La psiquiatría, pasa de la mente al dinero
Terra
28/05/10
La psiquiatría perdió su esencia. Así es como el doctor Daniel Carlat, psiquiatra de Boston, describe el estado de su profesión.
"De ese modo, en ese tiempo, perdimos la curiosidad psicológica. Y ese es el alma de la psiquiatría", agregó.
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La agencia de noticias Reuters Health dialogó con Carlat sobre su nuevo libro "Unhinged: The Trouble With Psychiatry. A Doctor's Revelations About a Profession in Crisis" (Free Press, 18 de mayo del 2010).
Carlat indicó que todo comenzó con la aparición de los fármacos como Prozac (fluoxetina), un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina (ISRS), que fue aprobado en 1988.
Gracias al Prozac y a sus primos, como Zoloft y Paxil, y a sus efectos adversos relativamente limitados, las recetas se multiplicaron.
Hoy, los psiquiatras pasan 20 minutos con un paciente de tanto en tanto, básicamente para ajustar los medicamentos, a diferencia de la hora o más que se necesita por semana para comprender los problemas del paciente.
Algunos aseguran que eso refleja una ciencia más madura, que resuelve los problemas más rápido y más eficientemente. Pero, según Carlat, eso no es necesariamente así.
También se produjo un cambio en la forma de pensar y hablar de los trastornos mentales. En el caso de la depresión, por ejemplo, los médicos hablan de una deficiencia del neurotransmisor serotonina.
A primera vista, eso tiene sentido, pero sólo significa que los ISRS pueden tratar la depresión y no que los psiquiatras pueden comprender qué sucede en el cerebro, señaló Carlat. De hecho, nunca nadie halló una prueba de la deficiencia de la serotonina.
"Tenemos una forma abreviada y 'neurologizada' de hablarle a los pacientes, y usamos términos como deficiencia de la serotonina o de la epinefrina". Pero se preguntó: "¿Sabemos de qué estamos hablando cuando usamos esas palabras?".
Mientras que nadie comprende por completo lo que sucede en el cerebro de una persona con depresión, Carlat sostuvo que la industria farmacéutica aprovechó rápidamente el modelo médico de la enfermedad mental para promocionar sus fármacos costosos de manera cuestionable.
Y él sabe de qué habla. En el 2001, el gigante farmacéutico Wyeth le ofreció 750 dólares a cambio de tener un almuerzo breve con médicos de atención primaria.
La idea básica era respaldar los fármacos psiquiátricos del laboratorio, como Effexor. Wyeth, que luego pasó a integrar Pfizer, le proporcionó una presentación y lo llevó a conferencias muy costosas, donde líderes de opinión de la psiquiatría hablaron sobre los últimos ensayos clínicos.
"Sabía que si quería tener otro trabajo, otra llamada telefónica, otra invitación a cambio de otro cheque por 750 dólares, tenía que decir algo positivo sobre sus fármacos y que tendría que disimular algunos de sus efectos adversos", admitió Carlat.
Luego de haber cobrado 30.000 dólares y reconocer que se había convertido en un arma alquilada, comenzó a hablar francamente sobre los efectos adversos.
"En los últimos 20 a 30 años, la psiquiatría pasó de ser una profesión en la que tratábamos de entender a la persona y su psicología a una en la que diagnosticamos enfermedades y medicamos", dijo.
Al día siguiente, recordó, un representante del laboratorio llegó a su consultorio y le preguntó si había estado enfermo, como si esa fuera la única explicación lógica de su comportamiento.
"Los médicos generalmente piensan que otros médicos no van a decepcionarlo, pero, desafortunadamente, eso no es así", dijo Carlat, que describió esa experiencia en The New York Times Magazine.
"Los médicos son tan vulnerables a la tentación del dinero, el marketing y los incentivos financieros como cualquier persona", aseveró.
Cómo curar a la psiquiatría
Minimizar los conflictos de intereses no le devolverá su esencia. Para empezar a desandar ese camino, Carlat sugirió en su libro una combinación entre la psicoterapia y la psiquiatría.
Pero hay un problema: hoy, los psiquiatras no tienen tiempo para más que diagnosticar y medicar a sus pacientes. De hecho, ni siquiera tienen tiempo para eso.
Según un nuevo estudio, indicó, hay que sumar 40.000 redactores de recetas de medicamentos psiquiátricos a los 30.000 existentes para reducir la brecha en el sistema de salud de Estados Unidos. Entrenar a tantos psiquiatras sería extremadamente costoso.
¿Cuál es la solución? Entrenar un poco más a los psicólogos y dejarlos recetar los fármacos más comunes. "Tenemos entre 80.000 y 100.000 psicólogos en el país (...) y la mayoría sabe lo que hay que saber para ser un buen psiquiatra", finalizó Carlat.
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