Las conclusiones de la Cumbre de la FAO. El hambre

Ahmed Saifi Benziane
Le Quotidien
Traducido por Caty R.
08/06/08

Ya no se trata de saber quién pasa hambre ni quién morirá de hambre en el futuro, sino más bien de saber quién llegará el primero a la fase de la locura a fuerza de no tener nada qué comer, como el personaje-escritor que describe su situación en la novela Hambre, del noruego Knut Hamsun.

La locura ya está en las calles africanas, asiáticas y latinoamericanas; y si Europa se alarma, es simplemente debido a los ejércitos de clandestinos que surcan las calles de las ciudades europeas, llevados por los suyos a través de carreteras y mares en primer lugar, y después por las policías del mundo libre por haber invadido un terreno que no soporta sus olores ni sus colores. Un mundo blanco como la nieve.

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La cumbre mundial de Roma sobre el estallido de los precios de los productos alimentarios no es, por lo tanto, ni más ni menos que una sesión informativa de los gobernantes de los pobres relativa a las medidas adoptadas para ayudar al norte a que siga impoluto y sus calles tranquilas. El sur seguirá siendo un vertedero bajo el sol, un cementerio de cuerpos errantes en busca de las migajas a las que sus gobernantes los condenaron. Ni los estudios sobre la pobreza, ni las cumbres de la tierra, ni los objetivos fijados en horizontes que se van alejando cada vez un poco más, consiguieron detener el sufrimiento. Por supuesto, no faltan argumentos para explicar lo inexplicable, lo evidente. La sequía, la capa de ozono, el medio ambiente y todos los artificios de los discursos pronunciados protocolariamente en los espacios lujosos, ocupan lo esencial de la argumentación.

Lo inexplicable, lo que se calla, es precisamente el sistema liberal pervertido por la búsqueda de más beneficios en favor de algunos, siempre los mismos; en detrimento de los otros, los desesperados, siempre los mismos. El beneficio sigue barriendo todas las religiones, todos los actos. La globalización tiene un precio: el hambre.

¿Cuál es el dictamen de las instituciones financieras internacionales? Dejar hacer, el mercado dispone de mecanismos suficientes para equilibrarse. La tragedia es que sigue desequilibrándose entre un dólar arrogante y un precio del petróleo que sólo beneficia a las clases dirigentes. El resto del mundo, literalmente, perece de hambre; sin otro refugio aparente que el de los motines, la rebelión, el lanzamiento de piedras sobre los símbolos del Estado y las férreas instituciones de sus maquinarias represivas.

¿La FAO? Un organismo condenado al tormento de Sísifo por la gracia de las multinacionales y sus guardianes, tanto del norte como del sur. En norte tienen la influencia sobre las campañas electorales, en el sur simplemente compran y colocan a los hombres apropiados, inmutables. Cuando el hambre haya dejado algunos fantasmas vagando por los páramos del sur, las enfermedades se encargarán de aniquilarlos. Los gobernantes habrán tomado sus medidas para seguir vivos y desempeñar el único papel que les corresponde: enterradores.

En Roma han optado por hablar de algunos sacos de arroz y dejar la perspectiva de una muerte cierta en un horizonte que cada vez se vuelve más evidente.


Ahmed Saifi Benziane es argelino, profesor de Socioeconomía en la Université des Sciences et de la Technologie d'Oran (USTO), escritor y poeta. Ha escrito la novela L'autre maîtresse, Dar El Gharb, Oran, 2004.

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.

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