EEUU desarrolla en Rumania su estrategia europea de defensa antimisiles
Ilia Krámnik
RIA Novosti
16/02/10
La decisión de EEUU de emplazar su sistema de misiles interceptores en Rumania ha suscitado una gran polémica durante las últimas semanas.
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¿Podría esta medida de la administración de Barack Obama, dentro del marco de la nueva estrategia estadounidense de extender a Europa su programa nacional de defensa antimisil (DAM), afectar a los intereses de Rusia?
La primera respuesta de Moscú ha sido previsible: se le han exigido explicaciones detalladas a EEUU con respecto a la composición exacta de la DAM que se tiene pensado desplegar en Rumania. La intención de EEUU de emplazar una flotilla de buques de la clase AEGIS dotados con misiles SM-3 en el mar Negro también atrajo la atención de Moscú.
El primer vicepresidente del Gobierno ruso, Serguei Ivanov, quién asistió a la Conferencia Internacional de Seguridad celebrada en Múnich, recordó que Rumania había firmado el Tratado de Montreux (Suiza) de 1936. Este Convenio impone restricciones sobre la presencia naval de países no ribereños en el mar Negro.
Cabe mencionar que la reacción de Moscú al posible emplazamiento del escudo antimisiles estadounidense en Rumania fue más moderada de la que, hace tiempo, tuvo lugar en respuesta a la iniciativa de EEUU de desplegar misiles interceptores GBI en Polonia y de un radar en la República Checa. Es comprensible, ya que los sistemas de misiles interceptores SM-3 (block-I o block II) no representan una amenaza a las Fuerzas Nucleares Estratégicas rusas, y lo mismo reza para la base polaca, equipada con estos mismos misiles.
Esta base, cuya instalación se prevé finalizar hacia el 2015, está destinada a defender los países de la Europa Central y del Este contra posibles ataques de misiles lanzados desde Irán. Los SM-3 podrían abatir los misiles iraníes de mediano alcance (Shahab-4 y Shahab-5, con alcance de hasta 2.800 y 4.300 kilómetros, respectivamente) en la fase final de su vuelo o en la mitad de la trayectoria.
La DAM estadounidense en Europa, constituida por los misiles SM-3 con base en tierra y mar, no representa una amenaza para las fuerzas nucleares de Rusia. Como ya se ha mencionado, los SM-3 emplazados en Polonia y Rumania, o en cruceros de los mares Negro y Báltico no tienen la suficiente capacidad para interceptar misiles balísticos intercontinentales rusos.
A Rusia le preocupan otras cuestiones colaterales: en primer lugar, con esta decisión Barack Obama va a alterar el equilibrio de fuerzas en Europa, y lo va a hacer sin consultarlo con Moscú; y, además, la configuración de la DAM en Europa no está definida, ni tan siquiera congelada, aunque EEUU haya dejado de un lado sus planes de desplegar los misiles interceptores GBI en Polonia y el radar en la República Checa. Muy al contrario, Washington se empeña en desplegar un escudo antimisiles en el Sur de Europa y en Turquía. Si embargo, esta opción es aceptable para Rusia, según anunció, ya en 2007, Yuri Baluievski, a la sazón el Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia.
Paradójicamente y a pesar de todos estos plantes, el futuro de la DAM estadounidense en Europa es incierto, y esta incertidumbre amenaza con complicar las relaciones entre Rusia y EEUU. Incluso todo el proyecto podría llegar a ser congelado indefinidamente. En todo caso, se prevén dos opciones de evolución de los acontecimientos.
La primera es la anti-iraní, que supondría emplazar bases y radares en el sur de Europa y en Turquía. Estas plataformas estarían equipadas con misiles SM-3, destinados a interceptar misiles de alcance medio.
La segunda opción es la anti-rusa, en la que el centro de gravedad se desplazaría hacia Polonia, en donde se instalarían misiles GBI más avanzados y capaces de abatir misiles intercontinentales.
Estas dos opciones son muy diferentes y EEUU tendrá que sopesar bien sus prioridades a la hora de elegir una de ellas y, de todas formas, siempre está la probabilidad de que los planes vuelvan a cambiar por una u otra razón.
Así las cosas, la firma del nuevo tratado sobre reducción de armas estratégicas ofensivas es prioritaria para ambas partes. Rusia insiste en que este documento incorpore restricciones sobre el despliege de la DAM.
Si se logra llegar a un acuerdo, podríamos constatar que EEUU está dispuesto a buscar fórmulas de compromiso con Rusia para mantener un equilibrio estratégico de fuerzas. En caso contrario, Moscú deberá estar preparado para afrontar nuevos cambios bruscos en los planes de Washington.
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