fallan a la hora de reconocer su debilidad estratégica frente a los movimientos populares de liberación nacional.

Los esfuerzos de construcción del imperio estadounidense en el Cuerno de África, especialmente en Somalia, demuestran que incluso con colaboradores de elite y regímenes clientelistas, con ejércitos mercenarios y aliados regionales de la ASS, el imperio encuentra grandes dificultades para contener o derrotar a los movimientos populares de liberación nacional. El fracaso de la política de Clinton en la intervención de Somalia de 1993-94 dejó muy claro este extremo.

El coste económico y humano de invasiones militares prolongadas con tropas de tierra ha llevado repetidamente al pueblo estadounidense a pedir la retirada (e incluso a aceptar la derrota) como se probó en Corea, Indochina y cada vez más en Iraq.

El apoyo diplomático y financiero, incluidas las decisiones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los equipos de asesores militares no son suficientes para establecer regímenes clientelistas estables.

La precariedad de los mercenarios impuestos, como la dictadura del señor de la guerra Yusuf, demuestra los límites de los mandatos de Naciones Unidas patrocinados por EEUU.
La experiencia somalí en la fallida construcción del imperio revela otro lado más oscuro aún del imperialismo: la política de ‘gobernar o arrasar’.

El fracaso del régimen de Clinton para conquistar Somalia fue seguido de una política de intentar enfrentar a un brutal señor de la guerra contra otro, aterrorizar a la población, destruir el país y su economía, hasta el ascenso de la Unión de Tribunales Islámicos. La política de ‘gobernar o arrasar’ es la que está siendo seguida actualmente en Iraq y Afganistán y se volverá a poner en marcha con el inminente ataque por mar y aire de EEUU contra Irán, con el apoyo de Israel.

Los orígenes de las políticas de ‘gobernar o arrasar’ hunden sus raíces en el hecho de que las conquistas de los ejércitos imperiales no consiguen instaurar regímenes populares, legítimos y estables. Al ser producto de la conquista imperial, estos regímenes clientelistas son inestables y dependen de ejércitos extranjeros que los sostengan.

La ocupación exterior y las consiguientes guerras con los movimientos nacionalistas provocan oposición masiva. La resistencia de las masas produce la represión imperial sobre poblaciones enteras y su infraestructura. La incapacidad para establecer una ocupación estable y un régimen clientelista lleva de forma inevitable a que los gobernantes imperiales decidan arrasar el país entero con el pensamiento último de que un adversario débil y destruido supone un consuelo para una guerra imperial perdida.

Frente al aumento de estados y movimientos anti-imperialistas laicos e islámicos, al poseer numerosos regímenes clientelistas en el Norte de África y el grupo de la ASS, Washington está organizando un comando militar estadounidense para África.

El Comando África servirá para intensificar el control de Washington sobre las fuerzas militares africanas y acelerar su envío cuando toque reprimir movimientos de independencia o derrocar regímenes anti-imperialistas. Dada la amplia y muy competitiva presencia de comerciantes, inversores y programas de ayuda chinos, Washington está reforzando sus aliados fiables entre las elites y generales clientelistas africanos”.
Margaret Kimberley escribió en Rebelión el pasado 29 de mayo un artículo titulado “Estados Unidos lleva el infierno a Somalia”, en el que se ofrecen datos y ejemplos de la criminal intervención estadounidense en este país de más de 8 millones de habitantes, que padecen una crisis humanitaria permanente desde hace más de 15 años.


"La “guerra contra el terror” de Estados Unidos es de hecho una guerra contra las leyes internacionales y la civilización, una categoría que sirve para todo ataque a los débiles. Bajo la bandera de la lucha antiterrorista, Washington arrasa Somalia, con armas de la mas moderna tecnología y el despliegue de fuerzas de sus aliados etíopes.

No se ofrece más fundamento para la agresión criminal en el Cuerno de África que la presencia de lo que Estados Unidos llama “islamistas” – una etiqueta designada para excusar todos y cada uno de los crímenes de Estados Unidos contra los musulmanes. “Mas de 600.000 somalíes han huido de sus hogares y al menos 6.000 han muerto. “El ataque feroz contra Somalia no es partidista, los demócratas tienes las manos tan manchadas de sangre como los republicanos. “Haría falta un optimismo entupido para pensar que los gustosos cómplices del crimen van a cambiar su forma de hacer las cosas cuando Bush se haya ido.”
“La religión musulmana se usa como una conveniente chivo expiatorio para ir más lejos en los objetivos de la guerra”
¿Qué significa la palabra “Islamista”? Los millones de personas en el mundo que practican las enseñanzas del Islam se llaman musulmanes, pero este nuevo término se ha introducido sigilosamente en el lenguaje sin ser cuestionado ni investigado. Parece aplicarse a musulmanes que luchan contra la ocupación de Irak, o somalíes que no se toman bien que el gobierno etiope apoyado por Estados Unidos invada su país y mate a sus compatriotas.

En resumen, un islamista parece ser cualquier musulmán que tiene el coraje de actuar en contra del gobierno de Estados Unidos. Como con cualquier otro al que se etiqueta como enemigo, se tiene que inventar una nueva palabra para deshumanizarlo. Si a los luchadores de la resistencia somalíes se les llamara simplemente así, los estadounidenses podrían cuestionarse la decisión de su gobierno de seguir matándolos.

La intervención de Estados Unidos le dio licencia a Etiopia para invadir Somalia y empezar un horrible círculo de violencia. De acuerdo con Amnistía Internacional, más de 600.000 somalíes han huido de sus hogares, al menos 6.000 han muerto y 90.000 niños que viven en campos de refugiados están en peligro de morir de hambre y falta de higiene y cuidados médicos.

La llamada guerra contra el terror es de hecho una guerra practicada contra millones de personas en todo el mundo. La religión musulmana se usa como un conveniente chivo expiatorio para ir más lejos en los objetivos de esa guerra y Somalia no es más que una de sus victimas.

Somalia se encuentra ahora en las garras de una de las peores crisis humanitarias en el mundo, y todo esto esta pasando bajo la dirección de George W. Bush. En una clara violación de la Convención de Ginebra y de todos los estándares internaciones de derechos humanos, un navío de la marina de Estados Unidos disparó misiles de crucero contra la ciudad de Dusa Mareb para cometer el asesinato extrajudicial de Hashi Aden Ayro, el líder de al-Shabab. Al-Shabab se dedica a luchar contra la ocupación etíope apoyada por Estados Unidos y por lo tanto se le etiqueta como “islamista”, “terrorista”, y “ligado a al-Qaeda.”
“Un navío de la marina de Estados Unidos disparó misiles de crucero contra la ciudad de Dusa Mareb para cometer un asesinato extrajudicial”

Los medios de comunicación corporativos, que en ningún momento pretenden informar de los hechos con independencia, repiten las gastadas frases de la administración Bush sobre islamistas y conexiones con al-Qaeda pero nunca se molestan en contarle a sus lectores o su audiencia las atrocidades cometidas por su parte o la resistencia a las mismas.

Al menos 1.000 residentes de Dusa Mareb se reunieron para protestar por el asesinato de Ayro y al menos otros 20 civiles en el bombardeo. “Abajo la administración Bush,” fue el eslogan del día de los participantes en la marcha. Dice mucho a su favor el hecho de que los somalíes a pesar de estar en peligro de ser bombardeados por Estados Unidos están mas dispuestos a tomar las calles y condenar el bushismo de lo que lo están los ciudadanos estadounidenses.

Si los buques de guerra de Estados Unidos están lanzando misiles de crucero contra Somalia, ¿no debería el Congreso haber autorizado este uso de la fuerza? Obviamente, deberían haberlo hecho, pero no están interesados en luchar contra los inútiles bushistas. No habrá ninguna impugnación legal, ninguna investigación sobre torturas, y ninguna pregunta molesta sobre los ataques militares contra el pueblo de Somalia. Al igual que los iraquíes, lo somalíes no le han hecho ningún daño a Estados Unidos, pero a pesar de ellos mueren en gran número a manos americanas.

Mientras los estadounidenses miran hacia otro lado ante un nuevo acto cometido por su gobierno canalla, los somalíes no sufren en silencio. Miles protestaron en Mogadiscio en contra de la subida sin control del precio de los alimentos. La crisis alimentaria de los somalíes es un resultado directo del terror que se les ha inflingido. Las tropas de los gobiernos de Etiopia y Somalia asaltan mercados locales de alimentos y literalmente le quitan a la gente la comida de la boca. Tanta maldad, tan poco tiempo para protestar.

“Los somalíes no le han hecho ningún daño a Estados Unidos y a pesar de ellos mueren en gran numero a manos americanas. “

Mientras que la nominación presidencial Demócrata va perdiendo fuelle, debería haber oportunidades para protestar y para terminar con la guerra contra el terror una vez que Bush termine su mandato. Esta campaña da una oportunidad para darse cuenta, tanto Barack Obama como Hillary Clinton, de que el estatus quo debe desaparecer con Bush.

Pero es de un optimismo estúpido pensar que la misma gente que permitió a estos gemelos políticos enfrentarse por asuntos de escasa importancia, iba de pronto a empezar a exigir explicaciones. Por lo tanto, el siguiente presidente, McCain o un Demócrata, continuará la guerra contra el terror que mata a tanta gente. Los demócratas son cómplices de todas las maldades cometidas por la administración Bush. Haría falta un optimismo entupido para pensar que los cómplices del crimen van a cambiar su forma de hacer las cosas cuando Bush se haya ido.

El informe de Amnistía Internacional afirma diplomáticamente que todas las partes son responsables por las atrocidades que se han cometido contra la población civil somalí. Esto no es en absoluto verdad.

Hay una fuerza a la que hay que culpar más que a ninguna otra. “…..los que proporcionan dinero, armas y entrenamiento a los invasores etíopes, los financiadores de los señores de la guerra somalíes, los lanzadores de misiles, los que bombardean a los refugiados, los asesinos ‘extrajudiciales’, los renditioner, los que mandan los escuadrones de la muerte: el gobierno de Estados Unidos, bajo la dirección de George W. Bush, y con la complicidad total del sistema político entero”.

Que Dios maldiga América".
Pueden encontrar información adicional sobre la infame actuación de Estados Unidos y la comunidad internacional en Somalia, y los intereses que enmascaran en el excelente artículo de Alfredo Embid, "Guerra y expolio en Somalia: el terrorismo como excusa y la ayuda humanitaria como camuflaje"

0 comentarios: