Rusia pone en cancha europea balón de tropas convencionales

Prensa Latina
Jorge Petinaud Martínez

Moscú, 10 nov (PL) La moratoria al Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) aprobada esta semana por el parlamento ruso constituye hoy la más seria advertencia del Kremlin contra la expansión de la OTAN hacia sus fronteras.

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Con esa decisión los diputados dieron un espaldarazo legal a la propuesta formulada por el presidente, Vladimir Putin, de interrumpir la participación de Moscú en el acuerdo a partir del 12 de diciembre de 2007, hasta que los países occidentales lo ratifiquen.

El compromiso que limita la cantidad de medios blindados, artillería, aviones y agrupaciones de tropas en el Viejo Continente fue rubricado en París en 1990, entre la Alianza Atlántica y el entonces Pacto de Varsovia.

Pero la desintegración del campo socialista y de la Unión Soviética creó una nueva situación cualitativa y se hizo necesaria una variante renovada del documento, que se aprobó en 1999, en Estambul.

Hasta el presente, el texto solo ha sido ratificado por Rusia, Belarus, Ucrania y Kazajstán.

El viceministro ruso de Asuntos exteriores, Alexander Grushko, señala que como previa condición la ratificación por todos los países, mientras la OTAN exigen que Moscú cumpla el denominado Protocolo de Estambul, relativo al desmantelamiento de bases en Georgia y en Transdniéster.

Esto último ya se satisfizo con la retirada rusa de Batumi y Ajalkalaki, en Georgia, mientras que en la autodenominada República Independiente de Transdniéster, en Moldova, permanecen fuerzas de paz, por lo cual solo quedan por resolver cuestiones meramente técnicas, añade.

En estas circunstancias, Moscú es el único país atado de manos y pie al viejo tratado, el cual reduce su capacidad defensiva y la movilidad de sus fuerzas dentro de su territorio, aseveró el presidente del Fondo de Política, Viacheslav Nikonov.

Al ejemplificar con cifras, el general de Ejército Yuri Baluyevski, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, señaló que en el control de la cantidad de tanques en los arsenales de una y otra parte, la ventaja es de 12 a uno, a favor de la alianza occidental.

La incorporación de las repúblicas ex soviéticas del Báltico al bloque noratlántico adicionaron a éste otra ventaja, pues en las fronteras de Rusia existe de hecho una llamada "zona gris" sobre la que no rige ningún control de armamentos convencionales.

Si a ello se suman los proyectos anunciados por Washington de dislocar tropas y armas pesadas en Bulgaria y Rumania, será fácil comprender las reiteradas advertencias del presidente Putin desde la reunión de seguridad de Munich en febrero de este año.

En Alemania, el jefe del Kremlin alertó en términos drásticos sobre esas disparidades.

Una muestra de buena voluntad dio Moscú al convocar entre el 12 y 15 de junio a un foro que sesionó a puertas cerradas en el palacio de Hofburg, en Viena, donde presentó a la contraparte europea una especie de hoja de ruta con los pasos necesarios para salvar el FACE.

Pero ante la ausencia de una reacción positiva, el líder ruso firmó el 13 de julio un decreto que reitera la decisión de mantener una paridad razonable.

El Kremlin reclama de Occidente ratificar, sin condición alguna, el tratado adaptado, y que los nuevos estados de la OTAN se sumen a él.

Esta demanda tiene como objetivo impedir que en el territorio de las repúblicas ex soviéticas del Báltico existan agujeros negros que permitan argumentar jurídicamente el despliegue de fuerzas armadas.

Al pronunciarse sobre este asunto, el viceministro primero de Defensa, coronel general Alexander Kolmakov, aseguró que se analiza cómo reforzar el potencial de Moscú en la dirección occidental, aunque aún no se tomaron decisiones concretas.

Por su parte, el general de Ejército Baluyevski, advirtió que las limitaciones de flanco previstas en el FACE discriminan al país eurasiático y deben suprimirse.

El oficial subrayó que Moscú no sacrificará los intereses de su seguridad, por lo que la destrucción del FACE será una pérdida muy sensible para los europeos.

Si el acuerdo desaparece no será por culpa de Rusia y tampoco será una pérdida irrecuperable. Tenemos suficiente arsenal de fuerzas, recursos y métodos para garantizar la seguridad y los intereses nacionales, concluyó el jefe del Estado Mayor General.

En consonancia con sus palabras, el pleno respaldo de los legisladores ratifica ahora la decisión de la Federación rusa de defender su papel de potencia mundial.

Pasaron los tiempos de crisis derivados del derrumbe del socialismo en Europa y la desintegración de la Unión Soviética.

Con una economía robustecida y la estabilidad política lograda tras ocho años de mandato de Putin, el país más extenso del planeta reclama ahora su liderazgo incuestionable, y advierte en ese sentido a sus vecinos europeos.

apr jpm

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