Su recompensa será un dineral en el circuito de conferencias - ¿Procesarán a Bush por crímenes de guerra?

Jordan Smith
AlterNet
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
22/01/09

Inició dos desastrosas guerras que han dejado a millones de muertos o desplazados, no hizo nada ante la destrucción de una importante ciudad de EE.UU., supervisó la evaporación de billones de dólares en riqueza y dejará su puesto como una de los personajes más aborrecidos de la historia estadounidense.

Lo lógico sería que un sujeto como George W. Bush – quien ha destruido por sí solo la imagen de EE.UU. en el mundo – se escabullara furtivamente hacia una ignominia bien merecida. Pero hay pocas posibilidades de que así sea. En lugar de hacerlo, está a punto de forrarse los bolsillos en el circuito de conferencias; un individuo que ha llevado una vida famosa por lo poco examinada está listo para pontificar sobre los eventos del mundo cobrando jugosos honorarios.

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Bush dijo desatinadamente al periodista Robert Draper que su principal intención post-presidencial es “hacer algunos discursos, sólo para volver a llenar las arcas.” Otros miembros de su desastroso gobierno ya están “rellenando” sus arcas.

Desde luego, las arcas de Bush no están tan vacías como pensaría la mayoría: deja su puesto con activos evaluados entre 8 millones y 20 millones de dólares. Pero una vez que se lance al circuito de oradores, podrá aumentar considerablemente esa fortuna. Bush podría cobrar entre 100.000 y 150.000 dólares por conferencia, dice Lourdes Swarts, presidenta de 21st Century Speakers, una destacada agencia de oratoria. Para charlas ante públicos extranjeros, la cifra aumenta a algo más cercano a un cuarto de millón de dólares. “El mercado de oratoria es amplio y se expande a audiencias extranjeras,” dice Swarts.

Mark Updegrove, autor del libro publicado en 2006 “Second Acts: Presidential Lives and Legacies After the White House, dice que Bush será inmensamente atractivo.”No faltan las organizaciones dispuestas a pagar por el prestigio de la presidencia, sin que importe lo controvertido que sea un presidente,” dijo. Swarts está de acuerdo: “El presidente Bush será muy popular,” dijo.

Pero el presidente Bush no es muy popular en el pueblo estadounidense, lo que provoca la pregunta de quién estará dispuesto a pagarle las sumas extravagantes que espera. Por suerte para él, los grupos que ha enriquecido durante sus ocho desastrosos años en la Casa Blanca siguen comprometidos con su persona. “Hay que considerar que en el mundo corporativo, el presidente goza de una tasa de aprobación de un 80%, y que son ellos los que contratan o excluyen a un orador,” dice Swarts. Muchos de los grupos que contratan a ex presidentes son organizaciones empresariales, y se puede contar con ellas para que mantengan alta la demanda de Bush en el circuito de las conferencias.

También hay unos pocos países en los que sigue siendo popular – destinos populares como Albania, las Filipinas y Tanzania.

Por si alguien dudara de la eventual popularidad de Bush como orador, ex miembros de su gobierno le muestran la realidad. Ari Fleischer, el ex portavoz de la Casa Blanca, quien vergonzosamente advirtió a los estadounidense que “tengan cuidado con lo que digan” después de los ataques del 11-S, cobra entre 15.000 y 25.000 dólares por evento. Los interesados pueden elegir entre dos discursos estándar. En el primero: “EE.UU. e Israel: el camino a la estabilidad en Oriente Próximo,” los oyentes oyen la “toma de posición de Fleischer en el conflicto: reconoce que Israel es la única democracia en Oriente Próximo y señala los sacrificio que ha hecho por la paz. Pregunta dónde están los árabes moderados, y critica enérgicamente el fracaso de la dirigencia palestina en el enfrentamiento contra el terror.” No hay mención, al parecer, de la promesa de Bush de un Estado palestino.

Alberto Gonzales, el ex ministro de justicia que fue obligado a renunciar ignominiosamente por su papel en el escándalo de los fiscales federales, cobra más de 25.000 dólares por alocución por hablar a públicos del mismo parecer. Su mención en el sitio de Internet de Greater Talent Network le describe eufemísticamente como alguien que “jugó un papel vital en la lucha del gobierno en la guerra contra el terror y al encarar el rol cambiante del Departamento de Justicia después del 11-S.”

Otros funcionarios del gobierno también consiguen considerables honorarios por su oratoria. John Ashcroft cobra 25.000 dólares. Donald Rumsfeld, 65,000 y es muy popular. Karl Rove recibe 50.000 dólares y se alcahuetea de modo más agresivo que la mayoría. Su sitio en Internet presenta docenas de testimonios de clientes satisfechos, en su mayoría grupos empresariales.

“Creo que puedo decir honestamente que nunca he encontrado a una persona más dinámica y agradable,” dice Ballard W. Cassady, Jr., de la Asociación de Banqueros de Kentucky.

“No creo que pudiésemos haber tenido un mejor orador final que Karl. Los participantes quedaron casi unánimemente cautivados por su presentación y agradablemente sorprendidos por lo divertido y atractivo que fue,” informa la Asociación Nacional de Tiendas de Artículos Varios.

"Karl Rove tiene una mente política única y un humor mordaz. Demostró plenamente las dos cosas cuando habló en nuestro reciente almuerzo. La gente entusiasta de Dallas rio con él cuando aprendió de su perspectiva, y lo aplaudió de pie,” lanza efusivamente el presidente del Centro Nacional de Análisis Político, el think tank conservador.

Todo esto se ajusta a un cambio gradual en cómo los presidentes se comportan después de su partida del puesto más elevado. Cuando Harry Truman abandonó la Casa Blanca en 1953, siguió sobreviviendo con su pensión del Ejército de 112,25 dólares por mes, y tuvo que obtener un préstamo del banco nacional de Washington en sus últimas semanas como presidente. Rechazó numerosas ofertas de organizaciones para trabajos fáciles con remuneraciones de más de 100.000 dólares por año, y nunca aceptó honorarios de consultoría. Incluso rechazó el regalo de un Toyota ofrecido por esa compañía como demostración de las buenas relaciones entre Japón y EE.UU. Según el libro “Truman” de David McCullough: “Su única intención, dijo, era no hacer nada – no aceptar ninguna posición, ni prestar su nombre a ninguna organización o transacción – que explotara o ‘comercializara’ el prestigio y la dignidad del puesto de presidente.”

Bueno, adiós a todo eso. Los presidentes después de Truman han mostrado muchos menos escrúpulos ante la posibilidad de beneficiarse con el tiempo en que dirigieron a la nación más poderosa del mundo. Eisenhower fue un comentarista pagado en las noticias de la televisión durante convenciones políticas partidarias, dice Updegrove. “Pero todavía no era muy común que los presidentes ganaran dinero por su posición hasta que

Gerald Ford ingresó a los consejos de varias corporaciones,” dice.

Ford fue francamente criticado por sus acciones en aquel entonces, aunque parecen positivamente dignificadas según los estándares actuales. Se enroló con American Express, Texas Commerce Bank, 20th Century Fox Film Corp. y otros. En total, cobró más de un millón de dólares en ingresos adicionales de esas corporaciones, pero Ford desechó a sus críticos, diciendo: “No le importa a nadie, porque ahora soy un ciudadano particular.” Los presidentes subsiguientes han estado de acuerdo.

Ronald Reagan fue muy criticado por realizar publicidad para compañías japonesas, aunque Jimmy Carter había hecho lo mismo, según Updegrove. George H.W. Bush fue realmente el innovador al darse cuenta de la gran fortuna que podía reunir simplemente hablando. Dejó su puesto en 1992 como presidente de un solo período, relativamente popular después de perder una elección con el menor porcentaje de votos de cualquier candidato importante desde William Howard Taft en 1912. Pero dicen que recién en 2004 Bush padre cobró más de 100.000 dólares por hablar en China. “No sé cuánto cobra mi papá – son más de 50 o 75 mil dólares por discurso,” dijo el actual presidente a Draper.

Bush también señaló a Draper que "[Bill] Clinton gana mucho dinero.” Por cierto, lo gana. Después de dejar el gobierno a los 54 años en 2001 con unos 12 millones de dólares en deudas legales, el ex presidente ganó por lo menos 40 millones de dólares en honorarios por conferencias. El honorario mínimo era de 100.000 dólares, pero recibió hasta 400.000 por algunos discursos.

Sin embargo, Clinton dejó el poder siendo un presidente muy popular. Su tasa de aprobación de un 65% al irse, fue la mejor de cualquier presidente desde Franklin D. Roosevelt, y era aún más popular en el exterior que en EE.UU. Bush, por otra parte, dejará su puesto siendo más impopular – y durante un período más prolongado – que cualquier otro presidente en la historia de los sondeos en EE.UU.

Incluso sin la masiva fortuna de su familia, Bush nunca será pobre. Desde la era de Truman, el Congreso ha dado a los ex presidentes una pensión adecuada para una jubilación confortable. Bush recibirá 186.000 dólares al año, aparte de gastos de viaje, privilegios de correo, protección del Servicio Secreto, espacio para oficinas, personal y gastos de transición.

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Jordan Michael Smith es encargado de prensa en el Proyecto National Security Reform. Sus puntos de vista no son necesariamente los de PNSR.

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