Los palestinos y los países árabes rechazan el discurso de Netanyahu

Juan Miguel Muñoz
El País / IAR Noticias
16/06/09

Egipto considera que el Gobierno israelí "echa por tierra las opciones de paz".

Un discurso radical -"colonialista y en la mejor tradición neoconservadora", en palabras del analista israelí Akiva Eldar-, en el que la responsabilidad de todos los males de Oriente Próximo recae en los palestinos y los Estados árabes y musulmanes; una disertación que ignora la legalidad internacional y los compromisos previos adquiridos por otros Gobiernos israelíes, y que buscaba hacer piña entre los israelíes y aliviar la presión del presidente Barack Obama sólo podía suscitar una reacción en el mundo árabe: el rechazo frontal. Sin paliativos. Son casi superfluas las reacciones de los demás países árabes cuando Egipto, país que firmó un tratado de paz con Israel hace tres décadas, se mostró tan explícito. "Las palabras de Netanyahu echan por tierra las opciones de paz. El llamamiento a enmendar la iniciativa de la Liga Árabe eliminando el derecho al retorno de los refugiados palestinos no conducirá al compromiso con Egipto ni con otro país", aseguró tajante el presidente Hosni Mubarak.

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No es sólo que Netanyahu exija como requisito inexcusable la aceptación del carácter judío del Estado -formalmente sólo hay un Estado teocrático en el mundo, Irán- por parte de los palestinos y los países árabes, lo que supone la renuncia completa, sin negociar, al derecho al retorno. Es que, además de prometer que Jerusalén nunca será compartida, bajo la propuesta de la desmilitarización y debido al rechazo a detener la construcción en las colonias ya existentes (120, además de los 130 asentamientos ilegales para los propios Gobiernos israelíes), el Estado palestino resultante no sería digno de tal nombre. Netanyahu reclama el control de su espacio aéreo, de las fronteras en el río Jordán, del espacio electromagnético. Unas garantías de seguridad draconianas después, por supuesto, de que la Autoridad Palestina combata y derrote al movimiento islamista Hamás.

"La visión del primer ministro israelí es errónea y carece de muchos elementos que exigen un cambio sustancial para adaptarse a los esfuerzos árabes e internacionales para alcanzar una paz justa en Oriente Próximo", añadió un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio. Los dirigentes palestinos -Hamás tildó de "racista" el disscurso del líder hebreo- fueron más severos en el contenido de sus críticas. "Netanyahu", advirtió el jefe de los negociadores, Saeb Erekat, "habla de negociaciones sobre unos cantones con una bandera y un himno, pero sin fronteras, sin soberanía, sin capital".

Son las demandas propias de un dirigente siempre atento a la opinión de su padre, Benzion, un historiador de posiciones extremistas. De un primer ministro que ignora la legalidad internacional -la prohibición de trasladar población civil a territorios ocupados- y que exige lo imposible para acceder a la creación de una entidad palestina carente de cualquier tipo de autonomía.

Es propio de los líderes israelíes pronunciar la palabra "paz" sin desmayo. Netanyahu también manifestó su disposición a reunirse con dirigentes árabes en Beirut, Riad, Damasco o Jerusalén. Tenía que saber que son palabras para la galería occidental o para un auditorio en el que abundaban las kipás de ganchillo, las que habitualmente emplean los religiosos-sionistas y los colonos. Ni siquiera un rey jordano o el presidente Mubarak han visitado Israel, aunque ambos países firmaron muchos años atrás acuerdos de paz con el Estado sionista. Inimaginable que, dadas las circunstancias y el discurso del primer ministro israelí, el monarca saudí, un jefe del Ejecutivo libanés o el presidente sirio accedan a semejante pretensión.

El diario Tishrin, también obediente al régimen de Damasco, agregaba: "El plan de Netanyahu contiene todo menos la paz". "Netanyahu no ha moderado ninguna de sus posiciones. Sólo desea perder el tiempo. Estados Unidos puede abandonar la región a su deterioro o asumir su responsabilidad y decir con claridad que la paz no es una fantasía, sino una necesidad práctica para la estabilidad", editorializaba el diario gubernamental sirio Al Thawra.

Coincidía con los voceros palestinos. "Presidente Obama, la pelota está en su tejado. Tiene que elegir entre tratar a Netanyahu como un primer ministro que se sitúa por encima de la ley, que cierra el camino a la paz y encamina a la región a la violencia, el caos y el extremismo o forzarle a que acepte la Hoja de Ruta", concluyó Erekat.

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