La crisis de Ruanda podría poner al descubierto el papel de EEUU en el genocidio en Congo
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Glen Ford
Black Agenda Report
Traducido para Rebelion por Mariola y Jesús María García Pedrajas
05/09/10
Analistas de izquierdas han estado informando durante años de que los aliados de EEUU Ruanda y Uganda son los principales responsables de la muerte de, al menos, seis millones de congoleños. Ahora un informe filtrado de las Naciones Unidas ha confirmado que los crímenes de Ruanda en Congo pueden elevarse al nivel de genocidio, puesto que las fuerzas del Presidente Paul Kagame asesinaron a ancianos, niños y mujeres hutus sin tener en cuenta su nacionalidad. Los mentores y proveedores de financiación del presidente ruandés Paul Kagame en el gobierno de EEUU deben ser considerados igualmente responsables.
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“Millones de personas murieron mientras los aliados de Washington ocupaban y saqueaban las regiones orientales de la República Democrática del Congo.”
Un informe de las Naciones Unidas que se ha filtrado filtrado, el cual documenta las atrocidades ruandesas que “podrían ser clasificadas como crímenes de genocidio” en el este de Congo, ha creado una crisis política que amenaza con trastocar los planes de Washington para dominar el continente. El régimen de la minoría tutsi de Ruanda – un estado cliente estadounidense que actúa como mercenario a favor de los intereses de EEUU en África, junto con Uganda – amenaza con retirar sus soldados de las misiones de “mantenimiento de la paz” de las Naciones Unidas si el informe no es suprimido. Las misiones de las Naciones Unidas en Chad, Haití, Liberia y Sudán son de hecho extensiones de la política exterior de EEUU, de la misma manera que las tropas de Uganda y Burundi apuntalan el “gobierno” respaldado por EEUU en Somalia bajo la apariencia de fuerzas de la “Unión Africana”.
La crisis de Ruanda amenaza con revelar el papel de EEUU permitiendo la muerte de, al menos, seis millones de personas mientras los aliados de Washington ocupaban y saqueaban las regiones orientales de la República Democrática del Congo. Lo que está en juego no es solo la reputación del presidente ruandés Paul Kagame, un alumno de la US Army Command and General Staff College (escuela de mandos y personal militar de apoyo del ejército de EEUU), en Fort Leavenworth, Kansas, sino toda la estrategia estadounidense para la militarización de África y explotación de sus riquezas.
El informe de 545 páginas detalla los crímenes cometidos en Congo por el ejército ruandés y sus aliados entre marzo de 1993 y junio de 2003, y refuerza los cargos que vienen de antiguo de que las fuerzas de Kagame fueron también agresores y asesinos de masas durante los asesinatos masivos de 1994. Cuando los rebeldes tutsis de Kagame – previamente radicados en Uganda – se hicieron con el control de Ruanda después de 100 días de luchas y limpieza étnica, persiguieron a más de un millón de refugiados hutus en el vecino Congo. Allí, cazaron y mataron un número indeterminado de miles de ancianos, mujeres y niños en 600 incidentes documentados que son, como mínimo, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los autores del informe creen claramente que los tutsis participaron en un claro genocidio – la erradicación a propósito de un pueblo – puesto que los hombres de Kagame no hicieron ninguna distinción entre refugiados hutus ruandeses y hutus congoleños; los mataron a todos. Los tutsis congoleños y de Burundi se unieron a los tutsis ruandeses de Kagame en los asesinatos de masas – lo que confirma la naturaleza racial o étnica de la matanza.
“Los hombres de Kagame no hicieron ninguna distinción entre refugiados hutus ruandeses y hutus congoleños; los mataron a todos.”
El ejército rwandés tutsi permaneció en el este de Congo para explotar los raros minerales de la región, explotando mano de obra esclava y vendiendo el botín a las corporaciones multinacionales. Se les unieron los militares ugandeses, que también se establecieron como soldados/empresarios en suelo congoleño. Los ruandeses y ugandeses permanecen en la región, gansters uniformados africanos aliados con corporaciones euro-estadounidenses en un campo de exterminio que se ha tragado posiblemente a seis millones de congoleños. Algunos estiman las cifras de muertos congoleños en áreas controladas por Ruanda, únicamente, en tres millones y medio. Su sangre y patrimonio cultural robado ha convertido a Kigali, la capital ruandesa, en un faro luminoso de la empresa capitalista – una historia de éxito del “libre mercado”.
Una carnicería a semejante escala no podría haber ocurrido si no fuera por la complicidad de EEUU, que ha protegido a Kagame en todas las coyunturas. Tras entrenarlo para operaciones de mando al más alto nivel, EEUU financió a los rebeldes de Kagame a través de su cliente ugandés, el Presidente Yoweri Museveni. Cuando los rebeldes de Kagame invadieron Ruanda, algunos de ellos aún vestidos con el uniforme ugandés, los estadounidenses desestimaron las quejas del presidente hutu. Cuando el avión que llevaba al presidente hutu y su homólogo burundés fue derribado por un misil – casi con toda seguridad por hombres de Kagame – y se desencadenaron asesinatos en masa, EEUU forzó a las Naciones Unidas a retirarse del país – un movimiento que solo podía beneficiar a las fuerzas armadas y bien entrenadas de Kagame, las cuales conquistaron rápidamente toda Ruanda. Cuando informes de las Naciones Unidas mostraron que Kagame estaba asesinando 10.000 hutus al mes dentro de Ruanda, incluso después de que la oposición se hubiera hundido o huido, EEUU detuvo una investigación. Después los hombres de Kagame cayeron sobre Congo como un enjambre, y comenzó el genocidio más grande.
“Una carnicería a semejante escala no podría haber ocurrido si no fuera por la complicidad de EEUU, que ha protegido a Kagame en todas las coyunturas.”
El informe de las Naciones Unidas filtrado no puede devolverse a un cajón. Kagame, que etiqueta a todos sus críticos como “genocidaires” o apologistas del genocidio, es expuesto como “el mayor asesino de masas sobre la faz de la tierra, hoy en día,” como lo describe Edgard S. Herman, co-autor de The politics of Genocide. Los mentores y proveedores de fondos de Kagame en el gobierno de EEUU, los cuales instigaron su genocidio en Congo, deben ser considerados igualmente responsables – si no más aun, puesto que las corporaciones de EEUU consiguen los mayores beneficios de los minerales de sangre de Congo, y el ejército de EEUU obtiene los mayores beneficios de los servicios ruandeses y ugandeses como mercenarios siempre a la entera disposición de EEUU en África.
Sería magnifico si Kagame sufriera un ataque patológico e hiciera honor a su amenaza de retirar sus soldados de Haití, Chad Liberia y Sudán. Pero eso causaría serios inconvenientes a EEUU, a cuyos intereses sirven las misiones de “mantenimiento de la paz” de las Naciones Unidas. Kagame no tiene ningún problema en matar millones de hutus en Congo, pero no se atreverá a disgustar a la superpotencia a la que le debe su carrera sangrienta.
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“Millones de personas murieron mientras los aliados de Washington ocupaban y saqueaban las regiones orientales de la República Democrática del Congo.”
Un informe de las Naciones Unidas que se ha filtrado filtrado, el cual documenta las atrocidades ruandesas que “podrían ser clasificadas como crímenes de genocidio” en el este de Congo, ha creado una crisis política que amenaza con trastocar los planes de Washington para dominar el continente. El régimen de la minoría tutsi de Ruanda – un estado cliente estadounidense que actúa como mercenario a favor de los intereses de EEUU en África, junto con Uganda – amenaza con retirar sus soldados de las misiones de “mantenimiento de la paz” de las Naciones Unidas si el informe no es suprimido. Las misiones de las Naciones Unidas en Chad, Haití, Liberia y Sudán son de hecho extensiones de la política exterior de EEUU, de la misma manera que las tropas de Uganda y Burundi apuntalan el “gobierno” respaldado por EEUU en Somalia bajo la apariencia de fuerzas de la “Unión Africana”.
La crisis de Ruanda amenaza con revelar el papel de EEUU permitiendo la muerte de, al menos, seis millones de personas mientras los aliados de Washington ocupaban y saqueaban las regiones orientales de la República Democrática del Congo. Lo que está en juego no es solo la reputación del presidente ruandés Paul Kagame, un alumno de la US Army Command and General Staff College (escuela de mandos y personal militar de apoyo del ejército de EEUU), en Fort Leavenworth, Kansas, sino toda la estrategia estadounidense para la militarización de África y explotación de sus riquezas.
El informe de 545 páginas detalla los crímenes cometidos en Congo por el ejército ruandés y sus aliados entre marzo de 1993 y junio de 2003, y refuerza los cargos que vienen de antiguo de que las fuerzas de Kagame fueron también agresores y asesinos de masas durante los asesinatos masivos de 1994. Cuando los rebeldes tutsis de Kagame – previamente radicados en Uganda – se hicieron con el control de Ruanda después de 100 días de luchas y limpieza étnica, persiguieron a más de un millón de refugiados hutus en el vecino Congo. Allí, cazaron y mataron un número indeterminado de miles de ancianos, mujeres y niños en 600 incidentes documentados que son, como mínimo, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los autores del informe creen claramente que los tutsis participaron en un claro genocidio – la erradicación a propósito de un pueblo – puesto que los hombres de Kagame no hicieron ninguna distinción entre refugiados hutus ruandeses y hutus congoleños; los mataron a todos. Los tutsis congoleños y de Burundi se unieron a los tutsis ruandeses de Kagame en los asesinatos de masas – lo que confirma la naturaleza racial o étnica de la matanza.
“Los hombres de Kagame no hicieron ninguna distinción entre refugiados hutus ruandeses y hutus congoleños; los mataron a todos.”
El ejército rwandés tutsi permaneció en el este de Congo para explotar los raros minerales de la región, explotando mano de obra esclava y vendiendo el botín a las corporaciones multinacionales. Se les unieron los militares ugandeses, que también se establecieron como soldados/empresarios en suelo congoleño. Los ruandeses y ugandeses permanecen en la región, gansters uniformados africanos aliados con corporaciones euro-estadounidenses en un campo de exterminio que se ha tragado posiblemente a seis millones de congoleños. Algunos estiman las cifras de muertos congoleños en áreas controladas por Ruanda, únicamente, en tres millones y medio. Su sangre y patrimonio cultural robado ha convertido a Kigali, la capital ruandesa, en un faro luminoso de la empresa capitalista – una historia de éxito del “libre mercado”.
Una carnicería a semejante escala no podría haber ocurrido si no fuera por la complicidad de EEUU, que ha protegido a Kagame en todas las coyunturas. Tras entrenarlo para operaciones de mando al más alto nivel, EEUU financió a los rebeldes de Kagame a través de su cliente ugandés, el Presidente Yoweri Museveni. Cuando los rebeldes de Kagame invadieron Ruanda, algunos de ellos aún vestidos con el uniforme ugandés, los estadounidenses desestimaron las quejas del presidente hutu. Cuando el avión que llevaba al presidente hutu y su homólogo burundés fue derribado por un misil – casi con toda seguridad por hombres de Kagame – y se desencadenaron asesinatos en masa, EEUU forzó a las Naciones Unidas a retirarse del país – un movimiento que solo podía beneficiar a las fuerzas armadas y bien entrenadas de Kagame, las cuales conquistaron rápidamente toda Ruanda. Cuando informes de las Naciones Unidas mostraron que Kagame estaba asesinando 10.000 hutus al mes dentro de Ruanda, incluso después de que la oposición se hubiera hundido o huido, EEUU detuvo una investigación. Después los hombres de Kagame cayeron sobre Congo como un enjambre, y comenzó el genocidio más grande.
“Una carnicería a semejante escala no podría haber ocurrido si no fuera por la complicidad de EEUU, que ha protegido a Kagame en todas las coyunturas.”
El informe de las Naciones Unidas filtrado no puede devolverse a un cajón. Kagame, que etiqueta a todos sus críticos como “genocidaires” o apologistas del genocidio, es expuesto como “el mayor asesino de masas sobre la faz de la tierra, hoy en día,” como lo describe Edgard S. Herman, co-autor de The politics of Genocide. Los mentores y proveedores de fondos de Kagame en el gobierno de EEUU, los cuales instigaron su genocidio en Congo, deben ser considerados igualmente responsables – si no más aun, puesto que las corporaciones de EEUU consiguen los mayores beneficios de los minerales de sangre de Congo, y el ejército de EEUU obtiene los mayores beneficios de los servicios ruandeses y ugandeses como mercenarios siempre a la entera disposición de EEUU en África.
Sería magnifico si Kagame sufriera un ataque patológico e hiciera honor a su amenaza de retirar sus soldados de Haití, Chad Liberia y Sudán. Pero eso causaría serios inconvenientes a EEUU, a cuyos intereses sirven las misiones de “mantenimiento de la paz” de las Naciones Unidas. Kagame no tiene ningún problema en matar millones de hutus en Congo, pero no se atreverá a disgustar a la superpotencia a la que le debe su carrera sangrienta.
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