Testigo presencial: los talibanes en Kunduz

Gul Rahim Niazmand
IWPR/ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
14/10/09

Gran parte de la provincia afgana bajo control de la insurgencia

El vehículo está marcado cuartel de la policía provincial de Kunduz, pero sus ocupantes no son necesariamente servidores del Estado.

Los talibanes en Kunduz capturaron recientemente ocho camiones Ford Ranger de la policía en el distrito Chahr Dara, y las utilizan para movilizarse.

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No cuesta notar la diferencia, sin embargo. Cuando los que están tras el volante son talibanes, hacen tronar canciones islámicas y nacionales por los altavoces montados sobre el techo del vehículo; se abrazan y ríen.

A veces, los talibanes usan motocicletas, cuando los caminos son demasiado estrechos o difíciles para las Ranger. Se cubren las cabezas y caras con pañuelos cuadriculados.

Una fila de talibanes en motocicletas acaba de pasar en camino a Chahr Dara, y desaparece rápidamente en una nube de polvo.

Los talibanes tienen el control total del distrito. Han establecido su propia forma de ley islámica y se mueven abiertamente por las aldeas y bazares, sin temor. Aquí no existe la autoridad del gobierno.

“Sólo controlamos la oficina del gobernador,” dijo el gobernador del distrito de Chahr Dara, Abdul Wahid. “Fuera de estos muros no tenemos ninguna jurisdicción. La gente no viene a la oficina del gobernador a resolver sus problemas, van donde los talibanes.”

Otros cuatro distritos están aproximadamente en la misma situación. La ciudad de Kunduz, capital de la provincia, está rodeada de áreas en las cuales el control del gobierno prácticamente ha desaparecido.

Archi, a 50 kilómetros al norte de Kunduz, está, como Chahr Dara, totalmente bajo control talibán. Ali Abad, 25 km al sur, está dominada en gran parte por los fundamentalistas. El control gubernamental es casi inexistente en Imam Saheb, 70 km al norte, y en Abad, a sólo 25 km al este, el gobierno sólo controla el centro del distrito y unas pocas aldeas cercanas.

Hace sólo un año la provincia Kunduz se consideraba estable, los negocios florecían y los residentes se mostraban optimistas.

Los funcionarios afganos y extranjeros se pelean por explicar el cambio. Las razones y explicaciones son tan diversas como extravagantes. Cada cual tiene una teoría, pero parece que nadie puede presentar pruebas.

El gobernador de Kunduz, ingeniero Mohammad Omar, culpa a Pakistán por la emergencia de los insurgentes.

Hasta hace muy poco, la mayoría de los suministros para las fuerzas internacionales llegaba a Afganistán a través del vecino al sur del país, lo que representaba vastas sumas de dinero en impuestos y aranceles para Islamabad.

Pero con la creciente inseguridad en las rutas de aprovisionamiento por Pakistán, algunos países de la OTAN tratan de traer su combustible y otros suministros desde Tayikistán, a través del puerto de Sher Khan, en el río entre los dos países y Kunduz.

“El suministro logístico de la OTAN a través del puerto de Sher Khan a Afganistán traerá beneficios económicos para la región y el país,” dijo el gobernador. “Esto no es aceptable para Pakistán, porque no quiere perder los privilegios que recibe de la OTAN. Por eso trata de desestabilizar la situación en esta región para que la OTAN se vea obligada a pedir ayuda a Pakistán en cuanto a rutas de abastecimiento.”

Funcionarios paquistaníes en Kabul no respondieron a las solicitudes de comentario.

El teniente coronel Carsten Spiering, portavoz del Equipo Provincial de Reconstrucción alemán en Kunduz, no descartó la idea de que el cambio de rutas de abastecimiento podría tener que ver con parte de los problemas en la provincia.

“Hay varios motivos detrás del deterioro de la situación de la seguridad en Kunduz, uno de los cuales es el cambio de los convoyes de suministro de las fuerzas de la coalición dirigidas por la OTAN y [EE.UU.] a través del puerto de Sher Khan,” dijo, sin entrar en detalles.

Los talibanes, dice el gobernador Omar, también han sido alentados por la escasez de fuerzas policiales en Kunduz.

“Cuando la policía llega a un área, [los insurgentes] corren y se ocultan,” dijo. “No son suficientemente fuertes para combatir cara a cara. Pero [los insurgentes] no tienen una ubicación fija, la policía no puede establecer un frente en la lucha. En su lugar, los insurgentes realizan ataques de guerrilla.”

El jefe de policía de Kunduz, Mohammad Razaq Yaqubi, sin embargo, vincula los problemas de seguridad con contrabandistas de narcóticos en Kunduz.

“Los talibanes tratan de aumentar el cultivo y la producción de opio en esta región,” dijo. “Esta guerra en Kunduz pertenece a la mafia de los narcóticos, que opera en nombre del Islam.”

Yaqubi llamó a las fuerzas internacionales a combatir a los contrabandistas.

“Tienen que luchar contra ellos,” insistió. “Al Qaeda obtiene una gran parte de sus ingresos de la droga y compra equipos militares con ellos”

Kunduz ha sido declarada libre de amapolas durante los últimos tres años, pero los expertos en narcóticos estiman que es un centro importante para el contrabando de opio y heroína a Tayikistán o Uzbekistán, y de ahí a Rusia y Europa.

El analista político Ghulam Haidar Haidar cree que los extranjeros son responsables de la inseguridad en Kunduz.

Según Haidar, las fuerzas de la coalición están entrenando y equipando a los insurgentes con el fin de extender la inseguridad a Asia Central.

“EE.UU. quiere una base desde la cual amenazar a Rusia,” dijo. “Los intereses políticos de EE.UU. en Asia Central no son ningún secreto. EE.UU. puede lograr sus objetivos sólo si los talibanes pasan al otro lado del Oxus (el río Amu Darya, que forma la frontera entre Afganistán y Tayikistán y Uzbekistán). Entonces las fuerzas estadounidenses podrán entrar en Asia Central en nombre de la guerra contra el terror.”

La versión de Haidar parece estar de acuerdo con la de los residentes del distrito de Chahr Dara.

Un residente local, que no quiso dar su nombre, insistió en que los talibanes están apoyados por EE.UU.

“Lo vi con mis propios ojos,” dijo. “Yo llevaba mi ganado a casa por la tarde y vi a talibanes que bajaban de helicópteros estadounidenses. También estaban descargando motocicletas de esas naves. Más tarde, un mulá local al que conozco muy bien fue a hablar con los estadounidenses y luego los helicópteros partieron.”

La capitana Elizabeth Mathias, hablando por las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, rechazó la acusación.

“EE.UU. no apoya a militantes talibanes, ni estamos expandiendo el conflicto a Asia Central… la región Afganistán-Pakistán, y específicamente la inestabilidad dentro de esos dos países, mantienen suficientemente ocupadas a las fuerzas de EE.UU. y la OTAN,” dijo.

“En cuanto a los rumores, creo honradamente que es una reacción natural de gente que trata de comprender las situaciones difíciles que enfrenta… [El gobierno y las fuerzas de la coalición] siguen combatiendo contra fuerzas desestabilizadoras en el área y comunican esos esfuerzos a los residentes de Kunduz.”

Otro tema que puede haber aumentado la influencia de los talibanes es la percepción entre los pastunes de que la OTAN y las fuerzas de la coalición libran la guerra sólo contra un grupo étnico: el suyo.

Los talibanes son pastunes en su abrumadora mayoría, y la guerra se ha concentrado en áreas pastunes. Esto ha llevado a un sentimento de agravio entre los pastunes, según Haidar, y a una disposición a apoyar a los insurgentes por venganza o para obtener protección.

“Dondequiera que viven pastunes, hay enfrentamientos, y matan a civiles,” dijo. “Esta guerra ha sido impuesta a los pastunes, pero ya no quieren más guerra.”

Incidentes como el bombardeo en Chahr Dara del 4 de septiembre, cuando los militares alemanes pidieron un ataque aéreo contra dos camiones cisterna que habían sido secuestrados por los talibanes, sólo profundizan el enojo local.

Varias docenas de civiles resultaron muertos cuando las bombas dieron en un grupo de personas reunidas alrededor de los vehículos. Aunque los alemanes dicen que pensaron que todos eran insurgentes, muchos eran aldeanos que trataban de conseguir combustible gratuito de los camiones.

El gobernador del distrito Chahr Dara, Abdul Wahid, culpa al gobierno por no hacer más.

“Al principio había muy pocos talibanes y el gobierno podría haberlos derrotado,” dijo. “Pero ignoraron el problema. Ahora [la insurgencia] está creciendo a diario.”

Gul Rahim Niazmand es un aprendiz del IWPR basado en Kunduz.

Institute for War & Peace Reporting

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