Obama enoja a China, esta vez por el Dalai Lama

Página 12
03/02/10

El fin de semana pasado la potencia occidental había despertado la ira del gigante asiático –y las sanciones contra Washington– al anunciar la venta de 4600 millones en armas a Taiwan, la isla que China aún reivindica como propia.

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Estados Unidos volvió a hacer enojar a China. A pesar de las advertencias y las presiones del régimen comunista, el presidente Barack Obama ratificó ayer su reunión con el Dalai Lama para la tercera semana de este mes. “El Dalai Lama es una figura religiosa y cultural respetada en el mundo entero, y es como tal que el presidente se reunirá con él”, explicó uno de los voceros de la Casa Blanca, Bill Burton. No es la primera vez que el líder tibetano visita a Washington y al presidente de ese país, pero la noticia esta vez llegó en un momento de especial rispidez entre los dos gobiernos. El fin de semana pasado la potencia occidental había despertado la ira del gigante asiático al anunciar la venta de 4600 millones en armas a Taiwan, la isla que China aún reivindica como propia. La respuesta de Beijing en esa oportunidad fue inmediata, el presidente Hu Jintao ordenó suspender toda la cooperación militar bilateral con Washington e imponer sanciones a las empresas estadounidenses que participen de la venta de armas a la isla.

Ayer la acción de Estados Unidos produjo una reacción inmediata, pero a nivel de la retórica. “Si el dirigente estadounidense elige ese momento para recibir al Dalai Lama, ello amenazará con seguridad la confianza y cooperación entre China y Estados Unidos. ¿Qué tan útil sería eso para Estados Unidos para controlar la actual crisis financiera?”, amenazó el viceministro del Frente Unido en el Comité Central, Zhu Weiqun. La indirecta fue muy clara. Hace años que la China comunista es la principal tenedora de bonos del Tesoro norteamericano, en otras palabras, el principal acreedor del país más poderoso del mundo.

Beijing aún no puede disputar el poderío militar y político de Washington en la mayoría del globo, pero sí puede hacer peligrar su economía. El costo de un derrumbe financiero estadounidense sería muy caro para el régimen comunista, pero sí podría darle una reprimenda inundando el mercado internacional de bonos del Tesoro norteamericano, lo que bajaría de inmediato los precios y colocaría a la Casa Blanca entre su galopante déficit fiscal y la pared.

Es difícil pronosticar si China iría tan lejos como para inundar los mercados de todo el mundo con bonos o dólares –lo que crearía una inestabilidad global aún más grande–, pero por ahora el gobierno comunista no tiene reparos en utilizarlo públicamente como una amenaza, a dos semanas de la llegada del Dalai Lama a la capital norteamericana.

La Casa Blanca esquivó el tema y simplemente recordó que Obama ya le había avisado a su par chino, Hu Jintao, de la reunión con el líder tibetano durante su visita del año pasado en Beijing. El gobierno tibetano en el exilio, en cambio, salió a responderle de frente al bureau chino. “Estados Unidos apoya el punto de vista del Dalai Lama, que considera que la cuestión del Tíbet debe ser resuelta en el marco de la Constitución china. No hay, pues, razones que sostengan el argumento chino de que tal encuentro dañaría las relaciones entre China y Estados Unidos”, explicó el vocero Thubten Samphel.

Públicamente el Dalai Lama y su gobierno en el exilio, en India, no reclama la independencia, como sostiene Beijing, sino una amplia autonomía dentro del Estado chino. “El asunto fundamental que debe ser resuelto es la aplicación fiable de una autonomía genuina que permita al pueblo tibetano gobernarse de acuerdo con sus propias necesidades”, aseguró ayer el enviado especial del líder tibetano para las negociaciones con las autoridades chinas, Lodi Gyari.

El representante del líder espiritual había terminado recién una nueva ronda de diálogo con el bureau central comunista. En 2002 se crearon mesas de negociación entre el gobierno chino y las ex autoridades tibetanas, a partir de las presiones internacionales. Sin embargo, ocho años después aún no se registró ni un avance. Los tibetanos reclaman un autogobierno dentro del Estado chino y China los acusa de separatistas.

La situación tampoco ha variado entre el gigante asiático y Estados Unidos. Para el primero, el Dalai Lama es sólo una excusa para que Washington opine sobre política interna china. Para el segundo, el líder tibetano es un referente internacional de la lucha por la libertad religiosa.

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