Estados Unidos se prepara para aumentar las fuerzas de ocupación en Afganistán
Joe Kay
WSWS
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
31/12/07
La administración Bush está preparando un significativo aumento del número de tropas en Afganistán en un intento de acabar con la creciente hostilidad popular contra las fuerzas ocupantes estadounidenses y de la OTAN. Lo hace con la completa seguridad de que no encontrará una oposición significativa en el Congreso dominado por los demócratas.
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Al contrario, gran parte de las críticas de los demócratas a la conducta de la administración en la guerra de Iraq se basa en la acusación de que la preocupación estadounidense por Iraq ha desviado tropas y recursos de lo que ellos consideran que es el verdadero centro de la “guerra contra el terror”, es decir, Afganistán. Los principales candidatos demócratas a la presidencia, como Hillary Clinton y Barack Obama, se han comprometido a aumentar el número de tropas en Afganistán si resultan elegidos.
Toda la clase dirigente estadounidense apoya una presencia indefinida de tropas estadounidenses en este país, que al hacer frontera con Irán y Pakistán tiene una importante posición geoestratégica.
En una rueda de prensa dada el 21 de diciembre por el secretario de Defensa Robert Gates y el jefe del Estado mayor el general James Cartwright ambos pusieron de relieve estos preparativos. Gates insistió: “ El próximo año y más adelante se deben mantener y aumentar los esfuerzos de la OTAN para reconstruir y hacer más seguro [Afganistán]”. Indicó que se necesitaban unos 7.500 soldados más para reforzar la ocupación .
Actualmente hay unos soldados 26.000 estadounidenses en Afganistán, 12.000 de los cuales operan independientemente y 14.000 forman parte de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad de la OTAN (ISAF, por sus siglas en inglés). La fuerza de la OTAN, formada por un personal de 40.000 personas, incluye soldados de Canadá, Australia, Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros países europeos.
En su reportaje sobre la conferencia de prensa, el Wall Street Journal señalaba: “Un alto cargo del Pentágono afirmó que 'se estaba considerando seriamente' el envío de más tropas estadounidenses a Afganistán. Señaló que posiblemente no se produciría antes de varios meses, dada la prioridad de los intereses militares en la guerra en Iraq”.
La clase militar estadounidense y la dirigente en su conjunto se han mostrado crecientemente preocupados porque la situación en Afganistán está cada vez más fuera de control. La retirada parcial de tropas estadounidenses en Iraq en los próximos meses, debido a que llega a su fin el periodo de servicio de los soldados enviados como parte de la “oleada” de tropas enviadas por Bush a Iraq, probablemente irá acompañada de una escalada de la presencia de tropas estadounidenses en Afganistán.
Estados Unidos trata también de incrementar las dimensiones de su ejército para hacer frente a la grave falta de soldados resultante de las operaciones estilo colonial simultáneas en Afganistán e Iraq. Al mismo tiempo, la administración Bush no ha descartado en absoluto una acción militar contra Irán.
Según un artículo del New York Times del 16 de diciembre, la administración Bush está “profundamente preocupada por la posibilidad de un fracaso en Afganistán” y ha iniciado tres estudios diferentes para desarrollar una nueva estrategia. Este periódico indica que si estos estudios no conducen a una “oleada” del mismo nivel que el incremento de tropas en Iraq a principios de este año “en gran parte se debe a que no hay tropas estadounidenses disponibles inmediatamente”.
Un informe de Naciones Unidas publicado a principios de este año concluía que el año 2007 ha sido el más violento en Afganistán desde su invasión en 2001. En los incidentes violentos que recoge Naciones Unidas se no incluyen las víctimas de las operaciones militares estadounidenses y de la OTAN.
Aunque no existe un cálculo oficial de estas últimas cifras, los ataques aéreos contra ciudades y supuestos objetivos talibán aumentaron bruscamente este año. A principios de diciembre, las fuerzas de la OTAN retomaron la ciudad de Musa Qala al sur después de una prolongada operación. La ciudad había estado controlada por las fuerzas talibán durante 10 meses.
En su rueda de prensa Gates afirmó que el incremento de la violencia en Afganistán se debía en parte a “unas acciones mucho más agresivas por parte de la alianza de la OTAN y de las fuerzas estadounidenses en ese país”.
La creciente oposición a la ocupación dirigida por Estados Unidos se ha debido a una escalada de la crisis social en el país. Un artículo publicado el 17 de diciembre en el Washington Post señalaba: “Altos cargos de la administración afirman que en los últimos meses la Casa Blanca ha mostrado una mayor preocupación por la situación en Afganistán, donde la miseria absoluta, la corrupción galopante, las pobres infraestructuras y el cada vez mayor desafío por parte de los talibán están dificultando los intentos de estabilización estadounidenses. Los altos cargos de la administración creen ahora que a largo plazo Afganistán puede plantear un mayor desafío que Iraq”.
En su conferencia de prensa Gates se refirió al apoyo demócrata al aumento de tropas estadounidenses en Afganistán. Cuando se le preguntó si enviar a Afganistán a las tropas que volvía de Iraq podría causar problemas políticos a la administración, contestó: “No creo que haya impedimento político”.
Además de aumentar su propia presencia en Afganistán, Estados Unidos también está presionando a otros miembros de la coalición de la OTAN para que aumenten el tamaño de sus fuerzas y eliminen las restricciones al tipo de operaciones que estas tropas están autorizadas a hacer. En una reunión de la OTAN celebrada a principios de diciembre, Gates criticó a las potencias europeas por no hacer lo suficiente para ayudar a la ocupación en Afganistán.
El tono de Gates en su conferencia de prensa fue más conciliador y reconoció que muchos de los gobiernos que participan en la ISAF se enfrenta a la oposición de sus propias poblaciones. Gates afirmó que Estados Unidos tiene que encontrar medios de “ayudar a los gobiernos europeos para persuadir a sus pueblos del valor y la importancia de la misión en Afganistán”. Sugirió que era necesario “buscar formas más creativas de que los aliados puedan ser útiles”.
Otros comentarios han sido más críticos. El representante demócrata Joe Sestak, un almirante retirado y ex-miembro del Consejo de Seguridad Nacional, se quejaba a principios de este año: “Los alemanes, españoles e italianos no envían tropas al sur, excepto 250 soldados alemanes”. Afirmó que algunos países “se niegan a hacer operaciones de combate por la noche y algunos no vuelan en cuanto caen las primeras nieves”.
En aparente respuesta a estas presiones el presidente francés Nicolas Sarkozy viajó por sorpresa a Afganistán el pasado sábado, donde anunció que Francia aumentaría el número de sus soldados en ese país. Actualmente hay unos 1.100 soldados franceses en Afganistán. Sarkozy ha tratado de alinear la política exterior francesa a la de Washington y ha respaldado las amenazas y provocaciones de la administración Bush contra Irán.
También se tiene grandes esperanzas de que el gobierno laborista británico de Gordon Brown aumente sus tropas, que actualmente son de 7.800 soldados. El nuevo primer ministro de Australia, Kevin Rudd, del Partido Laborista, estuvo el pasado fin de semana en Afganistán donde prometió seguir respaldando al gobierno de Hamid Karzai apoyado por Estados Unidos.
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