Estudiantes de secundaria israelíes ayudan a arrasar un poblado beduino

Max Blumenthal
http://maxblumenthal.com
Traducido del inglés para Rebeliónpor Germán Leyens
04/08/10

El 26 de julio, la policía israelí demolió 45 edificios en la aldea beduina al-Arakib, una de las 45 localidades beduinas no reconocidas por las autoridades israelíes, arrasando enteramente toda la aldea para hacer sitio para un bosque del Fondo Nacional Judío. La destrucción forma parte de un proyecto más grande para obligar a la comunidad beduina del Néguev a abandonar sus tierras ancestrales y a irse a una de siete comunidades al estilo de reservaciones indias que el gobierno israelí ha construido para ella.

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La tierra será entonces puesta a disposición de colonos judíos, incluidas parejas jóvenes del ejército y los que podrían ser evacuados un día de Cisjordania después que se firme un tratado de paz. Por el momento, el gobierno israelí se propone erradicar la mayor cantidad posible de aldeas y borrarlas del mapa, estableciendo “hechos en el terreno” en la forma de bosques del Fondo Nacional Judío. (Vea vídeo de la demolición de al-Arakib).


(Foto: Momentos antes de la destrucción de la aldea beduina de al-Arakib, voluntarios adolescentes de la policía se acomodan en muebles extraídos de la casa de una familia. [Las fotos siguientes son de Ata Abu Madyam de Arab Negev News.)

Uno de los aspectos más inquietantes de la destrucción de al-Arakib fue un informe de CNN de que los cientos de policías antidisturbios israelíes que invadieron la aldea fueron acompañados por “buses repletos de civiles que vitoreaban”. ¿Quiénes eran esos civiles y por qué no investigaron más CNN y otros medios?

Viajé ayer a al-Arakib con una delegación de Ta’ayush, un grupo israelí que promueve una lucha conjunta árabe-judía contra la ocupación. Los activistas pasaron el día preparando juegos y actividades para los niños traumatizados de la aldea, ayudando a los aldeanos a reubicar sus olivares desarraigados, y ayudando a reconstruir sus casas demolidas. En una enorme carpa improvisada donde duermen ahora muchos de los residentes de al-Arakib, entrevisté a ancianos de la aldea sobre la identidad de los civiles que vitoreaban. Cada uno confirmó la presencia de los civiles, y describió cómo celebraban las demoliciones. Mientras compilaba los detalles, la historia se hizo cada vez más horrible. Después de entrevistar a más de media docena de ancianos de la aldea, pude formarme una idea sobre los civiles en cuestión. Lo que descubrí fue aún más inquietante de lo que había imaginado.

El editor de Arab Negev News, Ata Abu Madyam, me suministró una serie de fotos que tomó de los civiles en acción. Muestran a estudiantes secundarios israelíes que parecen haberse presentado como voluntarios para la guardia civil de la policía israelí (Me esfuerzo por identificar a algunos participantes). Antes de las demoliciones, los voluntarios estudiantiles fueron enviados a las casas de los aldeanos para sacar sus muebles y pertenencias. Una serie de aldeanos, incluido Madyam, me dijeron que los voluntarios rompieron vidrios y espejos en sus casas y desfiguraron fotografías familiares con dibujos vulgares. Luego se acomodaron en los muebles de residentes de al-Arakib en los terrenos mismos de los propietarios. Finalmente, según Madyam, los voluntarios celebraron mientras las aplanadoras destruían las casas.

“Lo que hemos aprendido del campo de verano de destrucción”, señaló Madyam, “es que la juventud israelí no es educada en la democracia, están siendo criados en el racismo”. (La portada de la última edición de Arab Negev News de Madyam muestra una foto de palestinos expulsados hacia Jordania en 1948 yuxtapuesta a una foto de una familia que huyó de al-Arakib la semana pada. El titular dice: “Nakba 2010”.)


(Foto: Según residentes de al-Arakib los jóvenes voluntarios saquearon casas en toda la aldea)

La guardia civil israelí, que incorpora a 70.000 ciudadanos incluyendo a jóvenes de sólo 15 años (cerca de un 15% de los voluntarios de la policía israelí son adolescentes), es uno de los numerosos programas planeados para incorporar a los niños israelíes al aparato militar del Estado. No es difícil imaginar qué lecciones extrajeron de su experiencia los estudiantes secundarios que participaron en la destrucción de al-Arakib; tampoco cuesta especialmente predecir en qué tipo de ciudadanos se convertirán una vez que sean adultos. No sólo están siendo adoctrinados para jurar una lealtad ciega a los militares, aprender a ver a los árabes como menos que humanos. La conducta de los voluntarios hacia los beduinos, que son ciudadanos de Israel y sirven lealmente en las unidades de combate del ejército israelí a pesar del racismo generalizado, recuerda fuertemente la conducta de los jóvenes colonos en Hebrón que lanzan huevos, piedras y excrementos humanos a los comerciantes palestinos en la ciudad vieja. Si hay una distinción en los dos casos, es que los colonos de Hebrón actúan como vigilantes, mientras los adolescentes de la guardia civil israelí saquean la propiedad árabe como agentes del Estado.

El espectáculo de jóvenes israelíes que ayudan a destruir al-Arakib ayuda a explicar por qué un 56% de los estudiantes secundarios israelíes no cree que se debiera permitir que los árabes participen en la Knéset [parlamento israelí] – por qué la próxima generación quiere apartheid. Por cierto, el adoctrinamiento generalizado de la juventud israelí por el aparato militar es un factor central en la tendencia autoritaria en Israel. Sería difícil que un adolescente escapara de una experiencia como al-Arakib, donde adultos en heroico atuendo guerrero los alientan a participar y sentir regocijo en actos de destrucción masiva, sin siquiera un indicio de valores democráticos.


(Foto: Y comienza la destrucción…)

En cuanto a la condición actual de la democracia israelí, es esencial considerar la manera cómo el Estado incita a sus propios ciudadanos los unos contra los otros, alistando a la mayoría judía como conquistadores mientras atacan a los ‘otros’ árabes como si fueran, en las palabras del padre fundador del sionismo, Chaim Weizmann: “obstáculos que había que despejar en un camino difícil”. Históricamente, sólo Estados fallidos han alentado que se impongan semejantes dinámicas corrosivas. Por eso las escenas de al-Arakib, de las casas demolidas a los jardines desarraigados a los adolescentes sonrientes que se sumaron al caos, pueden ser vistas como más que la destrucción de una aldea. Son instantáneas del fenómeno que está destruyendo la sociedad israelí en su conjunto.

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