México: El 90% de los asesinatos en Ciudad Juárez queda sin investigar
La Vanguardia
14/02/10
A Felipe Calderón no le quedarán muchas ganas de volver a visitar Ciudad Juárez. En su breve estancia en la capital fronteriza, el presidente mexicano recibió la repulsa de las madres de los 15 chicos asesinados hace un par de semanas. Le dijeron que no era bienvenido porque dijo que sus hijos eran pandilleros, que aquí equivale a sicario, a criminal, a narcotraficante...
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"Ustedes siempre prometen justicia, pero nunca hacen nada", le espetó una madre. El múltiple crimen fue presentado por las autoridades como un enfrentamiento entre pandillas. Los familiares lo rechazan porque con esa identificación el expediente de los asesinatos quedaría archivado.
Las mujeres que han perdido a sus hijos saben que más del 90% de los asesinatos en Ciudad Juárez no son investigados. Los que menos se indagan son los crímenes de supuestos delincuentes, porque los muertos caen fulminados con la etiqueta de culpables. ¿A quién le interesa el nombre del criminal que mata a otro criminal?, ¿a quién le importa juzgarlo?
En México la autoridad lleva años desentendiéndose de miles de muertos a los que se podría aplicar el refrán "quien mal anda mal acaba". El Gobierno no da importancia al aumento de víctimas en la guerra del narcotráfico porque considera que la mayoría de los asesinados pertenece al bando de los malos. Parece que la estrategia de guerra del Estado para combatir al crimen organizado es la de esperar a que se aniquilen entre sí los sicarios de los capos.
Según el Gobierno, los 16.000 muertos registrados desde que comenzó la guerra contra el narco eran en su mayoría pistoleros que perecieron en escaramuzas por el control de rutas y territorios. Todo indica que las autoridades y sus portavoces en los medios se ufanan de que así ocurra; tales ajustes de cuentas, dicen, son muestra de la eficacia de la estrategia oficial. Según esta argumentación, la menor libertad de movimientos de las bandas conduce a que peleen y se maten entre sí.
Dentro de esa línea, son pasados por alto los homicidios de gente vinculada al narco. Ni se inician averiguaciones por esos crímenes, y las que comienzan no acaban. La periodista Lydia Cacho destaca que la autoridad "ha dicho que los miles de muertes son producto de malos matando a malos, y de buenos matando a malos".
Calderón suele decir que "el mayor reto es imponer la ley". Según Cacho, eso resulta éticamente insostenible mientras existan 16.000 asesinatos sin investigar, oficialmente porque eran malos. "Muchos inocentes han muerto, por eso es inaceptable asumir que imponer la ley es discriminar a los mexicanos entre buenos y malos. ¿Quién lo decide y cómo?", se pregunta.
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