¿A quién beneficia la actual violencia en Argelia?

Abdelkader Tigha para Anouar Koutchoukali
Traducido por Rocío Anguiano
Rebelión
01/10/07

Es como si Argelia hubiera vuelto hoy a la situación de los años negros: atentados, secuestros, torturas… Aunque con algunas novedades: los atentados suicidas, hasta ahora desconocidos y, que en lugar del GIA ahora se trata del GSPC (Grupo Salafista para la Predicación y el Combate).

Sin embargo, el GSPC ha contado siempre con el apoyo de la población en las zonas en donde está implantado (los maquis de Jemis El Jechea, de Mizrana y de toda Mitiva Este), porque nunca había atacado a la población civil, a diferencia del GIA, en el que es sabido que estaban infiltrados los servicios secretos argelinos (DRS), y así lo afirma -cosa inédita- incluso la prensa argelina progubernamental, como es el caso del diario Liberté.

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Este cambio en el modus operandi del GSPC pone de manifiesto que este grupo armado está siendo manipulado por el DRS (1) -quien ya hizo lo mismo en los años ochenta con el GIA – para poner a la población civil del lado de los que detentan el poder, que por una parte se sienten fortalecidos por sus apoyos occidentales en la guerra contra esta oportuna internacional terrorista que es Al Qaeda y su principal aliado argelino, el GSPC, pero por otra, están con el agua al cuello porque son incapaces de sacar al país del estancamiento social y económico.

Conviene recordar que, entonces, el DRS manipulaba a los grupos del GIA no para aniquilarlos sino para marcarles un objetivo: la población civil. Esta acabó apoyando al poder y aceptando las armas generosamente distribuidas por los centros operativos (CTRI) del DRS, especialmente en las zonas que supuestamente apoyaban al GIA. Podemos citar como ejemplo a los aduares de Amrussa y los municipios de Uled Slama y de Buinen, entre otros.

Está claro que esta estrategia del terror, que el DRS aplicó con éxito en los años ochenta, podría resultar de nuevo útil en un escenario de fin de “reinado”: al encontrarse el presidente Buteflika enfermo, se plantea ya el problema de su sucesión así como la del número dos de los servicios secretos tras el reciente fallecimiento del general Smain Lamari que se ocupaba personalmente del tema de la lucha “antiterrorista”, tanto dentro como fuera del país.

Haciendo gala de su notoria opacidad, la junta argelina pretende una vez más desmovilizar a la población. Hay que señalar que son los mismos generales, algunos aparentemente jubilados, quienes manejan todavía los hilos: Mohamed Mediene, Larbi Belkheir, Mohamed Lamari, Fodhil Cherif y Khaled Nezzar por citar solo algunos, quieren hacer una nueva versión del decenio negro para proclamarse de nuevo los salvadores de la república frente al “peligro verde”. Esta vez es poco probable que la población argelina vuelva a caer en la trampa de este discurso porque ha pagado un alto precio: violaciones masivas de derechos humanos –que supondrían largos años de prisión a estos generales y sus acólitos civiles- en lugar de la paz y la prosperidad prometidas tras el golpe de estado de enero de 1992.

Otra de las cartas que el DRS pretende jugar es Ali Benhadj, número dos del antiguo FIS, detenido por sus recientes declaraciones contra los golpistas. Ali Benhadj debería evitar hacer cualquier tipo de declaración, por justa que sea, susceptible de llevar el agua al molino de los golpistas.

(1) Departamento de Información y Seguridad

*Abdelkader Tigha fue agente de los servicios secretos argelinos y actualmente está refugiado en los Países Bajos

*Anouar Koutchoukali pertenece a Justitia Universalis, ONG de derechos humanos con sede en La Haya, Países Bajos.

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