EEUU extorsiona a Iraq para que apruebe un pacto militar con 50.000 millones de dólares secuestrados

Patrick Cockburn
CounterPunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
10/06/08

EE.UU. secuestra 50.000 millones de dólares de dinero iraquí en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York para presionar al gobierno de Iraq a fin de que firme un acuerdo que representa para muchos iraquíes una prolongación indefinida de la ocupación de EE.UU.

Negociadores de EE.UU. aprovechan la existencia de 20.000 millones de dólares en sentencias judiciales pendientes contra Iraq en EE.UU., para presionar a sus homólogos iraquíes para que acepten los términos del pacto militar, sobre cuyos detalles informamos ayer.

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Las reservas externas de Iraq son actualmente protegidas por una orden presidencial que les da inmunidad contra accesorios judiciales, pero la parte estadounidense en las conversaciones ha sugerido que si el mandato de la ONU, bajo el cual se retiene el dinero, vence y no es reemplazado por el nuevo acuerdo, los fondos iraquíes perderían esa inmunidad. El coste para Iraq de esta eventualidad sería la pérdida inmediata de 20.000 millones de dólares.

EE.UU. puede amenazar a Iraq con la pérdida de un 40% de sus reservas en moneda extranjera porque la independencia de Iraq sigue limitada por el legado de las sanciones de la ONU y las restricciones impuestas a Iraq desde que Sadam Husein invadió Kuwait en los años noventa. Esto significa que Iraq sigue siendo considerado una amenaza para la seguridad y la estabilidad internacionales bajo el Capítulo Siete de la Carta de la ONU. Los negociadores de EE.UU. dicen que el precio de que Iraq escape al Capítulo Siete es que firme una nueva “alianza estratégica” con EE.UU.

La amenaza por el lado estadounidense subraya el compromiso personal del presidente George Bush para conseguir que se apruebe el nuevo pacto antes del 31 de julio. Aunque se trata en realidad de un tratado entre Iraq y EE.UU., Mr. Bush lo describe como una alianza que no tiene que someter para su aprobación al Senado de EE.UU.

Críticos iraquíes del acuerdo dicen que significa que Iraq será un Estado cliente en el que EE.UU. mantendrá más de 50 bases militares. Las fuerzas estadounidenses podrán realizar arrestos de ciudadanos iraquíes y llevar a cabo campañas militares sin consultar al gobierno iraquí. Soldados y contratistas estadounidenses gozarán de inmunidad legal.

EE.UU. había desmentido anteriormente que quisiera bases permanentes en Iraq, pero los negociadores estadounidenses arguyen que mientras haya una cerca iraquí alrededor del perímetro de una instalación estadounidense, incluso si hay en ella un solo soldado iraquí, será Iraq y no EE.UU. quien esté a cargo.

EE.UU. tiene acuerdos de seguridad con numerosos países, pero ninguno está ocupado por 151.000 soldados estadounidenses como Iraq. EE.UU. ni siquiera está dispuesto a decir al gobierno en Bagdad qué fuerzas estadounidenses entran o salen de Iraq, aparentemente porque teme que el gobierno informe a los iraníes, dice una fuente iraquí.

El hecho de que las reservas financieras de Iraq, que aumentan rápidamente por el alto precio del petróleo, sigan siendo mantenidas en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, es otro legado de las sanciones internacionales contra Sadam Husein. Bajo el mandato de la ONU, los ingresos del petróleo deben ser colocados en el Fondo de Desarrollo para Iraq que se encuentra en ese banco.

Los fondos están bajo el control del gobierno iraquí, aunque el Tesoro de EE.UU. tiene fuerte influencia en la forma en que se mantienen las reservas.

Funcionarios iraquíes dicen que, el año pasado, quisieron diversificar sus fondos, sacándolos del dólar, por su depreciación, hacia otros activos, como ser el euro, que tienen más probabilidad de mantener su valor. El Tesoro de EE.UU. lo vetó porque los responsables estadounidenses temían que mostraría una falta de confianza en el dólar.

Los iraquíes dicen que la consecuencia de la acción estadounidense fue que Iraq perdió el equivalente de 5.000 millones de dólares. Ante la intensa presión de EE.UU. sobre un débil gobierno iraquí muy dependiente del apoyo de EE.UU., es probable que, a pesar de todo, el acuerdo sea aprobado con sólo algunos cambios cosméticos. El Gran Ayatolá Ali al-Sistani, el clérigo chií con una inmensa influencia, podría impedir el pacto si publicara una fatua en su contra, pero hasta ahora no lo ha hecho.

El Gran Ayatolá se reunió a comienzos de esta semana con Abdul Aziz al-Hakim, el dirigente del Consejo Supremo Islámico de Iraq (ISCI, por sus siglas en inglés), que es el principal apoyo del gobierno iraquí, y no condenó el acuerdo o pidió un referendo. Dijo, según el señor Hakim, que debe garantizar la soberanía nacional iraquí, ser transparente, obtener un consenso nacional y ser aprobado por el parlamento iraquí.

Críticos del acuerdo temen que el gobierno firme el acuerdo, y el parlamento lo apruebe, a cambio de concesiones marginales.

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