México - Juárez: Ciudad de Dios
Prensa Latina
16/02/10
En Ciudad Juárez, estado mexicano de Chihuahua, la violencia ya no distingue edades y su estadística criminal la convierte en la más golpeada del país. Tras los feminicidos, irrumpen, ahora, los juvenicidios.
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La última matanza de 15 adolescentes y dos adultos provocó un brote de indignación moral, ya inusual a propósito de los asesinatos perpetrados por los cárteles de la economía criminal, que cada mes superan las marcas de muertos precedentes.
Ciudad Juárez es un laboratorio de la violencia reguladora que rige las tres esferas que interactúan en la economía capitalista salvaje de nuestros días, la formal, la informal y la criminal.
Anulados los sistemas civiles de protección propios de un Estado de derecho, los conflictos son resueltos con la fuerza de las armas.
Hace tiempo que el Estado neoliberal abdicó de sus atribuciones soberanas y surgieron zonas extraterritoriales de seguridad, controladas por empresas, legales e ilegales, y muchas veces criminales.
En ese proceso, de un derecho público fundamental, la seguridad personal se transformó en una mercancía.
La masacre de adolescentes que cursaban la Escuela Preparatoria fue el último eslabón de una larga cadena de ejecuciones criminales y/o extralegales que ha exterminado ya a medio millar de jóvenes considerados "desechables".
La brutalidad del hecho en esta Ciudad de Dios mexicana, remedo del infierno recreado en una favela de Río de Janeiro por el novelista Paolo Lins, no es menor y, al parecer, marcó un límite.
Las autoridades federales y estatales acaban de prometer un cambio de estrategia en el combate a las mafias criminales.
La reacción, para muchos tardía, tiene que ver con los reclamos airados de los familiares de los estudiantes ejecutados. El hecho ocurrió cuando un grupo de sicarios irrumpió en una fiesta y asesinó a mansalva a 15 jóvenes que nada tenían que ver con "pandillas" ni "ajustes de cuentas" entre individuos dedicados al narco menudeo, como se apresuraron a señalar las autoridades.
El lunes 8 de febrero el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, acudió a Ciudad Juárez y se disculpó a nombre del gobierno federal con los juarenses.
Reiteró que el presidente Felipe Calderón afina una "estrategia integral", que, dijo, negociará con los habitantes de la ciudad y que combinará políticas sociales con la actuación policiaco-militar.
En Chihuahua, y en particular en Ciudad Juárez, se respira intranquilidad. Según una encuesta, siete de cada 10 están convencidos de que el asunto del narcotráfico hace tiempo que escapó de las manos de las autoridades.
Algunos consideran que la situación no tiene remedio y que no existe voluntad política para rescatar a Ciudad Juárez, rehén de las mafias criminales.
No obstante, en un acto considerado oportunista y mediático por sus oponentes, por ser un año de elecciones en la entidad, el gobernador José Reyes Baeza, del Partido Institucional Revolucionario (PRI), anunció el traslado de poderes a Ciudad Juárez. Es decir, volverla capital de Chihuahua.
Sin duda, la medida es vistosa, pero no se sabe bien si es una maniobra política para sobrevivir o para sacar ventaja de la calamidad.
En todo caso, muchos políticos consideran que Chihuahua es un claro ejemplo de un Estado fallido donde no cesa el incremento exponencial de la violencia.
De 84 asesinatos vinculados al crimen en 2007, se pasó a mil 129 el año siguiente y llegó a dos mil 635 en 2009. En enero de este año suman más de 200.
Cabe recordar, con el investigador hamburgués Peter Lock, que allí donde el Estado dejó de funcionar, aparecieron los "apartheid de la pobreza" y la vida se transformó en un infierno criminal controlado por bandas armadas, servicios de venta de protección y grupos de autodefensa.
Y en el caso particular de Ciudad Juárez defensores de los derechos humanos han denunciado la existencia de grupos paramilitares ligados a los aparatos de seguridad del Estado.
El diputado local Víctor Quintana señala que desde el poder estatal se está impulsando un "modelo juvenicida", y ya hay voces que aluden a una "criminalización de la juventud". Así están las cosas.
(*) El autor es un reconocido articulista de la prensa mexicana y colabora con Prensa Latina.
3 comentarios:
Por el bien y la tranquilidad de la sociedad, debemos reimplantar la pena de muerte. Instrumento radical pero seguro para la continuidad del desarrollo normal de los ciudadanos.
Tu mensaje, irónicamente, es un claro ejemplo de lo que atenta contra el bien y la tranquilidad de la sociedad: la falta de empatía.
De acuerdo con León, y eso sin comentar que la pena de muerte no es ninguna solución contra el crimen, como se ha comprobado en EEUU y otras partes.
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