El injusto sistema de la justicia israelí

Jalid Amayreh
The Palestinian Information Center
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
26/02/08

Israel proclama hasta la náusea que es un estado democrático donde el imperio de la ley reviste carácter supremo. Sin embargo, tras un examen minucioso, queda muy claro que Israel es un estado donde la ley se utiliza, y a menudo de forma escandalosa, al servicio del fascismo judío, que es lo que es Israel ante todo.

Abraham Burg, el anterior Portavoz de la Knesset israelí señaló que “Todavía hoy, Israel descansa sobre fundamentos de opresión y de injusticia”.

En su reciente libro, “Defeating Hitler”, Burg sostiene que Alemania, en los años de la década de 1930, estaba madura para el fascismo debido a su paranoia social y a su filosofía social. Y ambas condiciones, dice, están presentes en Israel.

Pero si Israel es un estado nazi “en la práctica”, es decir, que ya va por la penúltima etapa para convertirse en una entidad nazi completamente desarrollada, entonces su sistema de justicia, como un oximorón inherente al mismo, debería ser considerado al menos como un sistema judicial quasi nazi.

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Hay, en efecto, pruebas monumentales que uno puede citar fácilmente y que destacan la naturaleza fascista del sistema israelí de justicia. Es un sistema inherentemente desprovisto de justicia al no incluir en él a los no judíos. En el análisis final, los estados fascistas, incluyendo a los estados nacionalistas étnicos, como el alemán nazi, el apartheid sudafricano e Israel, no crean, ni pueden crear, sistemas igualitarios de justicia.

Tomemos, por ejemplo, la continuada e inmisericorde encarcelación de cientos de legisladores, alcaldes y otros funcionarios elegidos palestinos que se están pudriendo en estos momentos en los campos de detención y calabozos israelíes.

Todas esas personas no cometieron violación alguna, no lanzaron piedras y no se implicaron en ningún acto violento. Su único “crimen” es que habían decidido presentarse a las elecciones municipales y legislativas que el mismo Israel y su aliado-guardián, los Estados Unidos, aprobaron.

Ni que decir tiene que la mayoría de esos virtuales rehenes son profesionales, intelectuales y profesores universitarios. Constituyen la flor y nata de la sociedad palestina.

Tomemos por ejemplo el Profesor Aziz Dweik, el Portavoz del Consejo Legislativo Palestino.

Es un hombre con una formación educativa amplísima. Cuenta con tres master (en Educación, Planificación Urbana y Planificación Regional), además del Doctorado en Planificación de Arquitecturas y Regional, que obtuvo de la Universidad de Pensilvania.

Al regresar de los EEUU en los últimos años de la década de 1970, fundó el Departamento de Geografía en la Universidad de Nayah, en Nablus, donde ejerció como director del Departamento. Fue también director del Comité de Educación Superior y miembro del Comité de Investigación Científica.

El Sr. Dweik ha sido encarcelado por Israel en diversas ocasiones. En 1992, fue uno de los 416 activistas islámicos deportados al Líbano. Durante su exilio, hizo de portavoz de los deportados en lengua inglesa. El Sr. Dweik ha escrito varios libros.

Tuve el honor de encontrarme con el Sr. Dweik antes y después de que lograra un escaño en el Consejo Legislativo Palestino.

En uno de esos encuentros, que tuvo lugar en febrero de 2006 en su hogar, en Hebrón, le recuerdo diciéndome: “No tengo ningún sentimiento en contra de los judíos como tales”. El problema, dijo, es que nuestros opresores y sepultureros no dejan de intentar que la gente se adhiera a la fe judía.

Deweik fue secuestrado en su casa en Ramala hace ya casi 17 meses y desde entonces permanece detenido, la mayor parte del tiempo en confinamiento solitario, sin acusación ni juicio.

Durante su comparecencia inicial, Dweik se enfrentó con el juez israelí, frente a frente, diciéndole: “Están siguiendo las huellas de sus anteriores torturadores. Y, al final, se van a encontrar con el mismo destino”.

Dweik añadió: “En cualquier país democrático y libre, no se castiga y se encarcela a una persona por su forma de pensar. Pero Vds., que proclaman ser un estado democrático, están castigando y persiguiendo a las personas por su pensamiento. Le desafío, y desafío a su tribunal, a que defiendan los estándares universales de la justicia. Les desafío a que defiendan los estándares universales de la humanidad.

“No soy un terrorista. Soy el portavoz elegido por el Parlamento Palestino. Mi pueblo me eligió en una elección que Israel y los EEUU, así como el resto de la comunidad internacional, aprobaron. Por eso, ¿por qué se nos retiene aquí? ¿Cuál es el crimen que hemos cometido? ¿O considera que el hecho de no ser judío es una gran felonía? Avergüencese de su sistema judicial. Avergüencese de su tribunal. Avergüencese de su país.”

Obviamente, Dweik tiene muchas más cosas que decir sobre un estado que se llama a sí mismo democrático y que en realidad tiene la moralidad de un ladrón, la mentalidad de un asesino y el rostro del mal.

El miércoles 20 de febrero, ampliaron la encarcelación de Dweik siguiendo las instrucciones de la principal agencia de seguridad interior, el Shin Beth, que sostiene que Dweik constituye una amenaza para la supervivencia y seguridad de Israel.

Bien, la última vez que se escuchó este tipo de lógica fue en la Alemania nazi anterior a la Segunda Guerra Mundial (así como durante toda la contienda). En aquel momento, los gurus del nazismo defendían también que los judíos constituían una amenaza existencial para la seguridad y supervivencia de la madre patria.

¿Acaso la historia se reproduce a sí misma?

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